Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Héctor Manuel Popoca Boone

 Tiempo de reflexión y compromiso

 

Durante las horas nocturnas que pasé bajo la hospitalidad forzada que me brindaron algunos líderes radicalizados, el pasado domingo, en una colonia precarista de Coyuca de Benítez, tuve la oportunidad de meditar en varias cosas. En primer lugar, me vino a la memoria la conceptualización de que la pobreza extrema, junto con un nivel bajo de educación, lleva a cualquier grupo social que la sufra permanentemente, al punto de desesperación y exasperación que, tarde que temprano, deriva en violencia social.

Me trasladaban continuamente de una casa a otra. Supongo que era una medida para evitar mi rescate. Al final me dejaron en un lugar alto, donde divisaba, en toda su extensión, la colonia Tierra Digna. Colonia producto de una invasión a terrenos de un particular. Todas las casas son de bajareque, de dos cuartos a lo sumo y de láminas de cartón.

En una décima parte de las mismas, un taxi-vochito, de modelo antiguo y semidestartalado, estaba estacionado al lado de cada casa. Es la forma de ganarse la vida de algunos de ellos. Una de sus demandas por el bloqueo eran los permisos para poder trabajar en Acapulco sin que los delegados de transporte y policías de tránsito los acosaran. Me acordé del exhorto del cabildo acapulqueño al gobernador del estado, de no otorgar más concesiones.

De no dárselas u otorgarles otras posibilidades de empleo digno, reflexionaba hacia mí mismo, pronto los veremos en Acapulco vendiendo droga o robando. Estoy seguro que harán hasta lo indecible pero no dejarán de darles de comer a sus familias aunque sea magramente, como yo también lo haría. Es el instinto primario de conservación de nuestra descendencia, el cual todos tenemos.

La mayoría de ellos seguramente no sabe que constitucionalmente tienen derecho a la salud, al trabajo, a la nutrición, a la educación, a la vivienda, a los servicios públicos, etc., etc. Y si se los dijera, me hubieran preguntado de cual churro fumé. Algunos son violentos y golpeadores, pero yo me pregunto si existe mayor violencia que las mismas circunstancias perennes que los obliga, mayoritariamente, a no salir nunca de la pobreza en que están inmersos. La violencia insurrecional de un grupo social esta directamente correlacionada al límite de supervivencia económica de las familias de la mayoría de los insurrectos, me decía a mí mismo; pensando en los alzados de Chiapas.

Días antes, el presidente municipal de José Azueta, Amador Campos Aburto, me decía: “Secretario, usted conoce la pobreza rural, pero lo invito a conocer la pobreza urbana; acompáñeme cuando usted guste a cualquiera de las múltiples colonias pobres que existen en Zihuatanejo. Se va a cimbrar”. Ahora me consta que no exageró en su dicho.

También tuve la oportunidad de conversar largamente con Efraín Torres Fierro. Los otros, Benigno Guzmán y Héctor Ponce no se prestaron. No sé si por estar avergonzados de las vejaciones que sufrí a manos de sus huestes o por soberbia. Lo cierto es que en la noche todos me trataron bien. Muy diferente trato me dieron en el día.

El primero me dijo que la bronca no era conmigo. Reconocía que yo les estaba cumpliendo parcialmente, aun cuando no con la oportunidad deseada. El pleito era con otros secretarios que no les habían cumplido, pero sí engañado. De ahí su coraje e irritación. Pero el que dio la cara por el gobierno estatal fue usted, me dijo, y no tuvimos otra alternativa que apañarlo, como garantía para que nos cumplieran lo ya pactado o para que los recibiera el gobernador.

Preocupados por la posible demanda que por secuestro y agresión física interpusiera ante las autoridades correspondientes, les dije que no lo haría; suficiente tenían con los delitos federales que cometieron al obstruir, por cuatro días consecutivos, la carretera federal. Eso no quería decir que aprobaba sus métodos de lucha, ni los eximía de la responsabilidad que como líderes tenían de los desmanes de sus representados. Les señalé que, por sus propias carencias, la gente lumpen es la más susceptible de ser manipulada y alebrestada por parte de sus dirigentes. Y ellos perfectamente lo saben.

Es más, les afirmé que con ese tipo de conducta recurrente, desprestigiaban cualquier lucha y liderazgo social. Se colocaban como simples rufianes, cuya práctica era la extorsión económica a la ciudadanía. Como lucradores sociales ávidos de los presupuestos públicos o apoyos gubernamentales.

Las señoras que me atendieron en la colonia, me decían que no estuviera agüitado. Les contestaba, irónicamente, que no tenía tal agüitamiento o temor. Que ya estaba templado, al recordar las golpizas, persecuciones y cárcel que sufrí, por periodos breves, a manos de los esbirros del presidente Luis Echeverría, en mis años mozos. El calor humano que estas mujeres mostraban en la noche, cocinando y durmiendo a sus hijos, contrastaba enormemente con el espíritu aguerrido que demostraron en el día, en el bloqueo del puente.

El tiempo nocturno que pasé en la colonia Tierra Digna fue de cautiverio corto y de reflexión larga. De reafirmación de mi compromiso social. De fortalecimiento de mi convicción de que los programas de gobierno y los recursos públicos deben ponerse al servicio preferencial de los más necesitados. De no cejar, con mi grano de arena, en el destierro para siempre de esta maldita pobreza extrema en Guerrero y en México. De exhortar a los líderes sociales a no desvirtuar o corromper la lucha social.

 

PD1. El domingo pasado por la mañana, el gobernador del estado me instruyó apersonarme en el puente de Coyuca de Benítez, sobre la carretera federal Acapulco-Zihuatanejo, para atender las demandas de los líderes mencionados en este artículo, ante el conocimiento de que lo iban a bloquear. Me dijo que ya iba para allá el subsecretario de la Secretaria General de Gobierno, José Luis Trujillo, para que me ayudara. Trujillo nunca llegó.

PD2. Ya en la noche, en la colonia, causó desconcierto y enojo de los líderes, una llamada telefónica de Rey Hilario, director de la Secretaría General de Gobierno, en la que, estúpidamente, les dijo que la audiencia ya pactada con el gobernador del estado para el lunes por la mañana, no se llevaría a cabo con él sino con el Mayor Luis León Aponte. Perversidades del sistema gubernamental. No importa, aguanto vara.

PD3. No estuve secuestrado ni retenido en la colonia Tierra Digna. Digamos que estaba voluntariamente a güevo.

PD4. Mi reconocimiento público al profesionalismo con que desempeñaron su labor periodística Karina Contreras y Karina Tejada, incluso a deshoras. La cobertura que hicieron permanentemente de los lamentables sucesos, contribuyó a mi seguridad personal. Gracias por los cigarros que me llevaron.

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