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Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAIS

*La inminente renuncia de Cárdenas al PRD

Carece de todo sentido la reunión, debate público o lo que fuere que protagonizarán mañana el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y el presidente nacional del PRD, Carlos Navarrete. Si el juicio bien fundamentado de Cárdenas es que el futuro del PRD pasa forzosamente por el retiro de Los Chuchos, ¿en razón de qué podría producirse un acercamiento entre el dirigente histórico de la izquierda mexicana y el representante momentáneo de esa corriente en la dirección del partido? Si ya dijo Navarrete que no renunciará a la presidencia del PRD, como reclamó Cárdenas, entonces ¿cuál es el propósito del encuentro?
Es comprensible la generosa intención de Cárdenas de agotar la posibilidad de que, en una reacción sensata, Nueva Izquierda acceda a abandonar la presidencia del PRD para que a partir de ese punto el partido entre en un rediseño estructural, pero esa actitud no se sostiene en una lectura objetiva de la historia de Los Chuchos, un grupo extremadamente pernicioso que hizo del perredismo la piltrafa política que es en este momento.
Es previsible que Navarrete ponga en escena el espectáculo de necedad y ambición que caracteriza a su corriente, sin ninguna respuesta de fondo al severo cuestionamiento que hizo Cárdenas, y que en un acto de congruencia el ingeniero se vea precisado a renunciar a su partido. Porque Los Chuchos no están para entender que el estrepitoso derrumbe del PRD se debe a ellos, no sólo pero sí principalmente a que ellos le abrieron la puerta e impulsaron a José Luis Abarca, a sabiendas de las acusaciones públicas que pesaban sobre el ex alcalde de Iguala por sus nexos con la delincuencia organizada, lo que finalmente produjo la matanza y desaparición de estudiantes de la Normal de Ayotzinapa.
“Yo voy a llegar y me voy a sentar. A mí me invitaron a platicar. Cuando a uno lo invitan a una casa que no es la propia, pues uno se sienta y escucha primero lo que le proponen los dueños, y después, según lo que propongan, serán las respuestas”, dijo Cárdenas el sábado pasado sobre su reunión con Navarrete, palabras con las que pareció advertir que también él está consciente de la inutilidad de la cita.
Cárdenas exigió el domingo 16 de noviembre la renuncia de Navarrete y de toda la dirección nacional con el objetivo de frenar la acelerada pérdida de credibilidad que sufre el partido debido a la matanza y desaparición de normalistas en Iguala, un municipio gobernado por un el PRD. “El PRD se encuentra en una grave situación de postración y agotamiento. Está a punto de disolverse o quedar como una simple franquicia político-electoral, subordinada a intereses ajenos a los de su amplia base militante”, manifestó el ex candidato presidencial, recogiendo la percepción generalizada de la sociedad.
El propio Navarrete habría de confirmar tres días después el diagnóstico de Cárdenas, al dar a conocer la caída de las preferencias electorales del PRD después de los hechos de Iguala. El dirigente informó que una encuesta realizada a petición suya en los primeros días de noviembre, arrojó que después del trágico 26 de septiembre el PRD cayó a sólo 11 por ciento de la intención del voto, cuando su piso era de 18 por ciento. De acuerdo con esos datos, el PRI cuenta hoy con 31 por ciento de la intención del voto para las elecciones de 2015, y el PAN con 20 por ciento.
En esos términos, la posible renuncia de Cárdenas al PRD –que no se ve ya cómo pueda evitarse, excepto por un acto de contrición del propio ingeniero— llevaría a ese partido a la tumba electoral. Aunque dijo que no le ha pasado por la cabeza renunciar, es evidente que con plena conciencia llevó las cosas a la actual encrucijada para poner contra la pared a Los Chuchos: o renuncian ellos al control del partido como condición indispensable para su reconstrucción, o se va él.
A sus ochenta años de edad, Cárdenas es una las mentes políticas más lúcidas e íntegras del país. Desdeñado y vencido por el feroz e irracional corporativismo de Los Chuchos en la elección interna de septiembre, los hechos de Iguala le dieron la razón en la lucha que abrió contra la permanencia de esa corriente en la dirigencia nacional. Hoy vuelve a confrontarlos cuando la corrupción de Los Chuchos estalló y arrastró al PRD hacia una crisis que no serán ellos quienes la resuelvan, pues ellos son la crisis. Pero aun si eso está claro, Navarrete ya anunció que no renunciará ni Los Chuchos se harán a un lado. Por eso anticipó Cárdenas que mañana se sentará a escuchar a Navarrete, y según lo que éste responda a su exigencia de que renuncie, valorará su posición. Sin embargo ¿qué puede argumentar Navarrete frente al incontrovertible cuestionamiento de Cárdenas, si él mismo ha informado que la credibilidad y el capital electoral del partido están en el hoyo por culpa de Abarca, el Chucho más conocido en el mundo?
Como consecuencia de lo anterior, es inminente la renuncia de Cárdenas al PRD, y precisamente por eso es que el sábado anterior se reunió con Porfirio Muñoz Ledo y otros de aquellos que en 1987 los acompañaron en la creación de la Corriente Democrática Nacional, el movimiento que desestabilizó al régimen del PRI y antecedió a su primera candidatura presidencial por el Frente Democrático Nacional en 1988, a su vez semilla del PRD.
En esa insólita reunión, el grupo encabezado por Cárdenas propuso la elaboración de una nueva Constitución para el país, con el objetivo de suturar la honda crisis nacional causada por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. En un tono por completo alejado del PRD, como si ya hubiera renunciado a su militancia, Cárdenas expuso que la preocupación del grupo es la búsqueda de “un país distinto, justo, generoso, democrático, para el presente, para nuestros hijos, nietos y las generaciones que vengan después de ellos”. Esa es justamente la preocupación que dio origen al PRD, la necesidad de un cambio profundo en el país. Muñoz Ledo lo explicó de la siguiente manera: “Es necesario un acto supremo de la conciencia nacional para reconstruir la vida pública del país y llevar a cabo un ajuste de cuentas con su pasado”, pues “la sociedad clama el destierro definitivo de la impunidad y la supremacía de la justicia sin cortapisas por hechos que han lastimado el corazón mismo de la nación. Hemos insistido en la oportunidad que ofrece el centenario de la Constitución de 1917 para lanzar la iniciativa de una nueva Constitución: coherente, patriótica y libertaria, a la altura de nuestro tiempo”.
Es decir, el mensaje del grupo de Cárdenas es que el PRD de Los Chuchos ya no es la opción para conducir ningún cambio, y por consiguiente no tienen nada por hacer ahí. Finalmente Los Chuchos –aclamados este año como modernos “socialdemócratas” por firmar el Pacto por México con el PRI y el presidente Enrique Peña Nieto– han preferido que se hunda el PRD antes que hundirse ellos. Dígase adiós al PRD, pues.

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