Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Víctor Cardona Galindo

PÁGINAS DE ATOYAC

* Ayotzinapa, una historia de lucha (Quinta parte)

Una vez localizados los restos del guerrillero Lucio Cabañas Barrientos, en el año 2002, fueron homenajeados en distintos puntos del estado de Guerrero, en la fecha en la que se cumplieron 28 años de su muerte. Los restos fueron llevados a las instalaciones de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa Raúl Isidro Burgos donde se graduó como maestro rural en 1963. Su alma mater lo cobijó de nuevo.
“‘Ser pueblo, hacer pueblo y estar con el pueblo’, la frase de Cabañas, se pudo leer en uno de los muros de la escuela, ubicada a 12 kilómetros de Chilpancingo”, registró aquella ocasión la prensa nacional. El diario Reforma entrevistó a la profesora Estela Cervantes, encargada de la biblioteca de la Normal, quien conoció a Lucio cuando cursaba la secundaria en la institución. Ella lo describió: “Era muy listo y ya era líder en su grupo. En la Normal siempre sacó buenas calificaciones. Cuando se fue de guerrillero a la sierra nunca les dijo a los estudiantes de la escuela que se fueran con él, siempre fue respetuoso”. Sin embargo, varios ex alumnos de Ayotzinapa lo siguieron a la sierra, como Inocencio Castro, Rafael Castro, Francisco Ríos, Carmelo Cortés –quien después dejó el Partido de los Pobres para fundar las Fuerzas Armadas Revolucionarias– y Valentín Nava.
La profesora, quien estuvo presente en el homenaje al guerrillero, justificó el hecho de que Cabañas haya optado por la vía armada y condenó el hecho de que todavía se intentaran tomar represalias contra la escuela de la que egresó Lucio, bajo el pretexto de que ahí estudió.
En Ayotzinapa ante la urna con los restos de Lucio Cabañas se realizó un homenaje, con familiares del que fuera líder del Partido de los Pobres. En el patio del plantel se congregaron representantes de las 17 normales rurales del país vestidos de negro y con banderas rojas. Alumnos, integrantes de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) acompañaron con consignas los discursos de los oradores. En las instalaciones de la Normal Rural de Ayotzinapa, unos 200 jóvenes normalistas y representantes de diversas organizaciones realizaron una velación, para la cual colocaron la urna con los restos de Cabañas frente a un altar con un crucifijo y cirios. En la mañana del día siguiente, los restos fueron homenajeados y llevados caminando por Pablo Cabañas y Alejandro Serafín, así como por un grupo de estudiantes, mientras que los demás asistentes le rendían honores y cantaban la Internacional Socialista para despedir a uno de los íconos de las luchas estudiantiles.
Durante las últimas décadas los normalistas de Ayotzinapa han protagonizado cientos de protestas en Chilpancingo y por diversas ciudades del estado que van desde la toma de edificios públicos, retención de autobuses, marchas y bloqueos de avenidas y carreteras, todo encaminado a lograr la sobrevivencia del plantel y sus mejoras materiales. En muchos de los casos la respuesta de la autoridad ha sido el desalojo brutal y con un saldo trágico.
Es que esta escuela, como la mayoría de las otras normales rurales cuyos alumnos se organizan en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, debe de movilizarse para seguir subsistiendo. Cada año mediante marchas y plantones los estudiantes deben arrancar al gobierno el presupuesto, la beca alimenticia y la convocatoria de nuevo ingreso. La lucha para que las normales sigan existiendo es intensa y como se ve ahora, riesgosa.
Muchos estudiantes han padecido la represión selectiva, por ejemplo Rafael Castro Hernández originario de Santo Domingo estudiante de Ayotzinapa está desaparecido desde 1978 y la mañana del 12 de octubre de 1988, el alumno de la Normal Justo Sierra de Campeche Juan Manuel Huikan Huikan quien se encontraba apoyando a Los Tortugos (Como se le llama a los alumnos de Ayotzinapa) fue asesinado con un tiro de AR-15 en el pecho, por un policía estatal que estaba a unos metros de uno de los accesos a las instalaciones de la Normal de Ayotzinapa. El agente agresor fue detenido, pero cinco años después el gobierno lo dejó en libertad.
Otro caso que no quedó muy claro fue el de Fidel Benítez Radilla de 23 años, originario de Tetitlán, quien murió de un supuesto atropellamiento. Él había sido beneficiario de una plaza después de haber participado en un movimiento para exigir al gobierno que las entregara. El 30 de diciembre de 2008 Arturo Hernández Cardona demandó al gobierno del estado la investigación a fondo de la forma en que murió “no creemos la versión de que fue atropellado…Porque en el lugar donde murió a esa hora no circulan muchos vehículos”. Se pensaba que el joven maestro fue ejecutado y acostado en la carretera para que lo atropellaran los autos.
Y el 2009 en Atoyac, hombres armados intentaron levantar la noche del martes 27 de octubre al ex dirigente estudiantil de Ayotzinapa y profesor en la comunidad de Los Laureles, Luis García Álvarez. El maestro logró escapar de sus captores y cuando huía al monte alcanzó a escuchar que uno de los esbirros decía: “no le disparen lo necesitamos vivo”. García Álvarez encabezó la lucha por las plazas para los miembros de su generación y el 15 de septiembre de ese año sustrajeron su expediente de la casa del maestro donde vivía en Los Laureles municipio de San Miguel Totolapan. Para muestra un botón de la persecución que sufren sus dirigentes.
En cuanto a la represión masiva el 11 de febrero de 1998 se dio uno de los actos más violentos de represión a la protesta de los normalistas, fue en el centro de Chilpancingo, durante el gobierno interino de Ángel Aguirre Rivero. En esa ocasión Los Tortugos, apoyados por estudiantes de las otras 16 escuelas que forman la FECSM, se manifestaron frente al Palacio de Gobierno para exigir la liberación de su dirigente Macario Cruz Ventura, que estaba prisionero acusado de delitos políticos como motín, sedición y ataques a las vías de comunicación. Esa vez cercaron el edificio gubernamental más de cinco horas, luego al menos 500 policías antimotines y ministeriales cayeron sobre ellos para desalojarlos en una batalla que dejó 10 normalistas heridos y 57 detenidos.
Una represión que marcó al movimiento normalista se dio en el gobierno de Zeferino Torreblanca Galindo en mayo de 2005, cuando al menos 500 policías antimotines desalojaron del Congreso local a estudiantes de la Normal mientras éstos protestaban en demanda de plazas y de que no desapareciera esa institución. Los efectivos antimotines utilizaron toletes y gases lacrimógenos para retirarlos del lugar. En esa ocasión el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan reportó a 230 estudiantes lesionados, 30 detenidos y dos desaparecidos.
Otra manifestación reprimida con la misma violencia tuvo lugar el 14 noviembre de 2007, también durante la administración de Torreblanca. Los estudiantes habían tomado la sede del Congreso local en demanda de plazas para egresados y la permanencia de la licenciatura de primaria, que pretendía desaparecer la administración zeferinista. Después de cuatro horas, cerca de 800 normalistas fueron desalojados por un millar de policías antimotines y ministeriales después de una confrontación que se prolongó cerca de dos horas y dejó un saldo de 250 jóvenes con lesiones provocadas por el gas lacrimógeno, 10 de ellos con heridas graves por los golpes que recibieron de la policía.
En esa ocasión, la causa de las protestas fue que el gobierno del estado intentaba suprimir la licenciatura en educación primaria, con el pretexto de que en Guerrero los maestros ya no hacen falta, es más sobran. La Normal de Ayotzinapa fue la única que opuso resistencia. En las movilizaciones no participaron las urbanas públicas ni las privadas. El gobernador entonces era Zeferino Torreblanca Galindo, que llegó por el PRD y se había propuesto desaparecer a la Normal, lo cual no logró. Pero ganas no le faltaron.
El 30 de noviembre de 2007 en Acapulco. Unos 50 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa habían tomado la caseta de La Venta de la Autopista del Sol. Cubiertos con sus playeras y paliacates, los estudiantes cobraban una cuota de 50 pesos a los automovilistas que pasaban por esa vía. La toma de la caseta era con el objetivo de recaudar fondos para financiar el movimiento para que el gobierno de Zeferino Torreblanca Galindo otorgara 75 plazas a los egresados. La acción de los normalistas apenas duró 30 minutos, cuando los policías federales llegaron para desalojarlos.
Unos 30 minutos después de iniciada la protesta, comenzaron a llegar grupos de policías federales a bordo de camionetas. La presencia policiaca por sí sola no inhibió la protesta. Pero luego llegaron dos camiones de la Policía Federal Preventiva con unos 80 agentes antimotines con los que reforzaron la valla de los federales montada a unos 150 metros de distancia de la caseta.
Protegidos con escudos los policías avanzaron a paso lento hacia los normalistas que se replegaron a sus autobuses donde fueron golpeados, los estudiantes pretendieron usar unos cohetones que llevaban en costales y cartones, pero algunos policías accionaron extintores en el rostro de los manifestantes. Un pequeño grupo de estudiantes se dispersó por el monte y la ciudad. Pero sus compañeros los buscaron hasta localizarlos.
Aun con todo este historial, Ayotzinapa a veces pierde su congruencia, como en el 2010, cuando apadrinó la generación el diputado local del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Héctor Vicario Castrejón, uno de los políticos más cercanos a Rubén Figueroa Alcocer responsable de la masacre de 17 campesinos en Aguas Blancas. El flamante padrino de generación regaló un busto de cobre de Lucio Cabañas a la escuela que se colocó en el patio de la Normal. Por eso el 9 de agosto de ese año Micaela, la hija de Lucio Cabañas, el luchador social Pablo Sandoval Cruz y estudiantes de Ayotzinapa quitaron el busto.
O como pasó con la generación en la que egresaría Gabriel Echeverría, uno de los jóvenes asesinados en la Autopista del Sol, fue la madrina de generación la secretaria de Educación, Silvia Romero Suárez, y el padrino el sobrino del gobernador Ernesto Aguirre Gutiérrez. En ambos casos no se sabe cuáles fueron los criterios por los que fueron escogidos como padrinos de generación.
En el 2011 como lo hacen cada año, los estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, entregaron un documento a las autoridades estatales para pedir que se garantizara la permanencia de este plantel. Y como cada año, el gobierno de Guerrero ignoró los primeros intentos de diálogo.
Las demandas fueron entregadas por escrito el 9 de septiembre a la titular de la Secretaría de Educación de Guerrero, Silvia Romero Suárez. En el pliego planteaban el incremento de la matrícula escolar para alumnos de nuevo ingreso de 140 espacios a 170, autorizar un promedio mínimo de 7 para acceder a la escuela y plazas automáticas para los egresados.
En lo que parecía una muestra de buena voluntad, el 26 de septiembre del 2011 Ángel Aguirre Rivero visitó la Normal y comió con los estudiantes en el comedor; es el primer gobernador con ese gesto. Les llevó un autobús y material deportivo, y aprovecharon la oportunidad para entregarle personalmente el pliego petitorio y solicitar una reunión para discutirlo. De ahí se vinieron una serie de citas que no se concretaron.
Al verse ignorados en los siguientes meses, los estudiantes acordaron una serie de acciones de protesta a fin de lograr una reunión con Ángel Aguirre. La preocupación básica es que se advertía la intención del gobierno estatal de desaparecer la Normal de Ayotzinapa no autorizando la nueva matrícula.
Por eso el 7 de diciembre Los Tortugos tomaron cinco radiodifusoras en Chilpancingo. El 8 de diciembre bloquearon la caseta de cobro de Palo Blanco y la respuesta de las autoridades fue de amenaza porque enviaron a la policía ministerial reforzada por la Policía Federal Preventiva que llevaba órdenes de desalojarlos.
Sin tomar en cuenta las protestas las autoridades educativas guerrerenses cancelaron varias veces las reuniones pactadas con los estudiantes de Ayotzinapa. Les pospusieron el 4 de octubre y el 9 de noviembre. Luego los colaboradores del gobernador Ángel Aguirre Rivero les aseguraron que serían recibidos el lunes 5 de diciembre. Pero nuevamente se suspendió el encuentro.

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