Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tomás Tenorio Galindo

El fracaso de las “negociaciones” 

La semana pasada parecía posible un acuerdo entre los precandidatos del PRD para lograr un candidato de unidad. De hecho se realizaron negociaciones en esa dirección entre el senador Armando Chavarría y el diputado Zeferino Torreblanca. Pero esas negociaciones no concluyeron en un acuerdo; peor aún, complicaron todavía más la de por sí complicada situación.

Las frustradas negociaciones terminaron en la madrugada del domingo, con la determinación de realizar la elección interna del candidato ayer mismo, como estaba previsto en la convocatoria. Esa decisión terminó dándole la razón al senador Chavarría, el principal impulsor de que el candidato fuera elegido en urnas abiertas a la ciudadanía, y mostró la escasa seriedad que el ex alcalde de Acapulco concedía realmente a las pláticas.

La mejor prueba de esto último son los comentarios hechos el viernes en la noche por el líder de la fracción del PRD en la Cámara de Diputados, Pablo Gómez, y por otros integrantes de ese organismo presentes, quienes criticaron “la soberbia” de Zeferino Torreblanca pues con ello estaba frenando el acuerdo (El Sur, 14 de agosto).

Momentos antes, Armando Chavarría había expresado una queja por la manera en que Zeferino Torreblanca y su equipo habían estado manejando ante los medios el contenido de las negociaciones. En la visión de los zeferinistas, Chavarría pretendía “arrodillar” a Zeferino Torreblanca, queriendo decir con eso que los chavarristas querían apoderarse de todos los puestos de la administración pública estatal, pero la verdad era muy distinta, como expuso Chavarría en presencia del presidente nacional del PRD, Leonel Godoy, y que consta en los registros de varios medios.

Después de eso la postura del senador Chavarría regresó a su punto de origen, la elección abierta. No tenía otra salida: habiendo accedido a negociar con Zeferino Torreblanca, éste lo estaba haciendo ver públicamente como un “chambista” y como un político movido por el “reparto del botín”.

Si publicitar una negociación en curso es una irresponsabilidad, publicitarla como hizo Zeferino Torreblanca era un indicio claro de que no estaba tomando con seriedad las pláticas con Armando Chavarría. “Negocio en privado y lo exhibo públicamente”, era la estrategia zeferinista. Y con esa estrategia dinamitó las pláticas, acaso sin percatarse de que también causó un severo daño a la unidad partidaria y a quien resulte candidato.

“Chavarría dijo que se sostenía en su postura ante la campaña de difamación en los medios que lo presenta como un ’mercader de la política, y que eso lo colocaba en una situación difícil en la que pagaría el mayor costo”, publicó El Sur el sábado. Pues sí. Y en esas condiciones era natural que el senador volviera a su posición original.

Si el acuerdo era difícil, lo fue más en las circunstancias de los últimos cinco días. Hoy sabemos que, como lo fue siempre, lo más razonable era preservar y privilegiar la elección como el medio más adecuado y conveniente para resolver la disputa por la candidatura. Lo sucedido en estos cinco días es la prueba más palpable de lo anterior. Si algo faltó en las conversaciones, fue seriedad y disposición, elementos sin los cuales cualquier negociación está destinada al fracaso. Y ese fracaso tiene responsable. Pero Zeferino Torreblanca es un político “atípico” que cree que el mundo le debe perdonar sus inconsistencias personales y sus contendientes someterse a sus caprichos.

La elección y lo que viene

En el momento de escribir este artículo no podíamos conocer el resultado de la elección interna de ayer. Sin embargo, es posible analizar los dos escenarios que podrían presentarse. Partamos de dos premisas: la primera, indiscutible, es que con cualquiera de los dos precandidatos tiene el PRD la posibilidad de ganar la gubernatura en febrero de 2005; la segunda es que a partir de este día lo primordial para el PRD será garantizar la unidad partidaria para conservar e incrementar las posibilidades de triunfar en febrero.

Como partido, el PRD concentra probablemente las mayores preferencias electorales, independientemente del candidato que presente. Esta probabilidad es respaldada por las crecientes cuotas electorales conseguidas por el PRD en la última década. El hecho que estas tendencias muestran es que el PRD podrá contar con las mismas posibilidades de alcanzar el gobierno tanto si el candidato es Zeferino Torreblanca como si lo es Armando Chavarría.

La propaganda zeferinista difundió en los últimos meses la versión de que sólo el empresario acapulqueño era capaz de ganarle al PRI, lo cual es absolutamente falso. Dar crédito a esta versión es pretender, como en efecto pretende el grupo zeferinista, que Zeferino ha sido la causa del crecimiento electoral del PRD, cuando el contador Torreblanca no fue pionero electoral ni siquiera en Acapulco, papel que le correspondería presumir al actual alcalde Alberto López Rosas.

En realidad, Zeferino Torreblanca se benefició de la consistente racha electoral que el PRD ha vivido en Guerrero de 1997 a la fecha. Por eso ganó la alcaldía de Acapulco en 1999. No se trata, desde luego, de negar su aportación a las cuentas perredistas; pero tampoco debe exagerarse el papel que este político “atípico”                         ha tenido en ello, pues finalmente ha sido una tarea colectiva de la que nadie puede apropiarse.

En cuanto a la unidad, si el candidato resulta Zeferino Torreblanca ya puede el PRD poner sus barbas a remojar. La estructura de su pensamiento le impide percibir la realidad tal y como es. Si cuando su principal oponente había aceptado ya negociar su retirada no fue capaz de encaminar correctamente esas negociaciones, ¿se puede esperar algún comportamiento sensato una vez que tenga en sus manos la constancia de mayoría que lo convierta en candidato? ¿Se puede esperar disposición de su parte hacia el resto de las fuerzas perredistas, si ya advirtió que una vez que sea candidato no entablará negociaciones con nadie? La experiencia indica que Zeferino Torreblanca es quien menos garantías de unidad ofrece al perredismo.

Armando Chavarría, en cambio, es un político habituado a negociar, virtud sin la cual un político –incluidos los “atípicos”— está perdido. Esa virtud es la que le permitió a Chavarría atraer a grupos del PRI, del PT y del PRS, además de las corrientes internas que lo apoyan. Y la que, de resultar triunfador, le permitiría emprender la reconstitución del PRD con miras a la victoria en febrero.

Quizá anoche mismo se haya conocido al ganador de la interna. Pero no era necesario llegar a este domingo para saber quién representa qué, y qué ofrece a las posibilidades de la alternancia política en Guerrero.

[email protected]

468 ad