Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Fernando Pineda Ochoa

La sabiduría popular

En el PRI existen fuertes intereses económicos y políticos que enfrentan a las distintas camarillas que lo conforman (incluso, no solamente asesinan a sus contrincantes políticos sino que también entre ellos, como es ampliamente conocido, se han eliminado a balazos); pero conocedores del “juego político a la mexicana” y maestros experimentados en las artes del disimulo, podemos observarlos en fotografías publicadas en los diarios, sonrientes, levantándose la mano, saludándose, mandando mensajes de unidad, como chicos bien portados. Bueno, el nuevo presidente designado, Héctor Vicario, se da el lujo de pregonar, sin ningún rubor, que deben ser el partido de la honestidad y la transparencia.

¡Qué Dios nos agarre confesados!

Sin embargo, para fortuna de estos aprendices de brujo, las mismas publicaciones muestran a sus opositores políticos dirimiendo de mala manera sus diferencias. Dice la sabiduría popular: no basta que una mujer sea honesta, sino que debe aparentarlo. Este adagio también puede aplicarse a la política: no es suficiente que un político sea  honesto, requiere demostrarlo, para no confundir a la militancia y desalentar a los ciudadanos. El Partido de la Revolución Democrática se ha caracterizado por ser un organismo donde las diferentes posiciones políticas se debaten sin trabas de ningún tipo. Y es correcto. Lo que debe eliminar definitivamente de su agenda son las reyertas públicas que revelan un partido desunido, ajeno a los intereses de los ciudadanos guerrerenses. Estas líneas no corresponden de ninguna manera al perfil del PRD, este partido tiene un fuerte arraigo popular y, por ello, un compromiso serio al lado de las mujeres y los hombres del sur.

En este ámbito, el foro Un Buen Gobierno para Guerrero, organizado en Acapulco, el pasado viernes por la senadora Leticia Burgos y la                           Coordinadora Estatal de Autoridades Municipales (CEAM), que contó con la presencia de los dirigentes nacional y estatal, Leonel Godoy Rangel                           y Martín Mora Aguirre, refrenda ese compromiso. Desde su fundación en 1989, el PRD comparte obligaciones de gobierno: diputados, alcaldes, síndicos y regidores de matriz perredista, adquieren una responsabilidad con los habitantes de sus respectivos distritos y municipios y obviamente tienen la consigna de contraer un vínculo directo con el ideario que enarbola la organización política que los postuló como candidatos.

Legislar nuevos ordenamientos en beneficio del pueblo de Guerrero y vigilar para que todo funcionario público cumpla adecuadamente sus funciones, son dos tareas sustantivas que los legisladores democráticos están obligados a cumplir cabalmente. Por su parte los presidentes municipales perredistas deben asumir una única misión: “gobernar bien, con equidad y justicia” en su demarcación respectiva. Estas consignas emanadas del Foro, son piezas claves, en la disputa del 2005, si se aplican pulcramente en la práctica. Las ventajas del proyecto perredista (y sus aliados), deben difundirse de manera precisa y contundente con argumentos de peso y obras de gobierno en la demarcación correspondiente, que den credibilidad al programa de la revolución democrática.

El proceso de alternancia en Guerrero no está planteado en términos de confrontación entre buenos y malos. Sencillamente ha quedado demostrado que la solución no es cuestión de los Cervantes Delgado, de los Ruiz Massieu, de los Figueroa Alcocer, de Ángel Aguirre Rivero, René Juárez Cisneros o el ahora sí la vamos hacer con Héctor Astudillo Flores. Estamos caracterizando un modelo agotado, caduco, que vive su etapa terminal. El tiempo, las discrepancias internas y externas, los ajustes de cuentas, la corrupción, las nuevas circunstancias político-sociales, vulneraron la consistencia moral y política del Partido Revolucionario Institucional. Su capacidad de transformación quedó atrapada en una red de intereses caciquiles que hace inviable lo que antes “caminaba sobre rieles”. Simplemente los Figueroa, los Vicario y compañía están fuera del siglo XXI.

Los guerrerenses en su devenir histórico han construido quimeras, esperanzas, distintos instrumentos y métodos de lucha que les han permitido sobrevivir los embates de la miseria, las injusticias y la inseguridad social. Uno de estos instrumentos es precisamente el PRD, con todos sus errores y virtudes. La propuesta central perredista, con el concurso de la sociedad civil (no puede ser de otra manera), parte de la necesidad de instrumentar una reforma política democrática que permita resolver los múltiples problemas que agobian a los habitantes del sur. Dos ejes son fundamentales en el arranque del nuevo gobierno: el combate para erradicar la pobreza y la estructuración de un sistema educativo, que se convierta en factor estratégico apuntalando el desarrollo integral de la entidad.

Los ciudadanos debemos participar en la construcción de una amplia alianza opositora que posibilite sacar del Palacio de Gobierno a los representantes del viejo régimen priísta y así lograr la alternancia, única garantía para edificar una sociedad mejor. Nada ni nadie puede impedirlo, porque somos mayoría.

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