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Punta Diamante, proyecto residencial levantado sobre vestigios de asentamientos de hace 45 siglos

En 1987 un grupo de investigadores advirtieron a Ruiz Massieu del riesgo que implicaban los nuevos desarrollos turísticos para las zonas arqueológicas, pero el entonces gobernador dio luz verde a la compra-venta de terrenos. Diecisiete años después, y tras la denuncia de Sabino Palma, el INAH hace una advertencia a las poderosas desarolladoras inmobiliarias

 Aurelio Peláez

En la zona de Punta Diamante, y en particular en el área de Playa Majahua, se ha encontrado la cerámica más antigua de México, con una antigüedad de 4 mil 500 años, lo que evidencia la existencia de una civilización anterior a la llamada cultura madre del país, la Olmeca, cuyos orígenes se remontan a los 2 mil 500 años.

Sobre esa zona siguen construyendo los grupos Desarrollo Residencial Real Diamante y Grupo Mexicano de Desarrollo, y ahí está asentado el hotel Quinta Real, que fue de los primeros en beneficiarse de la expropiación de la zona que en 1987 hizo el entonces gobernador José Francisco Ruiz Massieu, con el fin de vender esa zona para construir hoteles de lujo.

Este 31 de mayo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), respondió al oficio de Sabino Palma –cabeza de una familia que mantiene un litigio con el gobierno estatal por la propiedad– quien pidió a esta institución que verificara si las construcciones no afectaban las zonas arqueológicas.

El INAH reconoce que en el lugar hay tres zonas arqueológicas, y que notificará a las constructoras que eviten afectar este “patrimonio”, que de por sí ya se encuentra como propiedad privada. No obstante, durante 15 años ha dejado hacer –y deshacer– a las constructoras.

De la excursión a la investigación

El profesor e historiador Rafael Trejo Moreno, quien desde 1983 ha realizado trabajos de investigación en las zonas arqueológicas de la ciudad, en particular en la colonia 5 de Mayo, aunque también en Punta Diamante, recuerda que en 1987 un grupo de investigadores advirtieron al gobernador Ruiz Massieu el riesgo que implicaban los nuevos desarrollos turísticos para las zonas arqueológicas.

En respuesta, Ruiz Massieu les envió como su representante al entonces delegado del INAH (no recuerda el nombre), quien les dijo que si de cuidar la arqueología se tratara “Acapulco se tendría que construir en un segundo piso”.

Profesor de la Preparatoria 7 de la UAG, cuenta que se interesó en la arqueología local “a partir de noticias de los muchachos de la zona, nos llevaban piececitas, de la colonia 5 de Mayo (en La Sabana), y Majahua, en la parte oriental de Puerto Marqués, que era una zona rocosa”.

A partir de ahí comenzó a organizar excursiones, que se convirtieron en investigaciones de campo, y que le valieron recolectar unas mil 300 piezas.

Los Brush

En 1959 los estadunidenses Charles Brush y su esposa Ellen, estuvieron de vacaciones en Quinta Mahajua. Ambos tenían estudios de arqueología. En la playa encontraron algunas piezas prehispánicas. Pusieron atención a esas figuras primitivas y de cerámica porosas y reunieron más piezas.

Para investigar su edad las llevaron a la Universidad de Texas en Austin y a una refinería petrolera. Encontraron que tenían una antigüedad de 4 mil 500 años, lo que quiere decir que antes de los Olmecas (2 mil 500 años), ya había una cultura que podía cocer el barro y practicar la agricultura.

Estos hechos están también referidos en el libro Asentamientos Prehispánicos de Acapulco, de Alejandro Martínez Carvajal, editado por el ayuntamiento de Acapulco, cuando era alcalde René Juárez (1991-1993).

Los Brush se dedicaron entonces a investigar la zona, y la ubicaron en el periodo protopeolítico, donde se practica la caza, la pesca y la agricultura. Con su investigación en Guerrero ambos presentaron tesis doctorales en la Universidad de Columbia.

Al trabajo le dio seguimiento la arqueóloga de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) Marta Cabrera, quien escribió el libro Los primeros pueblos de Acapulco, basado en parte en el trabajo de los Brush.

El descubrimiento de los Brush causó revuelo en el mundo especializado, porque confirmó la tesis divulgada 15 años antes de Miguel Covarrubias en el libro México Antiguo (en coedición con Alfonso Caso), donde esboza la teoría de que el origen de las civilizaciones en México estaría en el Pacífico y no en el Golfo, una versión distinta a la oficial, recuerda Rafael Trejo.

La tesis de Covarrubias y de los Brush fue minimizada por los gobiernos de entonces, pues Acapulco estaba en “el boom de la especulación de la tierra, de manera que este acontecimiento arqueológico importante fue borrado por el presidente Miguel Alemán y sus cuates”.

En Caleta, un investigador de origen sueco, Mordon, en 1946 presentó los resultados de una investigación realizada en Caleta, donde habla de la existencia de montículos, calzadas, ojos de dios (piedras hendidas para captar agua), “pero cuando viene la remodelación todo esto es destruido”, recuerda Trejo.

La Sabana

En La Sabana, “nosotros (en la preparatoria) estuvimos yendo a la llamada Ciudad Perdida, una zona de mayor riqueza no sólo en cerámica, sino en hachas de piedra. Todavía hace años encontrábamos morteros grandes con hendiduras, el antecedente del metate, que los pobladores lo usaban como adorno o para darle de comer a los cuches”.

Además era una zona de petroglifos y donde se encontraban restos de cerámica. “Yo tuve un registro del lugar, cuando regresé hace unos años a la 5 de Mayo la calzada prehispánica estaba cubierta por la calle principal, y sobre un montículo se construyó la escuela primaria Emiliano Zapata; un muro de 25 metros ya estaba desperdigado entre las casas”.

Recuerda que ahí y en Puerto Marqués, “yo junté mil 300 piezas que doné al museo de la Casa de la Cultura, a petición de Wolf Schoenberg (quien donó el espacio) y de María Inés Huerta (la entonces directora), para hacer un museo didáctico; salió ella y eso se acabó y se perdieron las piezas, no sólo esas sino otras más importantes. Ahora hay ahí un salón de deportistas”.

Hablando de pérdidas, Rafael Trejo recuerda que Punta Diamante está considerada en libros como la Enciclopedia Salvat y la Historia General de México. En la Revista Nacional de Arqueología, en las últimas clasificaciones ubican a Puerto Marqués como el lugar donde se encontró la cerámica más antigua.

El profesor universitario recuerda que hace algunos años en el Fuerte de San Diego                                             había una reproducción del INAH de la zona arqueológica de Punta Diamante, con las nuevas orientaciones históricas, pero que quizá por el patrocinio de los ricos al fuerte y porque había el interés de construir una marina, la reproducción se quitó.

Lamenta que el material de los Brush se haya perdido “porque cada cosa arqueológica que se pierde es única e irrepetible. Club de Yates hay miles, pero piezas de esas son únicas”.

“En Acapulco hay una conspiración contra la memoria”, remata.

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