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“No están solos”, apoyan los capitalinos a padres y compañeros de normalistas que marcharon en el DF

Jacob Morales Antonio

Ciudad de México

Madres y familias enteras lloraron al paso de los familiares de los 43 estudiantes detenidos-desaparecidos por policías municipales el 26 de septiembre en Iguala, durante la multitudinaria marcha en la ciudad de México que fue parte de la acción global por Ayotzinapa, acompañada de un paro de 72 horas convocados por estudiantes de varias instituciones educativas del país.
De acuerdo con los organizadores, en el contingente que partió de Los Pinos al Zócalo de la capital del país participaron unos 150 mil manifestantes, en su mayoría estudiantes de escuela públicas como la UNAM, el IPN y la UAM, pero también de las privadas como la Iberoamericana, el Colegio México y el Colegio Madrid, además de organizaciones como Greenpeace.
El contingente partió minutos antes de las 5 de la tarde, encabezado por los papás y mamás de los 43 estudiantes detenidos-desaparecidos, seguidos de normalistas que la noche del 26 al 27 de septiembre fueron atacados por policías y sicarios de Guerreros Unidos que asesinaron a seis personas, entre ellas tres de sus compañeros.
Cuando la vanguardia de la marcha iba llegando al Zócalo, la retaguardia iba apenas pasando por la polémica Estela de Luz.
En las aceras del Paseo de la Reforma, cientos de personas que pasaban por el lugar y que no participaban directamente en la marcha expresaban, “no están solos”, a los familiares y a los normalistas que encabezaron la movilización.
Adelante de la glorieta del emblemático Ángel de la Independencia estaba la señora Iris Villa Lobo, y como ella, decenas de madres, padres y familias enteras con niños pequeños que miraban pasar la marcha, y al oír a los padres gritar consignas como “vivos se los llevaron, vivos los queremos” y “nos falta 43”, lágrimas de impotencia y dolor rodaron por sus mejillas.
“Me conmueve mucho la historia de los jóvenes del país, es la impunidad y la corrupción en la que vivimos que se refleja en las 43 desapariciones” dijo la señora Iris, que siguió llorando y exclamó “no están solos”.
Los familiares, que llevaban los retratos de los 43 desaparecidos impresos en lonas, y otros pintados por artistas de Guerrero, caminaron a paso rápido durante el trayecto, en sus rostros se reflejaba la impotencia de no saber nada de sus hijos; en el camino todos lloraron.
Durante el trayecto los normalistas que llegaron de todo el país, y especialmente de Guerrero, gritaron “si Aguirre cayó, ¿por qué Peña no?” que era respondido con un “fuera Peña” coreado por los que veían pasar el contingente.
La multitud expresó su dolor y su apoyo a los normalistas y a los padres de los despaparecidos de diversas maneras, con el rostro ensangrentado, pintados con el número 43 en las mejillas, otros con dibujos de balas en el pecho y el abdomen, y otros más caracterizados con recortes de periódicos en los que se presentaban los hechos violentos ocurrido en el país.
Frente a Bellas Artes los padres fueron recibidos por una luna llena brillante en un cielo despejado, de esos que no se ven con frecuencia en la ciudad de México. Alrededor de las 6:30 de la tarde, la vanguardia de la marcha llegó al Zócalo.
Católicos se unieron en el trayecto de la marcha y gritaron “la iglesia consciente se une al contingente”, y dijeron que oran para que los normalistas aparezcan con vida.
Los estudiantes que participaron en la multitudinaria protesta por la aparición de los normalistas exhibieron también banderas con la frases “Ayotzinapa somos todos” y “No más 43, no más 68”.
En la protesta hubo consignas con aerosol en los edificios públicos, bancos y hoteles, que fueron inmediatamente borrados por empleados de limpia de la ciudad de México.

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