Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Juan Angulo Osorio

QUINTO MUNDO  

La (in) definición del PRD

El partido que se supone encarna las posibilidades de modernización de la política, de una nueva relación entre gobernantes y gobernados, se encuentra al borde de un cisma. Buena parte de sus dirigentes vive puertas adentro de esa formación política y de espaldas a la sociedad, y eso le impide reencauzar el rumbo y tomar decisiones que desde el mundo de los ciudadanos parecen lógicas y de sentido común.

Durante tres elecciones consecutivas –de 1993 a 1999– lanzó al mismo candidato para alcalde de Acapulco, el principal municipio de Guerrero y emblemático en el país y el mundo. Ese candidato fue competitivo en las dos primeras y ganó la tercera.

Como presidente municipal no encabezó ninguna revolución, pero dejó la percepción en amplios segmentos de la población de que gobernó con honradez y eficiencia un Ayuntamiento que se manejó como botín por los anteriores alcaldes priístas.

Esta percepción entre los electores fue decisiva para que un candidato del PRD sucediera a Torreblanca en la alcaldía de Acapulco, y para el triunfo en los siete distritos electorales locales y los dos federales.

Por eso, en la perspectiva de las elecciones de gobernador, era lógico y de sentido común que el nombre de Zeferino Torreblanca apareciese en el primer lugar de los probables candidatos del PRD para ese cargo.

No es porque fuese un candidato de mercadotecnia, es decir, inventado a fuerza de spots publicitarios y de derramar millones de pesos en convenios de publicidad. Por el contrario.

Ni tampoco por su cercanía con la dirigencia de la malograda Rosario Robles, o con ella en particular. No existe la percepción de que Torreblanca sea un político palaciego, que para obtener cargos ande detrás de los dirigentes con actitudes de zalamería o que urda intrigas para chantajear y ganar posiciones para él o para su grupo. Por el contrario.

Así estuviese en la presidencia nacional del PRD un enemigo político de Torreblanca, éste tendría que ser tomado en cuenta forzosamente y de todos modos aparecería en el primer lugar entre los probables candidatos a gobernador.

Frente a Torreblanca, el adversario que queda en la definición de la candidatura a gobernador es el senador Armando Chavarría.

Quien comenzó su carrera política como dirigente estudiantil en la UAG, en tiempos en que ésta enfrentaba la persecución del gobierno de Rubén Figueroa Figueroa, no ha podido saltar con éxito de la lucha social y reivindicativa al de la lucha electoral.

Ha sido diputado federal y ahora senador, pero sin haber conquistado en las urnas ambos cargos de representación popular.

Independientemente del balance que se haga de su gestión primero en la curul y luego en el escaño, lo cierto es que la misma ha sido insuficiente para proyectarlo como un político conocido y reconocido entre los electores guerrerenses.

Desde el principio la corriente cívica a la que pertenece, en alianza con el alcalde de Acapulco Alberto López Rosas, y el combativo perredismo de Teloloapan que ahora encabeza el presidente municipal Modesto Brito, se propuso llevar la contienda por la candidatura hasta la definición en urnas. Y por eso siempre desde el chavarrismo se descalificó a las encuestas.

Sin embargo, toda la estrategia mediática del chavarrismo –por cierto muy costosa según las evidencias– tenía el objetivo de aumentar su porcentaje de preferencias electorales en las encuestas. Los anuncios espectaculares, los spots de radio y sobre todo de televisión –que incluían horarios o programas estelares como los partidos de futbol– estaban dirigidos no al militante o al voto duro perredista, sino a la población abierta, aquella a la que se dirigen los encuestadores.

Si en las primeras encuestas de las que se comenzó a hablar daban a Chavarría un 8 por ciento en las preferencias electorales, la levantada por empresas contratadas por el CEN del PRD le dieron 11 por ciento. Todo el esfuerzo mediático apenas habría alcanzado para ganar tres puntos más.

Por eso vino de nuevo la avalancha de críticas contra las encuestas, al punto en que desde el chavarrismo se dijo que las mismas fueron inventadas o elaboradas en alguna computadora del CEN del PRD.

En este contexto, ningún partido en ningún país del mundo se permitiría dudar de quién debería ser su candidato. Pero dicen que el mismo Leonel Godoy dice que el PRD ganará en Guerrero sea quien sea su candidato. Adelante.

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