Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Anituy Rebolledo Ayerdi

María Bonita, Lara y Acapulco

Feliz cumpleaños

Lo único verdadero de la fecha de nacimiento de Agustín Lara es el día –30 de octubre– no así el lugar –Tlacotalpan, Veracruz– ni el año –1900. El acta de nacimiento del compositor ubica su advenimiento a este mundo en 1898, en el número 16 del callejón Puente del Cuervo en el centro histórico de la ciudad de México. Y es que, de conducirse siempre con la verdad, el creador jamás habría podido presumir aquello de “yo nací con la luna de plata y el alma de pirata”

María Bonita

Agustín: Conocí a María a la vuelta de los años 40 y viví con ella algún tiempo. Nos casamos el 24 de diciembre de 1945 y disfrutamos de nuestra luna de miel en Acapulco, ello no obstante que las banderas rojinegras de huelga ondeaban en el hotel Las Américas. Los trabajadores nos atendieron ente himnos y consignas proletarias como a auténticos reyes. El bungalow que nos alojó se llamará más tarde María Bonita.

Nace María bonita

La pareja vuelve al puerto en 1947, cuando la señora ha terminado la filmación de su película Enamorada. Ambos intentan salvar una relación cuyo naufragio es inminente. Invitados por el general Juan Andrew Almazán, a través de su public relations Emilio Azcárraga Vidaurreta, María y Agustín se hospedan en el hotel El Papagayo (hoy parque del mismo nombre). El guerrerense que le disputó la presidencia de la República al general Manuel Ávila Camacho, tendrá con el músico un detalle inusitado. Hará traer de la ciudad de México un piano de cola para ponerlo a su disposición:“ por si desea desentumirse los dedos, maestro”. Lara acepta agradecido y en aquél teclado compone María bonita.
María y Agustín: Treinta años de temperamento y belleza frente a 48 de genialidad pura, Una edad en la que aún podrá arrodillarse en la playa de Hornos para “besarla y así entregarle toda su vida”.
María: Lloré mucho al escuchar María bonita. Era la segunda ocasión en que alguien o algo conseguía hacerme llorar. La primera cuando murió Manolete.
Agustín: María bonita fue concebida como algo íntimo, algo muy nuestro, únicamente para ella y para mí. Una tabla de salvación para nuestro matrimonio en picada.
María: ¡Ya parece!. Al rato el cabroncito se carga a otra María y le regala María bonita como recién hechecita . ¡Palaspendejas!
(Ante la negativa rotunda de Lara para publicar su vals María bonita, la señora Félix entrega a escondidas letra y música al tenor Pedro Vargas. “No permitiré que la entierre y junto con ella a mí”, sentencia. Será por ello una auténtica sorpresa para Lara cuando escuche su canción “intimista” en la voz del Tenor Continental. Sucederá durante una entrega de premios cinematográficos, uno de los cuales corresponderá a la propia Doña Diabla)
Agustín: Con todo y estar acostumbrado al éxito de mis canciones, me sentí muy orgulloso de lo mucho que le gustó su canción a Maruca (como llamaba en la intimidad a María de los Ángeles Güereña. También, Machángeles, por “macha y angelical”, explicaba él).
María: No, ninguno. ¿Qué mal recuerdo puedo guardar de Acapulco si allá he pasado algunos de los mejores momentos de mi vida? Aunque, pensándolo bien si hubo uno. Cuando Agustín mató a pedradas una iguana que se asoleaba en una roca muy cerca de la alberca de nuestro bungalow. Lo perdoné porque, efectivamente, nunca le había comentado que se trataba de uno de mis animales favoritos.
Agustín: María bonita logró un milagro mayor, el que Maruca y yo siguiéramos unidos aunque solo fuera por unos meses más.

La pareja de México

María y Agustín se convierten en la pareja de México. Todo lo que hagan o digan es considerado de interés público y por tanto reproducido en los medios. Viven a un ritmo de vértigo. Sus compromisos artísticos y sociales rebasan cualquier agenda que se respete. María, no obstante, se da su tiempecito para supervisar el guardarropa de su Flaco. Trajes a pasto, casi todos grises, ninguno de marca. Agustín se ufana de tener el mejor sastre de México. Camisas por montones, todas importadas. Hay pocas corbatas por la manía del señor de obsequiarlas estrenadas o no. ¿Sombreros?, apilados en sus cajas originales. Obsequios periódicos de su amigo e intérprete Frank Sinatra.
Agustín: Soy cursi a morir pero no ridículo para usar sombrero; excepto, claro, los de copa que me envía Frankie boy.
María: Si hay algo que María admira de Agustín es su pulcritud –excesiva y obsesiva–, lo mismo que su elegancia. No acostumbra llevar objetos en las bolsas del pantalón y el saco para no estropear la línea y en la cabellera engominada jamás se rebelará un mínimo gajo de pelo. María adora también la gentil hombría de su marido, su trato refinado y su esplendidez. ¡Ah!, y su voz: la considera la más sensual del universo. Le choca, por el contrario, que Agustín hable francés delante de otras damas. A veces, enfadada, le ha dicho que odia a la puta que le carimarcó el rostro… “¡por habérseme adelantado, la muy cabrona!”.
Miles de capitalinos se aficionan a los toros en la Plaza México solo por admirar la belleza deslumbrante de María Félix, acompañada por Agustín en su barrera de sol. También para gritarles “de cosas”.
¡Pásala, Flaco, que al cabo tu no ya no “paraguas”!
¡Flaco, te vas a morir como los caguamos!
¡María, ya párale, míralo como lo tienes!
¡Pinche suerte, la de los flacos y los feos!
María: Flaco y feo pero en la intimidad le da veinte y las malas al más pintado garañoncito.
Agustín: ¡Es una verdadera lástima que se haya agotado el ingenio en las porras taurinas!.
María: ¡Tanta procacidad nos alejó para siempre de la fiesta brava!

Lara y el humor

Agustín Lara era el primero en celebrar un chascarrillo a sus costillas, siempre y cuando no lindara en la procacidad. Gente grande, poseía amplia la capacidad de burlarse de sí mismo. Son de su autoría no pocas agudezas relacionadas con su delgadez extrema.

Gordo

Durante un homenaje al músico poeta, en el Palacio de las Bellas Artes, Mario Moreno Cantinflas termina su discurso con estas palabras: ¡Que nos dures muchos años, Agustín, aunque no engordes!

Acapulco

¿En que se parecen Agustín Lara y Acapulco?
¡En que tienen La Quebrada cerca de la Bocana!

Debates

Durante un homenaje a Lara en su tierra postiza, Tlacotalpan, Veracruz, alguien lo propone como candidato a diputado federal por el distrito local.
–¡Yo paso, hermano del alma! –ataja el aludido–. ¡ No quieran después que le ponga música al Diario de los Debates!.

Todavía no

A propósito de las acusaciones de plagio lanzadas periódicamente contra el músico-poeta, el periodista Jacobo Dalevuelta, mordaz e incisivo, recrea un probable diálogo con el músico. Caminan ambos por la calle Venustiano Carranza, en el centro capitalino, aturdidos por los altavoces de las casas disqueras promoviendo los éxitos del momento.
–¡Escucha Agustín!. ¡Escucha que canción más bonita!. ¿Es tuya, acaso?
–No, mi querido Jacobo, ¡todavía no!

Letras

–Maestro, allá abajo un muchacho desea entregarle algunas letras–, interrumpe el criado Verduguillo a un Lara embebido en la lectura.
–¡Ah, sí! –contesta el músico sin levantar la vista– ¡ Que te las ponga sobre el piano para luego ponerles música!.
–¡Perdón, maestro, pero se trata del cobrador de la casa Verkamp y las letras son las atrasadas del piano blanco!

La mujer ideal

El músico poeta practicaba el humor involuntario cuando, casado con María, retrataba a su mujer ideal como discreta, hogareña, silenciosa, obediente y recatada en el gasto.

El presidente Alemán

María está fuera de la ciudad filmando una película. Agustín llega a su casa más temprano que de costumbre. Se dirige a la cantina y abre una botella de Martell cordon blue empinándosela a boca de jarro. Repasa mentalmente el incidente que acaba de vivir en el cabaret Capri, del hotel Regis, donde se presenta triunfalmente todas las noches. Le hace falta la opinión de María para saber si hizo bien o hizo mal. Repasa los hechos:
–¿Llego a tiempo para su primer show, paisano? –, le pregunta el presidente de la República, ni más ni menos. Un Miguel Alemán siempre sonriente y esta vez sin guaruras–. Me di una escapadita sólo para escucharlo un rato pues de otra manera no sería posible…
–El show acaba de terminar en este preciso momento, señor presidente de la República –miente un Lara insolente y ofuscado hasta el tartamudeo. Dando la espalda a su interlocutor, abandona el lugar sin importarle dejar la sala colmada de fieles seguidores.
El músico poeta se ha dejado llevar por la maledicencia, la que liga sentimentalmente al político veracruzano con su María Bonita. Llora de impotencia, de rabia, de celos. La botella se agota y él se queda dormido.
(Si algún día Lara hubiera preguntado en Acapulco sobre aquella relación, no hubiera encontrado a nadie que se lo asegurara. Lo que si le habrían dicho es que el yate presidencial Sotavento, anclado en el Malecón del puerto, frente al Zócalo, recibía la visita frecuente de damas enigmáticas. Tocadas con sombreros de ala ancha, pañoletas casi cubriéndoles el rostro y gafas oscuras. De todos los informantes, sólo Moisés González Roque, El Espanto, se hubiera atrevido a precisar que el taconeo garboso y altanero de una de ellas sonaba como el de María Félix en Enamorada.

La ruptura

Cuando finalmente sobreviene la ruptura de aquella unión volcánica de cinco años, Agustín hablará del capítulo “más doloroso de la historia de mi vida”.
Agustín: Abandoné la casa que fue nido de nuestro amor con solo un cepillo de dientes en el bolsillo y un océano de tristeza en el alma. A la mañana siguiente compré exactamente 999 rosas rojas y se las envié a María con esta tarjeta: María: Te envío 999 rosas, tu eres la número mil. ¡Ah!, ¡ya no me gustan las rosas rojas!

Luego, los agravios

María: Agustín se sirvió de mí. Conmigo tomó un nuevo y último aire pues como músico había dado lo mejor.
Agustín: Para lo que me sirvió María fue para ganar mucho dinero con las canciones que me inspiró.

468 ad