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Lacas de Olinalá, tradicional trabajo artesanal que se extingue poco a poco

Los hijos de los artesanos ya no siguen la costumbre y emigran hacia Estados Unidos

Ismael Catalán Alarcón

“Cajita de Olinalá

de la sierra de Guerrero

de un amor de ya cuanto ha

tu fuiste el secretero…*

 

Olinalá se ubica al noreste de Chilpancingo en la llamada región de La Montaña.

Es conocida en el mundo entero por las cajitas, baúles, jícaras, arcones, biombos, camas, escritorios, comedores, etcétera, que ahí se hacen utilizando finas maderas de un árbol aromático que se llama linalóe.

Para que nos enteren de todo lo que ocurre alrededor de estas hermosas artesanías orgullosamente guerrerenses, platico con Juan Rendón Pérez y su esposa, Carlota García Rivera, quienes vinieron a la capital del estado a la presentación de la revista Hojas de Amate. Trajeron consigo cajas vírgenes y materias primas para mostrarlas a los interesados.

El señor Juan es un cincuentón: blanco, alto y pelo entrecano. Recuerda que fue su padre quien le enseñó el oficio de la carpintería, en tanto que de su señora madre aprende todo lo relacionado con el proceso de laqueado. “También nos acercamos mis hermanos y yo a otros artesanos para mejorar nuestra técnica”, apunta.

Se lamenta de que esta artesanía que tanto trabajo le ha proporcionado a sus paisanos y tanto brillo internacional le ha aportado al estado, se esté perdiendo. “Los padres ya no les enseñan a sus hijos. Sólo a algunos les han podido dar estudios, pero al concluirlos no encuentran trabajo”.

Recuerda que sólo hace unos cuantos años era el 70 por ciento de la población la que se dedicaba a la producción de lacas, y ahora lo hace un 40 por ciento.

Su familia enfrenta una desgarradora realidad: 2 de sus 4 hijos, a pesar de que están enamorados de la artesanía y que también aprendieron a trabajarla, se tuvieron que ir a Estados Unidos de ilegales, pues aquí la venta de lacas ha ido a la baja y otro tipo de trabajo “nunca lo encontramos”.

 

…y desde que se acabó

ese amor no tiene ya

fragancia ni suave olor

poco a poco se te va…

El proceso

Se cree que el origen de la artesanía en Olinalá data del siglo XVI, en que un sacerdote de apellido Alzate enseñó a los lugareños a aplicar pigmentos y lacas de origen vegetal sobre la madera del árbol de linaloe. Para hacer una cajita de Olinalá hay que aplicar alrededor de 32 pasos, afirma el señor Rendón, mientras su esposa continúa con la demostración pública.

–Se cortan los trozos de madera de linaloe…

–¿Todavía hay?, le interrogo.

-Sí, solo que se encuentra muy lejos. La traen de las cercanías de Huitzuco y del estado de Puebla. Posteriormente se cura hirviéndola en agua caliente e insecticida. Luego se pasa a la carpintería a fabricar la pieza; mas tarde hay que resanar los defectitos y lijarla; enseguida hay que barnizarla y dejarla secar. Después de ello se procede a rayar y a puntear el objetivo.

Con las manos maltratadas por el uso diario de las lijas, las maderas, las piedras, los aceites y las pinturas, don Juan Rendón menciona que para el proceso de rayado en la madera, se usan una pluma de guajolote y una espina. “Con ellas se trazan figuras. Ya que se terminó el rayado se continúa con el punteado, que consiste en trazar puntos de colores con pincel o puntilla de tinta china”. Posteriormente, en el caso de las cajitas, se embisagran y se barnizan.

 

Las pinturas

 

…Pero que importa

cajita de Olinalá

si el perfume se te quita

si el aroma se te va…

 

Los artesanos de Olinalá utilizan para la elaboración de sus pinturas, elementos tan extraños como la corteza del árbol de encino, de la cual se extrae al ser molida un polvo negro que se llama Tolte; también utilizan una piedra de color dorado que se llama Tecoxcli. Esta es una roca blanda que al lavarse en agua, se desintegra y el líquido se torna espeso. Se deja que se asiente el lodito y luego se tira el agua.

El sedimento que queda se muele en el metate. El polvo obtenido, se mezcla con la tierra de tolte (encino); al resultado de esa mezcla se le llama Tecoxcle. Para diluir ya en las piezas artesanales, se usa el aceite de chía que es preparado por los propios artesanos. Lo extraen de unas semillitas que llevan a vender de Temalacatzingo o de San Martín Jalapa. Las asan para luego triturarlas. Así sale el valioso aceite de chía. Ya para decorar las cajitas con color, mezclan la tierra de tecoxcle con aceite de chía y los colores comerciales convencionales.

Comercialización y salud

La señora Carlota García ya ha terminado de levantar su mercancía y comenta que sus productos son entregados para su exposición y venta en las ciudades de México, Puebla, Cuernavaca y Acapulco. En el extranjero, menciona que están vendiendo artesanía guerrerense a una organización de mujeres en Francia. La utilidad de las ventas allá sólo alcanza el 30 por ciento respecto al precio de producción, “pero algo es algo”.

–¿Hay enfermedades derivadas de su oficio? les interrogo.

–Sí. Probablemente del riñón , como consecuencia del trabajo sentado o de pie. Pero la gente ya toma mucha mas agua y se enferma menos. Al parecer el polvo de la tierra afecta los pulmones, pero… ¡no nos queda otra, hay que trabajar!

El señor Rendón manda un llamado de auxilio al gobierno estatal y federal para que canalicen apoyos encaminados a difundir la artesanía de Olinalá que es única en el mundo. A pesar de que la han querido imitar los japoneses, los alemanes y los norteamericanos, por fortuna no han podido porque los materiales sólo se encuentran en esta región guerrerense. Para terminar, dice casi al borde de la desesperación: “somos artesanos y estamos ahogándonos en la pobreza”.

 

…yo te quiero perfumar

con perfume de pasión

me arrancaré el corazón

y te lo daré a guardar.

 

*Letra: Raúl Isidro Burgos. Música: Antonio I. Delgado

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