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Renato Ravelo Lecuona

La calle de las rosas

De la directora Margarethe Von Trotta, esta cinta alemana (2003) basada en un hecho real de la historia hitleriana, nos hace sentir la fuerza que adquieren las dictaduras para dominar la conducta humana.

Forma parte de una ya larga crónica de cintas que procuran que la raza humana no olvide la serie de atrocidades que ha vivido como gestas nacionalistas e imperiales, puesto  que las siguen viviendo aún y parece no entender. En este caso, el hecho real que relata la directora y autora del guión, resalta como un acto de valor el de decenas de mujeres alemanas que estaban casadas con judíos y  realizaron un plantón frente a la casa donde metieron presos a sus maridos.

Con la tímida exigencia de que se los devolvieran, a manera de resistencia pasiva y aunque aterradas, resolvieron permanecer frente al domicilio de encierro, durante muchos días, lo que resultó ya un desafío al régimen hitleriano y al racismo dominante.

El plantón de la Rosenstrasse, nombre que adquiere su metáfora florida al ser el escenario del valor de esas mujeres que demostraron que los afectos humanos son mas fuertes que la amenazas de un régimen militar que domina absolutamente la vida humana, se relata con bastante sobriedad y sin demasiado dramatismo. El desafío a la dictadura resultaba de la simple solicitud que se cumpliera una norma del gobierno, pues “por ley” los judíos casados con “arias” estaban exentos de ser enviados a campos de concentración, la antesala por donde pasaron los seis millones de seres humanos quemados en crematorios por los nazis.

Bajo el ambiente represivo, la sola solicitud de que se cumpliera esa norma, requería ya de un considerable valor de las esposas ante el despotismo que dominaba como rito y cultura las oficinas gubernamentales.

Pero lo que está detrás del relato resulta más significativo que los hechos narrados y a medida que las preguntas surgen al ir viendo como la “raíz racista del racismo nazi”, valgan las redundancias, estaban ya profundamente adheridas a una mentalidad, a una cultura de odio e intolerancia rayanas en el fundamentalismo.

Esta situación colectiva se representa en la historia de una pareja de músicos profesionales que se aman y casan, corriendo las consecuencias de ser repudiada ella por su padre, aristócrata y acaudalado, que la desconoce como hija por casarse con un judío, aunque famoso y buen tipo.

El racismo como actitud de una aristocracia era compartido por estratos bajos de la población, gracias a los cuales el partido nazi pudo implementar el genocidio mas grande de la historia humana, hasta hoy, dominando a toda una nación bajo el terror. El terror paraliza las voluntades, por una actitud egoísta de sobrevivencia.

Otro profundo interrogante surge al ver como millones de seres aceptaron sin rebeldía una situación humillante, arbitraria, policiaca y represiva, que destrozaba sus vidas, sus bienes, su destino y disponía de ellos.

El terror de Estado fue más poderoso que las minoritarias reacciones libertarias que pudieron sobrevivir y actuar bajo el control policiaco de toda la vida del pueblo. Así vemos y hemos visto escenas de millones de seres dominados y ser conducidos bajo un cautiverio en el que no aparecen reacciones de respuesta, como manadas inmensas de ganado, hacia el sacrificio. La reacción en este caso, es el de la mujer aria que ni humillándose a su padre, suplicándole de rodillas, logra que su racista padre intervenga en favor de su repudiado yerno. No los salva ningún cambio, sino la derrota catastrófica del poderío Nazi, derrotado en la resistencia heroica de San Petersburgo, donde los alemanes perdieron más de la mitad de sus tropas. Según la película, la secuela de este desvastador episodio de la historia, fue una estrategia de olvido y silencio por parte de quienes lo sufrieron, encerrados en su individualidad y del cual las posteriores generaciones no pudieron aprender.

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