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Jaime Castrejón Diez

Dilema nacional

Con la tercera intervención del secretario de la Defensa insistiendo sobre la posibilidad de que México necesita una reconciliación nacional e inclusive del perdón, se abrió una serie de interpretaciones que mostraban que el país estaba entrando en un proceso en que tendría que haber decisiones profundas para poder mantener el rumbo de la estabilidad en la Nación. Hubo dos interpretaciones, una con relación a la escalada de la confrontación entre el gobierno federal y el gobierno del Distrito Federal. Esto era visto también como una necesidad de conciliación. Pero la mayoría lo interpretamos como una alusión al problema de los crímenes del pasado y a la acción que en los próximos días deberá tomar el gobierno federal.

La reconciliación entre el gobierno federal y el gobierno del Distrito Federal parece estar lejana, pero yo no creo que esto haya sido el centro de la advertencia del general Clemente Vega García de que el país “se podría ir de las manos”. Lo que es un hecho significativo es que la escalada entre dos figuras políticas centrales en la vida de nuestro país está forjando un clima de incertidumbre y naturalmente debilitando no sólo a los grupos involucrados en la confrontación, sino a toda la estructura de partidos, inclusive a todo el concepto de gobierno.

Pero, yo creo que el verdadero centro de la intervención del general Clemente Vega García, plantea un dilema a la Nación: o se castiga a los culpables de la guerra sucia o se perdona y olvida. Este es el dilema que confrontan las autoridades del país y que saca a la luz muy claramente el secretario de la Defensa.

La opinión se divide en dos bandos, la parte que busca el perdón y el olvido, involucra a mucha gente relacionada con las fuerzas armadas y a muchos analistas que fueron testigos de las intervenciones de las fuerzas armadas y de los mandos civiles cuando la estabilidad del país se vio amenazada. En este sentido dice, y dice bien, los militares cumplieron con su deber, el mismo Presidente cumplió con su deber que en la toma de posesión protestó: cumplir y hacer cumplir la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos y la confrontación de los disidentes con el Estado representaba un franco peligro a su integridad. Hay que pensar también que hace 30 años la razón de Estado era una de las filosofías centrales en el ejercicio de la política, el mismo Jesús Reyes Heroles escribió extensamente sobre el tema. Si bien los soldados y quienes estaban encargados de vigilar las instituciones actuaron fuertemente para frenar esas amenazas, también hubo posiblemente excesos que se pudieran echar en cara, hay que recordar la idea de Ortega y Gasset de que el hombre reacciona según las circunstancias, que en los momentos en que estos actores intervinieron estaba amenazada la misma estructura del Estado.

En el otro lado del espectro están quienes dicen: tienen que ser juzgados y tienen que ser presentados ante la opinión pública como delincuentes aunque después se les perdone. Esta posición que han tomado muchos de los que participaron en el 68 nos hace pensar que hay un cierto aspecto de venganza, lo que es natural para aquellos que fueron vejados, ofendidos o simplemente los familiares de quienes perdieron la vida en aquellos tiempos.

Pero también hay que recordar que hubo una amnistía y en ella entraron muchos que ahora se han vuelto la parte acusadora que en aquellos momentos también delinquieron. Cuando se hizo la amnistía no se diferenció, sin embargo habría que preguntar a los familiares de don Eugenio Garza Sada, de Aranguren, del Cónsul de los Estados Unidos en Guadalajara, si fueron consultados durante la amnistía para que primero fueran juzgados los amnistiados de aquella época, hubo quienes asesinaron –a Aranguren y Garza Sada–, quienes secuestraron, –al Cónsul de Guadalajara– uno de sus secuestradores, fue amnistiado y llegó a ser senador de la República otros han sido diputados, funcionarios y vemos a muchos amnistiados tomando posiciones importantes en la vida política nacional.

El dilema es claro y con seguridad no se va a dar gusto a toda la gente ni a la sed de venganza de unos ni a quienes suscriben la razón de Estado del otro. El general Clemente Vega García en su intervención muestra dos cosas: una es su preocupación ante este dilema nacional, pero también detrás de esa intervención está posiblemente el temor de que hay inquietud en las fuerzas armadas ¿Seguirán actuando para defender al Estado mexicano o tendrán que perfilar sus acciones con un ojo puesto en los derechos humanos y a una responsabilidad posterior que les impida defender en su momento a las instituciones?

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