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Martínez Garnelo nunca hizo caso de las denuncias contra Abarca, sostiene Pedro Nava

*Los propios funcionarios del gobierno de Aguirre ponían al tanto al ex alcalde de Iguala de lo que dirigentes sociales decían de él en las reuniones. El entonces subsecretario de Enlace con las Organizaciones Sociales, Demetrio Saldívar, es compadre del edil recién detenido. Se salvó de morir porque lo operaron de una hernia, recuerda el líder de la Organización de Pueblos y Colonias de Guerrero

Zacarías Cervantes

Chilpancingo

El 30 de mayo del 2013, Pedro Nava Rodríguez, integrante de la dirigencia de Unidad Popular (UP) de Iguala, se salvó de milagro. Ese día no estuvo junto a los 8 dirigentes de UP que fueron levantados, tres de los cuales serían ejecutados, porque lo operaron de una hernia en el hospital de Chilpancingo.
El dirigente de la Organización de Pueblos y Colonias de Guerrero (OPCG) pertenecía al grupo de dirigentes que después de la protesta de los miembros de UP en la caseta de la autopista, se trasladarían a las oficinas de Arturo Hernández Cardona para tomar acuerdos respecto a la audiencia que les habían autorizado para la semana siguiente con el entonces gobernador Ángel Aguirre Rivero.
En entrevista, Nava Rodríguez declaró que el día que el presidente municipal de Iguala, detenido este martes en la ciudad de M´eexico con su esposa, José Luis Abarca Velázquez, ordenó levantar a los dirigentes de UP, fue porque los gobiernos estatal y municipal ya habían autorizado la entrega de 900 de un total de mil toneladas de fertilizante que estaban demandando; 800 serían entregadas por el gobierno del estado a través de la Secretaría de Desarrollo Rural y 100 por el alcalde de Iguala.
“Yo le hablé a Arturo (Hernández Cardona), le dije: entonces hay que cumplir los acuerdos, ya no hay que movilizarse como habíamos quedado”, recordó Nava Rodríguez, quien dijo que el plan era tomar el Palacio Municipal ese 30 de mayo.
Pero agregó que Cardona le contestó que ya no tomarían el Palacio Municipal pero que irían a protestar a la caseta y que después los dirigentes se reunirían en su oficina para tomar acuerdos sobre la reunión con el gobernador, que les habían agendado para la semana siguiente.
“Yo le dije que no podría asistir porque ese día me habían programado para operarme de una hernia en el hospital de Chilpancingo”, recordó con un respiro de alivio el dirigente de la OPCG.
“Imagínate si hubiera ido, seguro yo hubiera sido uno de los muertos, porque por mi enfermedad no habría podido correr para escapar como lo hicieron los otros compañeros”, explicó Nava en referencia a Héctor Arroyo Delgado, Gregorio Dante Cervantes, Efraín Amates Luna y Nicolás Mendoza Villa, quienes lograron huir corriendo en un descuido de los pistoleros después de que habían matado a Hernández Cardona, Félix Bandera y Ángel Román Ramírez, cuyos cuerpos fueron encontrados el 3 de junio en el kilómetro 170 de la carretera federal Iguala-Chilpancingo, a la altura de la comunidad Colonia Valerio Trujano, del municipio de Tepecoacuilco.
Los miembros de Unidad Popular sabían desde entonces la peligrosidad del presidente municipal Abarca Velázquez por sus vínculos con la delincuencia organizada, por eso decidieron fortalecer el movimiento creando Unidad Popular, a la que se integraron varias organizaciones, como la OPCG de Pedro Nava, la Unión Campesina Emiliano Zapata (UCEZ) de Arturo Hernández, la Genaro Vázquez Rojas de Rafael Ochoa Ochoa, y la Lucio Cabañas Barrientos de Héctor Arroyo Delgado. Así como comerciantes del centro de la ciudad de Iguala encabezados por Félix Bandera y Ángel Román Ramírez.
Todos constantemente se quejaban del alcalde por sus vínculos con el crimen organizado y alertaron al gobierno estatal en las reuniones con funcionarios del gobierno que los atendían, entre ellos el subsecretario de Enlace con las Organizaciones Sociales, Demetrio Saldívar Gómez, compadre de Abarca Velázquez; el subsecretario de Asuntos Políticos, Misael Medrano Baza, y al propio secretario de Gobierno, Jesús Martínez Garnelo, pero nunca les hicieron caso.
Por el contrario, algunos de ellos ponían al tanto al presidente municipal de lo que los dirigentes decían de él en las reuniones.

La represión siguió después

Hoy que el presunto responsable del levantón a los 8 dirigentes de UP y la ejecución de tres de ellos es el más buscado del país, Nava Rodríguez declaró que el ex alcalde no sólo tenía a su servicio a la policía municipal, sino a los policías estatales asignados a Iguala, a quienes les pagaba a través de civiles para que vigilaran a los dirigentes sociales.
Esto lo supo después de la ejecución de Hernández Cardona, Félix Bandera y Ángel Román Ramírez, cuando el alcalde emprendió una feroz persecución en contra del resto de los miembros de la dirigencia de UP.
Uno de los dirigentes que fue perseguido por el presidente municipal Abarca Velázquez hasta que huyó de Iguala junto con su familia sin que todavía pueda ser localizado por sus propios compañeros, es Rafael Ochoa Ochoa.
El dirigente de la colonia Genaro Vázquez Rojas, quien quedó a cargo de Unidad Popular después de la ejecución de Hernández Cardona, fue detenido por la Policía Estatal el 1 de septiembre. Ese día a las 7 de la noche denunció una riña en la que participaron desconocidos cerca de su colonia y al llegar la policía en vez de llevarse a los rijosos lo detuvieron a él.
Nava Rodríguez dijo que la Policía Estatal le “sembró” una pistola pero que no lo entregaron al Ministerio Público del fuero común o federal, sino que lo entregaron a la Policía Municipal y éstos lo encañonaron con la misma arma en la cabeza y lo amenazaron: “ya vez cabrón por andar de revoltoso”. Después lo liberaron por la presión social y tras pagar una multa.
Pero las amenazas en su contra siguieron por parte de desconocidos que le llamaban o le mandaban mensajes a su teléfono celular, por lo que con la intervención de la Comisión Estatal de Defensa de Derechos Humanos obtuvo seguridad del gobierno del estado.
Nava Rodríguez dijo que a pesar de la protección que tenía por parte de la Policía Estatal, el hostigamiento siguió y finalmente Ochoa no aguantó y huyó a esta capital en donde estuvo refugiado. Un día después de que salió de Iguala, desconocidos allanaron su casa ubicada en la colonia Genaro Vázquez Rojas a pesar de que estaba resguardada por la policía del estado. En esa ocasión se llevaron pertenencias personales y uno de los teléfonos en los que le llegaban las amenazas; el número es el 7331179731 y todavía está en servicio aunque ya nadie lo contesta, “al parecer sólo lo tienen para ver si por ese medio pueden localizar al compañero”, dijo Nava Rodríguez.
El dirigente de la OPCG denunció que cuando Rafael Ochoa estuvo escondido en Chilpancingo, siguió recibiendo llamadas y mensajes de parte de desconocidos que le exigían que les dijera dónde estaba.
Las llamadas y mensajes le llegaban a otro teléfono que le había dado su madre, “él se sorprendió de cómo habían logrado conseguir el número, pues su madre de lo dio en sigilo”, dijo Nava.
Algunas de las llamadas eran de los propios policías estatales que le asignó el gobierno estatal para protegerlo. “Le decían habla el comandante fulano para saber dónde estás, nos llamaron la atención porque no podemos localizarte”.
A finales de septiembre, Rafael Ochoa salió de Chilpancingo hacia Iguala. Antes le dijo a Pedro Nava que sólo iba a vender su casa para regresarse nuevamente y quedarse a radicar aquí definitivamente. Sin embargo desde entonces desapareció junto con su familia, dijo Nava Rodríguez.
“Lo vi desesperado, en una ocasión estuvo recibiendo mensajes y llamadas todo el día hasta que se cansó y dijo: chinguen a su madre, no les voy a contestar y tiró lejos el teléfono celular.
Nava Rodríguez declaró que Rafael Ochoa había decidió salirse de Iguala porque descubrió que hombres armados vestidos de civil pagaban dinero a los policías estatales que le había asignado el gobierno del estado para presuntamente protegerlo, y que se enteró que en realidad lo que hacían era mantener informado al alcalde Abarca Velázquez de sus actividades al haberse quedado al frente de UP.

De Héctor Arroyo nadie sabe

Héctor Arroyo Delgado fue dirigente de la Organización Lucio Cabañas Barrientos, uno de los levantados el 30 de mayo del 2013 y sobreviviente de la masacre.
El 3 de junio, después de que fueron localizados los cuerpos de Hernández Cardona, Félix Bandera y Ángel Román, se comunicó vía telefónica con el dirigente del Frente de Organizaciones Democráticas de Guerrero (FODEG), Bertoldo Martínez Cruz, quien encabezaba una marcha en Acapulco para exigir la presentación de los 8 miembros de UP, cuando todavía no se sabía de su paradero.
Arroyo Delgado le expresó: “Yo ya me voy a la chingada de Iguala porque me van a matar”, y luego le dijo a Bertoldo Martínez que de los ocho integrantes de Unidad Popular que fueron levantados tres fueron asesinados y cinco  lograron escapar.
Arroyo Delgado efectivamente se fue de Iguala, sin embargo hasta los primeros días de septiembre del año pasado permanecía localizable para sus compañeros de organización, sin embargo, hace más de un mes que no ha podido ser localizado él ni su familia directa, según Nava Rodríguez, quien había estado en contacto permanente con él.
Mientras tanto, el también sobreviviente Nicolás Mendoza Villa entregó un testimonio certificado el 25 de julio de 2013 por el notario público 47 del Distrito Federal, Alfredo Miguel Morán Moguel, en el que asegura que fue el propio presidente municipal José Luis Abarca Velázquez quien le dio un balazo a Hernández Cardona con una escopeta tras espetarle: “que tanto estas chingando con el fertilizante”, la noche del 31 de mayo.
Ahora permanece bajo custodia de la Red Solidaria Década contra la Impunidad en espera de que le autoricen sus trámites para salir del país.
El testimonio de Mendoza Villa fue hecho público por la Red Década contra la Impunidad el 25 de noviembre en conferencia de prensa en las instalaciones del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centroprodh) de la ciudad de México, y en marzo de este año hizo la misma declaración ante el Ministerio Público del estado.

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