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Con música de viento, sepultan al sacerdote de Tixtla asesinado a balazos

 

 Teresa de la Cruz Tixtla

En medio de sentimientos encontrados, con música de viento y el perdón de la familia para los “asesinos”, fue sepultado en el atrio de la iglesia de El Santuario de la Virgen de la Natividad en Tixtla, el sacerdote de Cacalotenango, Marco Antonio Crispín Flores, quien fue encontrado muerto el miércoles, a la altura del Crucero de Maxela, a 25 kilómetros de Iguala.

Cerca de la 3 de la tarde, unos mil habitantes –familiares, amigos y vecinos– de Tixtla, ciudad de donde era originario el sacerdote, lo acompañaron en su último adiós con un recorrido por las principales calles. Lo despidieron de la parroquia de San Martín, en la que ofició su primer misa.

El presbítero de Cacalotenango, municipio de Taxco de Alarcón, Marco Antonio Crispín Flores, de 35 años de edad, fue encontrado muerto el miércoles, a unos 300 metros del crucero de Maxela, ubicado a 25 kilómetros de Iguala. El cuerpo estaba amordazado y presentaba dos balazos en la cabeza.

Tras velar el cuerpo en su vivienda, sobre la avenida insurgentes de Tixtla, un contingente de tixtlecos llegó junto con el cuerpo a la iglesia de El Santuario de la Virgen de la Natividad. Allí unos 19 sacerdotes de la diócesis Chilpancingo-Chilapa ya lo esperaban para oficiar la misa.

Durante la celebración eucarística, el                   sacerdote Humberto Cervantes dio el pésame a la madre de la víctima, Carmen Flores, y aseguró que la comunidad eclesiástica se encuentra “entre sentimientos de pena, tristeza, dolor y angustia”.

Hizo un breve recuento de la vida del presbítero asesinado, quien tenía 11 años de haberse ordenado como sacerdote. Luego llamó a los feligreses a que “no estén tristes,                   porque él, padres de Marco Antonio, siempre estaba alegre y esa enseñanza nos debe quedar”.

Dijo que a nombre de la familia y de la iglesia había perdón para los asesinos, “perdón para quienes hicieron esto que tanto nos lastimó, nos duele mucho, pero confiamos en la justicia divina”.

Tras la misa, y con música de viento, el cuerpo del sacerdote de Cacaltenango fue sepultado en el atrio de la iglesia El Santuario de la Virgen de la Natividad, al lado izquierdo de la entrada principal.

Hay dos líneas de investigación, dice el subsecretario para Asuntos Religiosos

A pesar de que la familia otorgó el perdón para los responsables, algunos tixtlecos pidieron que se esclarezca el asesinato; “el no merecía morir así”, dijo una de sus vecinas, Carmen Apreza Espirítu.

Por su parte, el subsecretario de Gobierno para Asuntos Religiosos, Javier Bataz Benítez, entrevistado luego del sepelio, aseguró que por informes de la Procuraduría General de Justicia del Estado se siguen dos líneas de investigación: “una por secuestro y la otra por ajuste de cuentas”.

Reiteró que es “lamentable la muerte del sacerdote”, y pidió a la PGJE que “se esclarezca el caso y se castigue a los responsables. Sabemos que es una situación difícil, pero el gobierno del estado va a poner su mejor esfuerzo”.

Por separado y entrevistado por la mañana,                   el vocero de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Humberto Osorio Refino, consideró que la muerte del sacerdote tixtleco “es un hecho penoso y le corresponde a las autoridades estatales hacer las respectivas investigaciones” para determinar el móvil del asesinato.

Osorio Refino dijo desconocer si tenía algún conflicto en la comunidad, “ignoramos las causas, no sabemos qué pasó, sólo sabemos que es un hecho penoso, lamentable”.

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