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Se convierten los altares de muertos en Taxco en un espacio de manifestación en libertad

Pese a la influencia del festejo de Halloween en México, el Día de Muertos en Taxco han logrado mantenerse vivo a través de la instalación de múltiples ofrendas, no solo en los hogares, atrios de iglesias y plazuelas, sino en las calles y el mismo zócalo de la ciudad.
Si en los más modestos hogares los Días de Muertos no pasan inadvertidos con las ofrendas y altares para recordar a los familiares ausentes, los espacios públicos se convirtieron desde la década de los 80 en un espacio para manifestarse en libertad.
Ayer se observó una ofrenda en memoria de los estudiantes normalistas, un joven futbolista y otras dos personas masacradas en Iguala el pasado mes de septiembre, sin olvidar la consigna que ha recorrido el mundo sobre los 43 normalistas desparecidos: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.
También evocó a personajes ilustres o populares, sucesos que sacudieron a la sociedad o acontecimientos que a través de éstas hacen voltear la mirada y sacuden de los espectadores.
Desde el ilustre dramaturgo corcovado del Siglo de Oro, Juan Ruiz de Alarcón; el poeta chileno Pablo Neruda, del que una preparatoria lleva su nombre; la sorpresiva ofrenda al artista y arquitecto Juan O´Gorman, quien estuvo en Taxco y dejó huella con un mural dedicado al emperador azteca Cuauhtémoc; además del viajero estadunidense e impulsor de la época moderna de la platería, William Spratling, o la artista Frida Kahlo que también alguna vez vivió en Taxco junto con Diego Rivera, las posibilidades de la memoria, el homenaje y el recuerdo salieron otra vez a la calle.
Con ellos aparecen otras ofrendas dedicadas al recuento de los plateros conocidos y anónimos que ya no están aquí; igual sucede con una larga lista de periodistas caídos en México, para quienes se instaló la ofrenda con la dedicatoria “para los periodistas caídos”.
No faltó una para la Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, en Guerrero, o para los 49 niños muertos en la Guardería ABC en el norte del país.
En el interior de iglesias, en la explanada de instituciones culturales y en las calles, fueron decenas a quienes se les recordó, en gran parte de los casos sin que la mayoría los identifique, aunque hayan sido devotos, fieles, plateros, guías piratas, estudiantes, diseñadores, empresarios o personas abatidas ante la ola de ejecuciones y el clima de violencia que, como en otros lugares, tocó a Taxco.
Por otra parte, el espíritu solemne y festivo quiso instalarse con un singular panteón con calaveras en el zócalo, a los pies de la majestuosidad de la parroquia de Santa Prisca, en medio del trajinar y el ir y venir de lugareños en sus actividades cotidianas y de los turistas.
En la ciudad y los alrededores, en los pueblos y comunidades, la tradición persiste. Para los muertos, ofrendas llenas colorido y aromas, con pan, frutas, cigarros, libros, juguetes, vino, tequila, ropa, calabazas, calaveras y flores, muchas flores amarillas de cempasúchil, velas y veladoras.
Para los vivos, en el mercado, en el panteón, entre los prestadores de servicios y comerciantes, el negocio. Total, como reza aquel refrán: “el muerto al pozo y el vivo al gozo”. (Claudio Viveros Hernández / Taxco).

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