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Jaime Salazar Adame

Sobre el gobierno civil II

 En esta segunda entrega se explican algunos conceptos que permiten identificar la teoría clásica del liberalismo individualista inglés aportada por John Locke (1632-1704) para la comprensión del origen de la sociedad civil, así como de ciertos elementos que explican la división de poderes que hace la diferencia entre un gobierno monárquico y uno civil.

A partir del supuesto de que un príncipe absoluto reúne en sí mismo el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo sin participación de nadie, no existe juez ni manera de apelar a nadie capaz de decidir con justicia e imparcialidad, y con autoridad para sentenciar, o que pueda remediar y compensar cualquier atropello o daño que ese príncipe halla causado por sí mismo o por orden suya (&91).

La sociedad civil existe para salvaguardia de bienes y vidas y si no cumple con esta función no tiene razón de ser. En las monarquías no hay protección alguna contra los abusos del rey; si en ciertas ocasiones los protege se debe a su propio interés y no a que busque el bienestar popular.

John Locke acepta que en los orígenes hubo monarquías, pero considera que ello no invalida su tesis de que fue el consentimiento colectivo el que creó la sociedad civil. Sobre ese consentimiento se elige la forma de gobierno que más convenga. Además habrá que considerar que las primeras monarquías fueron generalmente electivas.

El consentimiento para formar una sociedad puede ser expresado o tácito. El expreso se entiende de suyo. El tácito se da al acepta vivir en un territorio dado disfrutando de bienes o tierras. Con ello se somete a la soberanía de ese Estado. Si vende o dona sus posiciones queda en libertad de irse a otro Estado.

En cambio, quien de forma expresa aceptó ser miembro de esa comunidad queda obligado de manera perpetua y no puede ya volver al estado de naturaleza salvo cuando el gobierno desaparezca por una calamidad. Locke considera ciudadano de un Estado sólo al que da su consentimiento de manera expresa; el que lo hace de forma tácita acepta la soberanía del Estado pero no es un ciudadano del mismo (&121).

Se había mencionado que, en el estado de naturaleza el hombre tiene dos poderes, el de salvaguardar su vida y la de los demás y el de castigar. Al entrar en sociedad entrega esos dos poderes –Legislativo y Ejecutivo– para la elaboración de leyes y para la ejecución de las mismas y de sus castigos, respectivamente. Aquí nace otro de los grandes aportes de Locke: su teoría de la división de poderes –y su teoría sobre las formas de gobierno.

Siendo la finalidad de la sociedad el que el hombre viva en paz y con seguridad, es preciso que se hagan leyes para ese fin. También habíamos comentado que tener un árbitro y leyes es la característica que constituía una sociedad civil. Quien tiene en sus manos el Poder Legislativo –que es el poder supremo de un Estado–     hállase en la obligación de gobernar mediante leyes fijas y establecidas, promulgadas y conocidas por el pueblo (&131). Ese poder debe establecer jueces rectos e imparciales, aplicar la fuerza de la comunidad para hacer ejecutar las leyes y evitar los atropellos del exterior.

Según en quien recaiga ese poder de hacer las leyes tendremos una monarquía, si es uno; una oligarquía si son pocos o una democracia si es la mayoría del pueblo. Resulta obvio que, para Locke, la mejor forma de gobierno es la democracia. Como la forma de gobierno depende de que se coloque el poder supremo, que es el legislativo, en una u otras manos, la forma de gobierno del Estado dependerá de la manera como se otorgue el poder de hacer leyes (&132). Locke, distingue formas de gobierno de tipos de Estado. [email protected]

 NB. Carlos Mellizo. (Traducción, prólogo y notas) John Locke. Segundo tratado sobre el gobierno civil, Madrid,     Alianza Editorial, 1990.

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