Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Carlos Pérez Aguirre

Nuevo gobierno, viejas confusiones

Es escandaloso que el gobierno federal, con toda la tecnología y los medios con los que cuenta, aún no halle indicios de los jóvenes secuestrados, no obstante haber presumido que tiene ya en resguardo a un gran número de delincuentes. La pregunta es, después de tanto tiempo y tantas supuestas investigaciones, ¿qué pasa?
Lo cierto es que el descrédito, por esta terrible masacre, del gobierno priista del presidente Enrique Peña Nieto a nivel internacional y nacional es mayúsculo, tanto como el descrédito de Los Chuchos que cobijaron a un gobernante-delincuente.
Por otra parte, respecto del nombramiento del nuevo gobernador Rogelio Ortega Martínez, en un principio a todos pareció una buena decisión para salir del periodo, que lleva ya varios sexenios, de gobernantes corruptos e insensibles que padece desde hace muchos años la entidad guerrerense. Ortega Martínez es un académico que ha participado en las luchas sociales en Guerrero, y de ellas la más significativa, por el esfuerzo para cambiar la perspectiva sociopolítica de antidemocracia que aún lacera a la sociedad mexicana y superar la pobreza, la de los movimientos guerrilleros de los años setenta. Además, se decía de Rogelio Ortega que era un buen negociador con conocimientos y militancia en la política universitaria. Sin embargo, en estos primeros días de gestión ha generado una gran desconfianza y, sobre todo, incertidumbre; tal parece que sus prendas académicas, como las de muchos que se dedican al estudio y no a la acción, es más bien teórica y falla estrepitosamente en la práctica. ¿Por qué?, a reserva de parecer demasiado exigente con su desempeño, se debe decir que la primera acción impostergable del nuevo gobernante era llamar o ir con los padres de los agredidos en Iguala, ser solidario con ellos y encabezar con ellos las acciones para la búsqueda de los jóvenes desaparecidos. Debió también reunirse con los estudiantes de Ayotzinapa y establecer mecanismos, con todo el apoyo del gobierno estatal, para establecer acciones concretas de investigaciones confiables, trasparentes y apegadas a la ley para castigar a los responsables, entre ellos el ex gobernador Ángel Aguirre.
Como segunda acción inmediata estaba el establecer mecanismos de comunicación con la indignada sociedad de Guerrero para garantizarle que se hará justicia y, sobre todo, que se actuará contra los grupos fuera de la ley que realizaron la matanza de Iguala, e investigar las miles de muertes más de ciudadanos como los que aparecieron en las fosas encontradas y de todos los asesinatos que diariamente aparecen reseñados en los diarios. Debió garantizarle a esa ciudadanía agraviada la certeza de que ahora la fuerza del estado se utilizará para dar seguridad y tranquilidad a las familias, porque es inaudito que no puedan salir por el gran temor que se cierne y que lleva ya varios años imponiéndose.
Una vez que se tendiesen estos vínculos con los agraviados directos del desastre de ingobernabilidad en Guerrero, se podría continuar con las necesarias relaciones institucionales con el nivel federal, pero sin sometimiento, sin sojuzgamiento, porque se entiende que el actual gobernante no tiene relación con los hechos. Pareció falta de conocimiento (aunque suene grave y raro en un maestro en política) o tal vez olvido de que el poder original emana del pueblo, cuando el nuevo gobernador se volvió zalamero ante el gobierno federal (que mucho tiene de corresponsabilidad por no haber actuado en su momento), y no se quedó ahí, también se desvive en elogios hacia el ex gobernador, incluso mencionando que lo “admira”, aseveraciones graves y ofensivas a la inteligencia del pueblo de Guerrero. Y una más grave, la velada amenaza de represión para conservar el “orden”, lo que se interpretó como una amenaza dictada desde el gobierno federal a los inconformes y manifestantes por la agresión sucedida en Iguala, así como por la falta de resultados de la autoridad gubernamental.
Creemos que los desatinos iniciales corresponden a un azoro y a la característica de que la academia no es igual a ejercicio del poder en la realidad. Esperemos que Rogelio Ortega, por el bien de Guerrero, pronto despierte de su extravió y recupere el rumbo con el auxilio de un verdadero equipo de trabajo.
Titishando: Cada vez, la prensa nacional difunde más datos sobre las relaciones escabrosas que, contrarias al pueblo de México, construyeron los gobernantes de los tres niveles. Para el caso de Guerrero, la colusión del gobierno de Ángel Aguirre nos asombra por el nivel de insaciable codicia que lo corrompió hasta la médula. Por otra parte, también tendrá que investigar el nuevo gobernante el estado de las finanzas públicas de Guerrero, que fueron manejadas por siniestro personaje en quienes recaen acusaciones de corrupción extrema, como la de aquellos millones que se enviaban a la ciudad de México a través del diputado Jorge Salgado, según trascendió en la prensa nacional. Asimismo, es necesario que los universitarios que se incorporen a la actividad de gobierno renuncien o pidan licencia sin goce de sueldo a sus plazas en la UAG, de no ser así estarán cometiendo los mismos actos de corrupción del gobierno anterior. Y recuerden que la sociedad está despierta y analizará todos estos puntos de ahora en delante.

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