Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Moisés Alcaraz Jiménez

El paraíso neoliberal de Gil Díaz

Al recibir una condecoración de la Academia Nacional, el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, declaró el pasado miércoles que a través de una “pésima prensa” se ataca al neoliberalismo, del cual, como todos los promotores de este modelo económico, hizo una defensa a ultranza, acusando a sus “detractores” de no entender y desconocer al “verdadero liberalismo”.

Deliberadamente el funcionario definió al neoliberalismo como una prolongación del viejo liberalismo y más aún dio a entender que ambos son la misma cosa, sólo que, según su punto de vista, esa antigua filosofía está ahora adaptada a los nuevos tiempos de la globalización y el libre mercado, que a su entender son los promotores del progreso y el desarrollo.

Esto es una vil mentira. El liberalismo, especialmente el practicado el siglo antepasado por connotados mexicanos, fue una concepción política, económica y filosófica de corte progresista en el momento histórico en que vio la luz. En tanto que el neoliberalismo, impuesto en México por el capital transnacional durante el sexenio de Miguel de la Madrid y prolongado de manera más salvaje y desnacionalizada hasta el actual gobierno foxista, es un modelo depredador, concentrador de la riqueza nacional en pocas manos y generador de profundas desigualdades sociales.

En su defensa al neoliberalismo, Gil Díaz cita a Friedrich Hayek, economista de origen alemán, cuyas teorías ultraconservadoras alimentaron las peores prácticas racistas de su época y han sido la guía moral de gobiernos de la derecha más recalcitrante en el mundo.   Von Hayek fue el líder que con sus retrógradas ideas orienta el proceder socialmente pernicioso de empresas multinacionales que actualmente saquean a países periféricos y han abierto mercados internacionales corrompiendo gobiernos o apropiándose a sangre y fuego de economías nacionales como lo hicieron durante el gobierno de la Unidad                                           Popular de Salvador Allende en Chile.

El ideario impulsado por Hayek dio origen a poderosas oligarquías.                                           En nuestro país, junto con las enseñanzas de Milton Friedman, retomadas burdamente por Luis Pazos, cuyas “obras” compran por mayoreo los empresarios para regalárselas a sus ejecutivos como parte de su formación, ha sido el abrevadero ideológico de la brutal ofensiva empresarial en contra del Estado mexicano, al que el gobierno foxista busca extinguir.

Que Gil Díaz no se confunda, ni pretenda confundirnos. El neoliberalismo, como forma de gobierno en México desde 1982, no es el viejo liberalismo que practicaron e impulsaron próceres mexicanos. El neoliberalismo actual es aquí y en todas partes una verdadera fuente de destrucción de los Estados nacionales para instaurar los Estados-empresas, que son auténticas plutocracias donde los que detentan el poder económico concentran además el poder político y dan origen a grotescas aberraciones de gobiernos, como el que ha establecido en Estados Unidos George Bush, donde mafias de empresarios corruptos no dudan en utilizar las invasiones armadas, como en Irak, para expandir su imperio, como lo hicieron los empresarios de Halliburton con Dick Cheney a la cabeza, dueño de esa transnacional y político a la vez, que funge como vicepresidente de aquel país.

En el neoliberalismo se trata de aniquilar al Estado, que sólo es visto como gendarme que cuida los grandes intereses económicos privados. El Estado es reducido a su mínima expresión y su lugar es ocupado por el poder económico, que recurre a él sólo como instrumento de represión a la disidencia. En el neoliberalismo se comercializa todo, es el capitalismo salvaje donde todo es mercancía, llegando al extremo de ponerle signo de pesos a la educación, a la salud, al agua potable y a otros servicios básicos que corresponde brindar al Estado como una de sus funciones primordiales, pero en ese modelo es una actividad comercial más ejercida por empresarios privados.

Se producen de esa forma las más espantosas desigualdades sociales y hay ausencia absoluta de justicia social. Sin embargo, dice Gil Díaz, en el neoliberalismo “el comercio se convierte, libre de ataduras proteccionistas, en formidable vehículo de prosperidad”. Habría que precisar para quiénes es esa prosperidad. La realidad es otra. Se trata de un modelo tan socialmente injusto que sus propios creadores, incluidos el Banco Mundial y el FMI, han propuesto variaciones para hacerlo más soportable y aceptable por las masas de población cada día más depauperadas y que deje de ser una gran fábrica de pobreza y marginación, que empiezan a vislumbrarse como un riesgo a su paraíso.

Por sus brutales y desastrosos efectos, sus creadores no aplican irracionalmente este modelo en sus propios países, pero sí exigen que se cumpla en otros, como en México, donde Vicente Fox ha resultado ser más papista que el Papa.

Dice Gil Díaz que la ignorancia es otra de las razones para satanizar ese modelo. Pero no se necesita ser un erudito en economía para entender las crisis de bienestar social que han padecido los países bajo la influencia neoliberal. Él no es un ignorante, pero sí un dogmático que ha hecho del neoliberalismo una religión que no admite cuestionamientos, es partidario de la utopía neoliberal, donde no hay alternativas de solución a la pobreza y donde todo está regulado por el falaz principio de la mano invisible del mercado.

En México llevamos más de dos décadas perdidas, más de 20 años de evidente regresión en materia de bienestar social gracias a este modelo. Y todavía nos quieren hacer creer que esto es el fin de la historia (Fukuyama) donde no nos queda más que la resignación. Sin embargo, hay alternativas más allá del neoliberalismo (José Luis Calva). Hasta ahora esas alternativas se toleran sólo en la teoría y la academia, pero cuando empiezan a estructurarse como proyectos de gobierno, son atacadas por todos los medios, como lo sugiere Jorge G. Castañeda, candidato de Bush a la presidencia de México.

La ofensiva foxista, el golpe de estado que se busca asestar al gobierno legalmente establecido del Distrito Federal, se explica en ese contexto y en esa lógica, donde precisamente Gil Díaz ha tenido un destacado papel.

468 ad