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Marcial Rodríguez Saldaña

Lemas de campaña: Nosotros somos el cambio

 

 El PRI en Guerrero ha anunciado parte de su campaña publicitaria con miras a la elección del 6 de febrero de 2005; incluye como lema Yo soy el PRI. Con ello, pretende levantar el orgullo partidario, el arraigo de la militancia, el fervor de la filiación política.

Las campañas electorales son laboratorios ideales para poner a prueba la teoría, el saber, el conocimiento y la experiencia sobre esta disciplina, de la cual existe un bagaje acumulado por casi medio siglo, empezando con las elecciones presidenciales en Estados Unidos y luego se ha perfeccionado en las elecciones de los países europeos hasta extenderse en todos los lugares donde hay procesos electorales competitivos.

El PRI en Guerrero se juega el todo por el todo, y ya se observa la clase de campaña que se avecina: la más ruda, la más alejada de todo principio de ética política. El fin de conservar el poder justificará todos los medios que pueda utilizar a su alcance.

Las declaraciones del candidato a gobernador del PRI se contradicen con su propósito de que la campaña sea de un debate de altura, pues el opinar frecuentemente de los procedimientos internos que se desenvuelven en el PRD para seleccionar su candidato a gobernador constituye una intervención indebida en los asuntos internos de un partido que podría contestarle que en su candidatura fue despreciada la militancia, pues se les negó el derecho de participar en la selección de su candidato, tal y como lo refiere el diputado Carlos Sánchez Barrios y muchos militantes priístas, como los regidores de Acapulco que han renunciado el PRI por estas razones.

Las campañas son la oportunidad para el ingenio de la mercadotecnia electoral, los lemas, que son las frases de identidad, son parte de ella; por eso, cada paso de la campaña por la gubernatura será la mejor ocasión para confrontar dos proyectos que se disputan el gobierno de Guerrero y que los electores tendrán la posibilidad de elegir entre ellos.

Al lema Yo soy el PRI, bien podría ponérsele enfrente Nosotros somos el cambio, pues en realidad éste sería un debate a fondo entre las dos propuestas para gobernar el estado. Qué bien que el PRI no se esconda, no busque camuflaje en alianzas que le hagan perder su identidad, que asuma todos los costos de los saldos de sus gobiernos, y que la oposición representada por el PRD junto con los partidos, organizaciones y ciudadanos que estén a favor de la alternancia, se asuman como la opción del cambio, así de sencillo.

Habría que confrontar durante toda la campaña los mensajes en medios, el que ya aparece con un militante priísta orgulloso de su partido diciendo “Yo soy el PRI”, y una multitud evocando y enalteciendo “Nosotros somos el cambio”; habría que imaginarse en los cafés, en las plazas públicas, en los mercados, en las colonias, en los barrios, en las comunidades y por doquier, esta lucha entre lo que representa el PRI y lo que ofrecerá la oposición, como una alternativa nueva para Guerrero; el cambio es el mensaje que penetrará hasta lo más profundo de las conciencias de los electores, quienes al momento de ir a las urnas, en su inmensa mayoría no dudarán en dejar atrás el pasado que representa el PRI y elegir a un nuevo gobierno encabezado por el PRD.

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