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Jaime Castrejón Diez

La razón de Estado

Con los últimos hechos que hemos visto en relación a la comisión de la verdad, de la búsqueda de los culpables de la guerra sucia, es conveniente volver un poco los ojos hacia una teoría que se inicia con Maquiavelo, se consolida con los consejeros de Bismarck en Alemania en el siglo XIX y que se llamó la razón de Estado.

Norberto Bobbio define: “La teoría de la razón de Estado consiste en la tesis según la cual el Estado, cualquiera sea su forma, es decir su régimen y sus dimensiones, tienen una tendencia orgánica a buscar el continuo incremento y consolidación de su propia potencia en detrimento en último análisis, de cualquier otra finalidad. En otras palabras, al perseguir tal objetivo tienen irresistiblemente, si parece útil para el fin, a violar las normas de la moral y del derecho, es decir a usar los medios de la violencia más despiadada”. Esta definición nos pinta claramente lo que caracteriza a un Estado autoritario. Es decir el Estado trataba de imponer su autoridad sobre la población y naturalmente para eso necesitaba instalar un monopolio de la fuerza.

Poco a poco el mundo ha evolucionado, saliendo de ese concepto cerrado de la supremacía del Estado a ser cambiado por algo que involucra una nueva definición, el Estado, en última instancia no es el soberano o el gobierno; el Estado lo conforman el gobierno y gobernados. Ambos con igualdad de derechos, ambos con las limitaciones que impone la moral y la ley.

Bobbio considera que la razón de Estado es una concepción pesimista de la naturaleza humana, ante la imposibilidad de que haya una convivencia pacífica entre los hombres, la fuerza coercitiva se utiliza para mantener ese orden en que el Estado reina supremo sobre los gobernados. En esta concepción política los gobernados tienen la obligación de acatar las leyes y la moral, pero en contraste, el gobierno no tiene estas limitaciones.

Afortunadamente ya estamos lejos de esta concepciones y con el concepto de derechos humanos y la normatividad que defiende al individuo del poder omnipotente del Estado se ha creado una nueva forma de convivencia que es necesario entender para ver el cambio de actitud de la sociedad ante el gobierno, ante el soberano, porque en última instancia lo que ha hecho la teoría de los derechos humanos es dar sustento a una nueva filosofía de la convivencia. Esto viene a hacer ver que la toma de conciencia de la sociedad ha sido tan importante que ha habido una mutación radical en cuento a la relación Estado- individuo. Bien decía Hegel que el esclavo deja de ser esclavo en el momento en que se da cuenta de su esclavitud. En otras palabras, la humanidad ha experimentado una toma de conciencia. Es por eso que después de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial comenzó un movimiento nacido de esa toma de conciencia de la injusticia y la falta de moral en el concepto de que el Estado puede, para mantener la ley y el orden, destruir la libertad personal y en última instancia destruir el concepto de individuo.

Es claro que la mentalidad de la humanidad ha cambiado y existe una búsqueda de una nueva forma de convivencia, con distintas orientaciones, quienes piensan que es empezar hacia el futuro sin volver la cara al pasado, para evitar las consecuencias que pueden amenazar el presente y la segunda posición es la purificar el pasado y establecer ejemplos que muestren que la realidad de la sociedad es ya otra, para ello castigar a quienes abusaron del poder.

Si observamos nuestra realidad vemos que hay una situación compleja, pues todavía hay quienes creen en la razón de Estado y por otra parte quienes pugnan por el cambio de actitud hacia un gobierno que respete a los gobernados y que si el gobierno o alguno de sus gobernantes viola los derechos de miembros de la sociedad deben ser confrontados con las armas legales del mismo gobierno.

Nuestra realidad se vuelve contradictoria cuando en el mismo gobierno se dan las dos opiniones y no se opta por una sola, se produce una esquizofrenia política que hace que se de la apariencia de un gobierno ambiguo. La razón de Estado ya no tiene sentido, se tiene que modernizar el concepto político. Pero es necesario que la orientación oficial tenga una sola voz o por lo menos una idea común que se traduzca en una política de Estado sin ambigüedades.

No todo en la concepción política es carisma e imagen, también se requiere que haya una definición en lo fundamental que comprometa a un gobierno a una forma de conducta.

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