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PÁGINAS DE ATOYAC

* Tirsa Rendón Hernández, un personaje de La Isla de la Pasión

Víctor Cardona Galindo

La Isla de la pasión es una película sobre la tragedia de Clipperton, que salió a la luz pública en 1941. Dirigida por Emilio Fernández.
Laura Restrepo escribió también una novela con ese nombre que publicó en 1989. Hubo, además, una radionovela y numerosos libros se han escrito sobre el litigio internacional de la isla.
La isla de Clipperton fue descubierta entre 1519 y 1521 por Fernando Magallanes, quien la bautizó como “Isla de la Pasión”. Aunque otras fuentes aseguran que el descubridor de esa porción de tierra fue Álvaro Saavedra que la denominó Médanos en 1921. En lo que todos coinciden es que muchos años más tarde sería la guarida del famoso pirata inglés Jonh Clipperton, de quien heredó el nombre y por eso mismo se ha dicho que en ese lugar dejó escondido un cuantioso tesoro.
Clipperton está a mil 200 kilómetros de Acapulco. Hasta allá llegó una guarnición militar enviada por Porfirio Díaz a ocupar la isla que en ese momento se disputaba con el gobierno francés que la reclamaba como suya.
El joven oficial del ejército mexicano Ramón Arnaud  Vignón y su adolescente esposa Alicia Rovira desembarcaron recién casados, vivieron ahí cinco años de felicidad, después vendría la tragedia.
Eran once soldados los que conformaban la guarnición bajo las órdenes de Arnaud. Llevaban hijos y soldaderas. Según Laura Restrepo en su libro La Isla de la Pasión llegaron a Clipperton el 30 de enero de 1908.
En esa isla poblada por “cangrejos, cuyos caparazones eran de rojo brillante” y gran cantidad de pájaros bobos, nacieron Ramoncito y Alicia Arnaud Rovira.
Cuando Porfirio Díaz abandonó la presidencia, Ramón Arnaud vino a tierra firme y pidió al presidente Madero que le renovara las órdenes de permanecer en la isla. Cuando hacia los preparativos para regresar, nació su hija menor, Olga. Fue en ese tiempo cuando se vino el golpe de estado de Victoriano Huerta. El joven militar ya le había cobrado amor a la isla y buscó que el gobierno del dictador lo enviara de nuevo a Clipperton. Lo logró.
Tomando como fuente al historiador José Manuel López Victoria: “el 26 de diciembre de 1913, el capitán segundo Ramón Arnaud, su esposa doña Alicia Rovira y demás familias estuvieron en Acapulco para embarcarse a Clipperton. Se embarcaron hasta el 7 de enero de 1914 en el Korrigan II, con sus tres pequeños hijos y Altagracia Quiroz. Iban también el subteniente Picazo y diez soldados para la guarnición de Clipperton, el guardafaros Francisco Solano y el teutón Gustavo Schultz, empleado de una compañía guananera, quien regresó al poco tiempo”.
Los habitantes de la isla no sabían que al triunfar la revolución constitucionalista el ejército huertista fue disuelto y “con él el 43 Batallón de Infantería acuartelado en Acapulco, al que pertenecía la guarnición de Clipperton” comenta Ramón Sierra López. Por tal motivo nadie se interesó por enviar provisiones o rescatar a los mexicanos que se encontraban en Clipperton. Debido a la falta de provisiones empezaron las enfermedades, hombres y mujeres adultas murieron por escorbuto. La mayoría de los menores se salvaron porque para ellos estaban reservados los tres cocos que las palmeras producían por semana. En 1915 sepultaron a 15 personas.
También la naturaleza se ensañó con ellos. Según López Victoria “El 4 de octubre de 1916 azotó a la isla un despiadado temporal que averió el faro y destruyó el almacén de las provisiones. Cuando todavía no aminoraba la tormenta el capitán Arnaud, un teniente, un cabo y un soldado abordaron un bote para ir en busca de ayuda para sus familias, el 5 se hicieron a la mar y murieron ahogados al hundirse el bote”.
El único soldado sobreviviente, el negro Victoriano Álvarez, sometió sexualmente a las mujeres abandonadas y se proclamó Rey de Clipperton.
Cuando Álvarez, quien desde un principio había sido nombrado por Arnaud como guardafaros, se convierte en protagonista de esta historia sólo vivían la esposa de Arnaud, Alicia Rovira, los tres hijos de estos: Alicia, Olga y Ramón; Altagracia Quiroz, Juana Nolasco que fue asesinada por el Negro; Rosalía Nava, Francisca y Antonio Irra, los tres hijos de soldados y Tirsa Rendón. Los hombres ya habían muerto, a uno lo mató un tiburón, a otros los eliminó el escorbuto. Los demás murieron ahogados.
Para complicar las cosas, el seis octubre la viuda de Arnaud tuvo a su cuarto hijo. Luego nacería Guadalupe Cardona hija de Tirsa Rendón.
Dice Miguel González Avelar en su libro Clipperton, isla mexicana: “Un soldado que había vivido aislado por el rumbo del faro, en el otro extremo de Clipperton. Era el colimense conocido como el Negro Victoriano, que había tenido dificultades con Arnaud por razones de disciplina, había sido confinado al área del faro y librado a sus propias fuerzas. Medio viejo, fibrudo, estevado y de mal carácter, náufrago entre los náufragos tenía sobradas razones para odiar a las sobrevivientes”.
Con astucia Tirsa Rendón preparó una comida de pájaros bobos –Escribe López Victoria– “La hizo en el faro donde asistieron las mujeres sometidas y cuando el negro comía, Tirsa lo mató a martillazos, de esa manera se libraron del tirano” y ese mismo día pasó el barco norteamericano Yorktown que las rescató y las llevó sanas y salvas a Salina Cruz Oaxaca. Eran once sobrevivientes los que desembarcaron del Yorktow el 21 de julio de 1916.
Después de la aventura, con tintes de pesadilla, que vivió en Clipperton, Tirsa Rendón Hernández, ya viuda se quedó a vivir con su hija Guadalupe en Atoyac, en la calle Cerrada de Boca Negra de la colonia Sonora, donde se alquilaba de peona, de caporal, cortaba y pilaba café. Vendía mezcal en un pequeño expendio que tenía en las márgenes del arroyo Cohetero.
Ramón Sierra López cronista de Tecpan escribe la biografía de Tirsa Rendón Hernández en su libro Tecpan historia de un pueblo heroico basándose en el testamento que ella dejó antes de morir en 1949.
Doña Julia de Jesús Téllez de 88 años, describe a Tirsa Rendón como una mujer “alta delgada, blanquita, de ojos chinos y grandes. Al principio lavaba ajeno, planchaba y vendía blanquillos de gallina. Como era trenzuda para trabajar se recogía el cabello y se hacía una panocha, hacía pan cuando llegó”.
Todas las noches se hizo ritual que don Isaías Rendón Gómez les contara a sus hijos la historia que le transmitió su madre de lo que en realidad aconteció en Clipperton. Ahora el coreógrafo Isaac Rendón Reyes El Chaca es el heredero de esa memoria y la cuenta con pasión.
Doña Tirsa, originaria de la población de Santa María municipio de Tecpan de Galeana fue a dar a la Isla de Clipperton como esposa del teniente del ejército federal, Secundino Ángel Cardona.
Laura Restrepo describe a Tirsa Rendón como “una muchacha morena, maciza de carnes, oblicua de ojos y de carácter irreductible”. Comenta: “ante todo fue una soldadera, mujer de pasmosa sangre fría y de fortaleza machorra. La dura, la que no sabía de poesías ni creía en el más allá, de gran fuerza física y valor”. Tirsa es caracterizada numerosas veces por la mencionada autora como: “La brava, la fuerte, la que conseguía, ella sola, tres cuartas partes de toda la comida que consumían”.
A Perril comandante del Yorktown le llamó la atención “La que parece más resuelta y de personalidad más enérgica es Tirsa Rendón, la viuda del teniente de la guarnición. Tan pronto llegó, pidió prestada la máquina de coser de la intendencia, y sin perder tiempo, se puso a fabricar prendas de dril para los niños”. Eso dejó asentado el militar norteamericano en su cuaderno de anotaciones.
El Chaca la describe como una mujer valiente y astuta: “trabajaba de peona y herraba ella sola las vacas”. Cuenta que una vez golpeó a un hombre con la espada que fue de su esposo y que trajo de Clipperton, lo dejó sin sentido y aprovechando que el hombre no se movía lo enredó en un petate y mandó a su hijo Isaías a tirarlo al arroyo Ancho que en ese momento estaba crecido. Pero en el camino el hombre se quejaba por eso Isaías lo bajó del burro y lo desató. El hombre jamás volvió a molestar a Tirsa.
Además de Guadalupe, la hija del teniente Secundino Ángel Cardona, Tirsa fue madre de Isaías, Micaela y Alicia. “Tirsa Rendón era tan fuerte que era capaz de atender sola su parto, así tuvo a sus hijos y los educó de una forma salvaje pero con mucho amor, los hizo fuertes, porque era una mujer sola y con su valor se hizo respetar”.
Hasta la calle cerrada de Boca Negra llegó el Indio Fernández para que Tirsa le contara la historia, “pero ella a ver que no le ofrecían ningún crédito le dio información falseada, porque le vio fines de lucro”. Isaac Rendón comenta que en las publicaciones se dice que a su abuela le dijeron como matar al negro, pero la verdad es que ella lo hizo sola “no hizo plan con nadie, a ella le salió el coraje y ella sola mató al negro, porque era una mujer salvaje. Las otras eran frágiles o damas de sociedad”.
Isaac cuenta que en 1941, bajo la dirección de Indio Fernández, montaron el drama en Atoyac. Se presentó en el Cine Álvarez. Invitaron a doña Tirsa y cuando llegó anunciaron “ya llegó la heroína”, pero al entrar le cobraron la admisión de ella y de sus tres hijos. Cuando estaba la presentación ella se reía porque la obra no encajaba en la realidad. Antes de que terminara el drama abandonó el cine. Se fue molesta porque le cobraron la entrada y ya no quiso los honores que pretendían darle al final”.
Cuando Tirsa llegó esa noche a su casa le dijo a su hijo: “tráeme un mezcal”, luego sentada en la hamaca le narró a Isaías la verdadera historia de Clipperton. Después a menudo se la contaba hasta que murió. Por eso Isaías se la relataba a sus hijos para que supieran quien fue su abuela.
Con muchos esfuerzos doña Tirsa compró una parcela por el rumbo del Ocotal, en el ejido del Rincón de las Parotas donde sembró con sus propias manos una huerta de café que cultivaba sola con su hijo Isaías. Trabajaba mucho “mataba y capaba marranos ella sola”.
Estando en Atoyac se carteaba con Alicia Rovira, “se quisieron mucho, por eso le puso Alicia a su hija menor, que aún vive en la colonia Sonora”. Isaac dice que había una foto donde venía Tirsa en la proa del barco que las rescató, con la gorra de militar de su esposo y con su hija Lupe en los brazos. “Tenía muchos documentos, pero un día le dijeron que le iban a formular un consejo de guerra porque había matado a un militar, ella se enojó y destruyó todos los documentos incluyendo la bitácora del barco en el que se vinieron”.
“Incluso se escapó de Salina Cruz luego que se bajaron del barco, porque las mismas mujeres que venían con ella le decían que la iban a enjuiciar por haber matado a un militar. Ella como pudo se vino porque traía unas monedas que ya no valían. Se quedó en Atoyac por estrategia, por si la buscaban por el crimen; por eso no se fue con su familia a Santa María”. Está sepultada en el panteón viejo de Atoyac junto a su hija Guadalupe Cardona.
Clipperton dejó de ser territorio mexicano en 1931, por un fallo favorable a Francia que emitió el árbitro el rey italiano Víctor Manuel III.

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