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Ulises Castellanos: La realidad mexicana da, y mucho, para el fotoperiodismo

 

 La realidad mexicana da, y mucho, para el ejercicio del fotoperiodismo, argumentó el coordinador de Fotografía de la revista Proceso, Ulises Castellanos.

Entrevistado en el Fuerte de San Diego tras participar en la presentación del libro México: su apuesta por la cultura, publicado por esa casa editorial, el fotoperiodista habló de algunos de los temas que están presentes en el trabajo periodístico que llevan a cabo los fotógrafos.

–¿Da la realidad mexicana para el ejercicio del fotoperiodismo?

–La realidad mexicana da, y mucho, para el ejercicio del fotoperiodismo; digamos que es un campo fértil para trabajar temas sociales, culturales y políticos y cada vez que se calientan las cosas crece la posibilidad de enriquecer el trabajo, como con las próximas campaña para la Presidencia. Estaremos atentos a las actitudes y los errores de los candidatos para documentarlos por medio de la fotografía.

–Hoy día la competencia es dura debido a la gran cantidad de medios informativos impresos que hay en todo el país…

–La competencia es sana si es leal, si se hace con ética y reponsabilidad, si no se manipula la labor fotográfica.

Creo que la llamada fotografía inducida ya se probó en México y se comprobó su fracaso.

En Proceso nos hemos dado a la tarea de reposicionar el valor de la ética periodística frente a la realidad, por más dura o cruda que esta sea.

De hecho hoy día la competencia es fuerte porque hay fotógrafos mejor preparados, gracias a las universidades, y los que están siendo rebasados son los fotógrafos empíricos.

–¿Dónde convergen la foto periodística y la foto artística?

–La intención es borrar la delgada línea que separa al fotoperiodismo de la fotografía artística recurriendo a la creatividad y a la imaginación.

En Proceso hemos intentado darle ese sentido estético y de vanguardia al fotoperiodismo.

–¿Cuáles son las diferencias entre la labor que los fotoperiodistas hacen para un diario y para una revista?

–El trabajo en el diarismo requiere de un ejercicio cotidiano y apresurado, en cambio la labor del fotoperiodista que labora en las revistas permite una depuración visual, gracias a la pausa que te da un semanario.

Muestran en el puerto fotógrafos de Proceso su trabajo

Fotoperiodismo crítico, oportuno y de vanguardia, es lo que presenta la Quinta Exposición de Aniversario de los fotógrafos de la revista Proceso que hasta el domingo 23 se presenta en la Casona de Juárez, en el centro porteño.

Ese centro cultural acoge en sus paredes más de 25 fotografías en color. Todas ellas, en serie o individuales, tienen una historia que relatar.

En la exposición podemos ver desde las masivas concentraciones de chilenos en la conmemoración del 30 aniversario del golpe de Estado pinochetista, el 11 de septiembre de 1973, hasta los peligros que enfrentan un reportero y un fotógrafo en las ásperas montañas de las Coloradas de la Virgen, Chihuahua.

Son seis los fotoperiodistas que muestran su labor: José Manuel Jiménez, Octavio Gómez, Benjamín Flores, Joaquín Cato, Germán Canseco y Ulises Castellanos, este último coordinador de fotografía del semanario Proceso.

Todos ellos hacen del periodismo toda una experiencia, de gelidez y crudeza, de criterios unificados a través de la retina y a la vez tan dispersos que uno puede tomar sus propias conclusiones, pero, eso sí, nunca alejadas del sentido que le dio el autor.

Hombres sin identidad por el camuflaje, con ametralladoras entre sus manos y pegadas al pecho, todos miran al punto de fuga. Benjamín Flores, autor de la placa, dice que es el Anonimato de la fuerza.

En la placa Colima, desastre y una desolación repentina, un moreno y curtido anciano, parado en el centro de una choza destruida, en la que gobiernan el caos, el desorden y la tristeza, mira a la cámara y ella se compadece de él.

–¿Qué haces?, le pregunta la cámara de Octavio Gómez a un albañil apostado firmemente a una viga y éste responde desde lo alto del Distribuidor Vial de San Antonio, Construyendo lo imposible.

De la conmemoración al vandalismo, de Germán Canseco es, tal vez, la única foto que le hace honor –intencionalmente– al espíritu de la destrucción informal. Un hombre cobarde, oculto en una capucha, rompe el cristal de un auto con un bat de beisbol, él cree que nadie lo vio, pero el fotograbado lo desdice.

La exposición une el colorido con la sobriedad con el propósito de informar y además ser sensible a la retina que la observa. La puesta, cruda y cómica, es contraste puro, es virtudes y defectos, es en suma, un equilibrio digno de ser contemplado.

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