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Marcial Rodríguez Saldaña

El descarte de Fox y Marta Sahagún

En el juego de la baraja, el descarte significa la acción de tirar las cartas que no entrarán a la suerte, excluirlas de la competencia; en el campo de la política, el descarte se traduce en la exclusión o renuncia de un proyecto político como ha ocurrido con el auto descarte de la señora Marta Sahagún como posible candidata a la Presidencia de la República en el 2006.

El tema de la sucesión presidencial, la disputa por el poder político personalizado más importante del país, ha estado contaminando el ambiente político nacional y en gran medida esto ha obstruido el camino para construir acuerdos políticos estructurales de largo alcance como la Reforma del Estado y ha hecho que la alternancia tenga desilusiones, veredas sinuosas e innecesarias y cause desaliento a la sociedad.

La responsabilidad directa del adelanto tan anticipado de la sucesión presidencial la tiene el presidente Vicente Fox, pues él fue quien poco después de su tercer informe de gobierno, a la mitad de su camino hizo público el anuncio de que la carrera por la Presidencia de la República había comenzado. Este hecho provocó dentro de los miembros del gabinete de Fox que naturalmente tienen aspiraciones a suceder al presidente, que intuyeran que Fox ya tenía una percepción, un cuadro político de la sucesión y al no compartirlo se sintieran marginados; por ello casi todas las renuncias al gabinete han tenido como causa común su desacuerdo con el presidente en este tema, la de Jorge Castañeda, Felipe Calderón y recientemente la de Alfonso Durazo.

El anuncio de Fox adelantando la sucesión trajo como consecuencia la inestabilidad en su gabinete y en el gobierno federal, pero lo más grave es que ha dado lugar a la inestabilidad política nacional, pues tanto al interior del gabinete como en las fuerzas políticas nacionales se concluía que Fox tenía ya su estrategia para imponer a su esposa Marta Sahagún como candidata a la Presidencia de la República, lo cual ha motivado enfrentamientos entre instituciones gubernamentales, como la agresión hacia el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, apareciendo ante la opinión pública como un conflicto por la sucesión presidencial, que desatiende las verdaderas demandas ciudadanas como la seguridad pública y de ahí la protesta en la marcha nacional con el mensaje: “déjense de pleitos y póngase a trabajar todos por nuestras causas.”

El problema de la candidatura presidencial de Marta Sahagún no ha sido un asunto de género, pues en México ya hemos tenido mujeres candidatas a la Presidencia de la República como las señoras Rosario Ibarra de Piedra y Cecilia Soto postuladas por el PRT y el PT; no hay duda que en México hay condiciones para que una mujer pueda ser candidata y presidenta de la República; el conflicto se deriva de que la señora Marta es la esposa del presidente Fox, y en esa calidad forma parte de una estructura de poder real que se sobrepone o está por encima de los propios secretarios del gabinete y alentar su candidatura presuponía que contaba con la anuencia, consentimiento y apoyo del presidente Vicente Fox.

Por el hiperactivismo político de Marta Sahagún, que implica una permanente intervención directa en los asuntos públicos del país asumiendo facultades metaconstitucionales, ha descuidado los tareas naturales que han desempeñado las esposas de los presidentes de la República, de abocarse a la atención de grupos socialmente marginados; ésta es la razón por la que su eventual candidatura significaría la posibilidad de una reelección de la pareja presidencial, lo cual violaría el principio de renovación periódica de los cargos de representación popular en nuestro régimen republicano.

La circunstancia de que Vicente Fox se pusiera de lado no sólo de una candidata, sino de su propia esposa trajo los desencuentros con integrantes de su gabinete como los que han renunciado, incluidos panistas de viejo cuño como Felipe Calderón y con los dirigentes de otros partidos como el PRI y el PRD quienes también consideran tener posibilidades de ganar la Presidencia de la República en el 2006.

Por esta razón no han existido avances significativos en las reformas estructurales que requiere el país pues el presidente Fox se había puesto del lado de una de las aspirantes, renunciando a su calidad de árbitro que siempre debe tener un presidente de la República en la sucesión en un régimen democrático; lo que ha ocurrido es que como en el juego de futbol cuando el árbitro se pone de                                               lado de un equipo y sólo le marca las faltas al adversario empieza un golpeteo fuerte y concluye en una batalla campal, que es lo que ha existido en estos últimos meses en el ámbito político nacional.

Más vale tarde que nunca, como dice el refrán popular; Fox se ha visto obligado a salir al paso y Marta Sahagún también, al declarar públicamente que no aspira a suceder a su esposo en la Presidencia de la República en el 2006. Este descarte del juego de la sucesión, viene a tranquilizar las aguas revueltas de la política nacional; Fox tiene la oportunidad política de recuperar el liderazgo de la institución presidencial, aprovechar el poco tiempo que le queda para convocar a las principales fuerzas políticas nacionales al diálogo, avanzar en la agenda de temas que sean susceptibles de acuerdos, distender el ambiente político con el Congreso de la Unión y con el jefe de Gobierno del D.F. y preparar la sucesión con garantías para todos los contendientes, con una postura imparcial en donde haya una transición institucional de la Presidencia, que le permita al país consolidar su democracia y a Fox –como es su deseo– vivir con Marta Sahagún tranquilo en su rancho San Cristóbal después del 2 de diciembre del 2006.

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