Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jorge Salvador Aguilar

El proceso perredista y las encuestas del doctor Simi  

Era finales de 2002, terminaba una exitosa (en términos de imagen) administración de Zeferino Torreblanca, en la presidencia municipal de Acapulco; al frente del PRD se encontraba otra exitosa figura mediática, Rosario Robles; la popularidad de Andrés Manuel López Obrador frisaba el 80 por ciento; a las mentes pragmáticas, que abundan en la cúpula perredista, esto les hacía salivar con un triunfo en el 2006; un bocado así, pensaban, amerita pagar el precio que sea necesario.

Un candidato ajeno al perredismo parecía encaminarse sin problemas a ser el representante de la izquierda guerrerense, toda era cuestión de operación política; había que mantenerlo alejado de los debates internos, invertir en los medios para hacer crecer su imagen; impulsar que se adopte la encuesta para definir al candidato. Pero, ¿y si los perredistas guerrerenses optan por la elección? La popularidad de Torreblanca era tan arrolladora, los aliados nacionales tan poderosos, que esa posibilidad era nula. La estrategia era segura, el PRD se encaminaba a su sexta gubernatura, que sería un escalón más hacia Los Pinos.

Lo único que requería Torreblanca era ir acrecentando sus alianzas al interior del perredismo, estudiar sus luchas, adoptar sus banderas, respetar sus tradiciones y liderazgos. Pero sus protectores le dijeron al ex alcalde que él se encargara de consolidar los 50 mil votos que faltaban al PRD para ganar y que les dejara a ellos los 400 mil del partido. No hubo nadie que condujera el proceso para abonar la candidatura de Torreblanca. Algo muy común en las mentes autoritarias, que piensan que la realidad debe acomodarse a sus deseos.

Un sector del partido que, a pesar de la apabullante mercadotecnia, se sentía insatisfecha con la candidatura de Torreblanca, fue generando a contracorriente una propuesta de izquierda en la persona del senador Armando Chavarría. En lugar de acercarse a convencer a ese núcleo, el zeferinismo y la cúpula nacional se dedicaron a golpear al chavarrísmo, a cercarlo, a avasallarlo. Con la colaboración de algunos medios locales, emprendieron una campaña para pregonar las virtudes de la encuesta y los peligros del plebiscito. Pero esto se hizo con tal torpeza que, en lugar de ganar adeptos, esta estrategia fue descomponiendo el ambiente en las filas perredistas hasta llevar el proceso a la polarización en que ahora se encuentra, minando gravemente las posibilidades de triunfo del partido.

No es censurable que una dirección tenga simpatías por un candidato; por su capacidad de ver el panorama integralmente, aquella está obligada a tener una visión de cuál es el liderazgo que conviene a un estado y debe darse a la tarea de inducir y convencer de éste a quienes no comparten su punto de vista. Pero el Comité Nacional del PRD, no sólo no jugó este papel de conciliador e inductor de una candidatura “conveniente”, sino que se convirtió en una facción más, para imponerla descaradamente y dio al traste con su papel de dirección.

Hoy nadie dirige el proceso interno; éste se desarrolla en automático, al libre juego de la grilla, la calumnia y la mercadotecnia. Ningún dirigente ni instancia tiene autoridad moral para poner orden; según la legalidad interna del PRD, el método para elegir al candidato debe ser por elección el 15 de agosto, pero uno de los candidatos y los medios de comunicación locales, se dedican a cuestionarla, para invalidar desde hoy los resultados, si les son adversos. Por la forma oscura en que fue hecha, que ni el mismo comité estatal, principal responsable del proceso, tuvo injerencia, la encuesta carece de total credibilidad. Ni el mismo Leonel Godoy sabía qué empresas las habían realizado; tarea que le encomendó al secretario general del CEN, Carlos Navarrete.

Por la incapacidad de la dirección del PRD, la posibilidad de ganar Guerrero para la izquierda se está diluyendo entre los engranajes de la ineptitud y la marrullería. Si Zeferino es el candidato ganador del perredismo, como aseguran sus partidarios, no lo sabremos, pues de llegar a ser su abanderado, gran parte de su fuerza se verá seriamente mermada por las torpezas del CEN para imponerlo; Si Chavarría es quien representa el proyecto de izquierda que debe gobernar Guerrero, va haciéndose cada vez más difícil corroborarlo, porque de ganar la elección, es poco probable que su principal adversario se avenga a los resultados.

Ante la ineptitud de la dirección del PRD, no queda más que la responsabilidad de los militantes                                         de ese partido,                                         la sociedad guerrerense y los aspirantes mismos, para recuperar la racionalidad del proceso. La base del partido debe manifestarse, de la forma que tenga a la mano, para obligar a sus dirigentes y a los prencandidatos a retomar la institucionalidad del proceso.

Si la dirección del partido se ha autoanulado para dirigir el proceso, es la oportunidad de los candidatos para mostrar su visión de estadistas, para sentarse a dialogar y signar un pacto que los comprometa a respetar el proceso y a hacerlo creíble, para convertirlo en el punto de arranque de la alternancia guerrerense.

Las encuestas similares del doctor Navarrete

Las encuestas pueden ser un magnífico instrumento para planear campañas, detectar necesidades y para lanzar una nueva mercancía, pero según Roy Campos, director de Mitofsky, a las encuestas “se les está asignando una responsabilidad que les es imposible cumplir. Los partidos están tratando de descargar en ellas la selección de su candidato a la Presidencia, pero ¿cómo van a seleccionarlo cuando los partidos son los que tienen estructura e ideologías? Ni los encuestadores ni las encuestas somos capaces de hacerle este trabajo a los partidos”. Sordos a las opiniones de los expertos, algunos personajes siguen fabricando liderazgos con encuestas; uno de ellos es Víctor González (el doctor Simi), que en una irrefutable encuesta, publicada en la revista Proceso, informa que tiene 40 por ciento de preferencias ciudadanas, 14 puntos por arriba de López Obrador. ¿Quien podría dudarlo? ¿Qué ganaría con mentir? Carlos Navarrete mandó a hacer una encuesta Similar, que cuidadosamente filtrada, coloca a Zeferino Torreblanca por encima de Armando Chavarría; como lo dijimos, son SIMILARES.

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