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“Es un infierno”, dice la madre de una desaparecida mientras solicita la muestra de ADN en Iguala

Alejandro Guerrero

Iguala

La señora Natividad Susana Castro Basilio viajó desde Ayutla de los Libres hasta el municipio de Iguala con la esperanza de encontrar a su hija María Guadalupe Salmerón Castro, de quien no sabe nada desde el 29 de agosto de 2012, cuando tenía 15 años.
Ella está entre los casi 200 familiares de desaparecidos que se acercaron ayer a la parroquia de San Gerardo María Mayela en esta ciudad, para tomarse muestras de ADN con activistas de Ciencia Forense Ciudadana y la Procuraduría General de la República, con la intención de hallar a su familiar desaparecida.
Con la voz entrecortada por las lágrimas y el llanto que le generan el ver la imagen de su hija en una fotografía que mira mientras narra su historia y que tiene en sus manos, Susana confía en concentrar con vida a la hija.
La adolescente María Guadalupe Salmerón Castro era estudiante de primer grado en la preparatoria Ricardo Flores Magón, de la colonia Piedra del Zopilote, municipio de Ayutla de los Libres, en la regio de la Costa Chica, de donde hombres desconocidos se la llevaron al salir de la escuela, esto frente a sus compañeros de clase.
Narra que los plagiarios nunca se comunicaron con ella para pedir algún rescate por la liberación de su hija, y desde entonces se ha dedicado a buscarla en hospitales, estaciones de policía y depósitos forenses, sin obtener resultados.
Dijo que ella viajó a Iguala durante más de seis horas desde su municipio y con poco dinero, ante la información difundida a través de los medios de comunicación del hallazgo de fosas clandestinas en esta ciudad y la aplicación de pruebas de ADN a través de diferentes instancias.
“Vengo con la esperanza de encontrar mi hija, la esperanza es lo último que se termina y pedirle a Dios de encontrar a mi hija sea como sea”, dijo Susana Castro, quien es madre de otra niña de tres años y viajó a Iguala sola, costeando ella misma el costo de su traslado.
Ella, a diferencia de la gran mayoría de los familiares de desaparecidos, sí presentó una denuncia por la desaparición de su hija en Ayutla.
Tomó la determinación de sacase las pruebas de ADN con la esperanza de que el de su hija no sea uno de los cuerpos hallados en las fosas clandestinas, pues tiene fe en encontrarla con vida, “tengo la fe, como madre, de verla con vida; lamentablemente, sabemos que no es así pero lo que quiero es tener su cuerpo al menos para darle el descanso que se merece, llevarle una rosa, ir a visitarla, saber que está ahí y tener paz, tanto para ella como para nosotros”, dice entre lágrimas mientras cuenta que su vida y la de sus familiares cambió radicalmente desde la desaparición de su hija, “es un infierno el que estamos viviendo ahora”.

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