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Se ha acercado a 17 de las 43 familias de los desaparecidos, dice la arquidiócesis de Acapulco

*Algunas son “extremadamente pobres, que no tenían otra opción que mandar a sus hijos a Ayotzinapa”, informa el padre Jesús Mendoza

Karina Contreras

El coordinador de la pastoral social de la arquidiócesis de Acapulco, el padre Jesús Mendoza Zaragoza informó que la Iglesia se ha acercado a las familias de 17 de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala a quien han buscado en Ayutla, Tecoanapa y Atoyac.
Adelantó que próximamente irán a la Normal Rural Raúl Isidro Burgos para estar con los padres de familia, pues dijo que el acercamiento de atención a las víctimas, la Iglesia se la ha dado al núcleo familiar de los jóvenes desaparecidos y comentó que se han encontrado con familias “extremadamente pobres, en la extrema pobreza que no tenían otra opción que mandar a sus hijos a Ayotzinapa”.
El arzobispo de Acapulco, Carlos Garfías Merlos informó que probablemente el 17 de diciembre harán una misa en Ayotzinapa, pero falta coordinarse con los padres de familia y dijo que seguirán atendiendo a las víctimas y haciendo oración.
El padre Jesús Mendoza Zaragoza dijo que el dolor por la desaparición de los jóvenes se une al dolor permanente de rezago y abandono que han escuchado de las familias, y la esperanza de que regresen a sus hogares sus familiares. Agregó que van a seguir en su empeño de seguir buscándolos hasta que haya una respuesta que los convenza.
Mendoza presentó el libro Acompañamiento integral a las víctimas de las violencias en la Arquidiócesis de Acapulco y dijo que representa un aporte de la iglesia a la comunidad en el sentido de que las víctimas se hagan visibles.
Que se haga por ellas lo que esté en las manos, pues “la indiferencia social es terrible, la víctima sufre más cuando palpa la indiferencia, por el dolor que llevan por la violencia”.
Agregó que se tiene que despertar más la sensibilidad social y una responsabilidad de la comunidad, a la vez que se empuja a las autoridades y se les exige que hagan su parte para apoyar a las víctimas.
Mendoza Zaragoza subrayó que México no puede estar herido para siempre, que no se puede guardar todas estas heridas abiertas, cada quien tiene que hacer lo que le corresponde y, por eso, el libro aporta una metodología, un modelo, aporta una manera más integral de abordar responsablemente la situación de las víctimas y aporta un llamado para escuchar el reclamo de las mismas, que muchas veces es silencioso porque muchas de ellas no se atreven a salir.
Expuso que está contento porque en Iguala muchas víctimas de desapariciones ya se levantaron y hacen exigencias,  “yo creo que con este despertar de las víctimas habrá una buena perspectiva”, dijo.
Lamentó que la Ley General de Víctimas establece las obligaciones del gobierno, pero “desgraciadamente todavía está en el papel”.
Indicó que el gobierno no ha logrado aterrizar esa ley de tal forma que pueda ser eficaz y que se tiene que pensar mucho en la “prevención, cómo hacer que en este país disminuya el número de víctimas o se reduzca lo mínimo en ese sentido; creo que esta crisis nacional nos debe llevar a pensar no solamente en sanar a las víctimas que ya tenemos, sino cómo poner condiciones para que se reduzcan al máximo, para no tener ni más desaparecidos ni más muertos”.
Insistió en que la Ley General de Víctimas no es muy conocida y no es aplicada en Guerrero, pero que hay una necesidad de que haya una legislación que homologue dicha ley a las condiciones de Guerrero y que determine las obligaciones de cada gobierno relacionado con las víctimas porque “en este momento nadie da atención, no se tiene en los gobiernos  municipales una ventanilla donde las víctimas vayan exigir lo que por derecho ellos necesitan”.
El padre Jesús Mendoza dijo que cada día hay más casos y que es lamentable que “la autoridad haya perdido su sentido social, el interés de  muchas autoridades se haya extraviado porque su primera responsabilidad es la comunidad y en muchos casos el vínculo más importante era con grupos criminales”.
Agregó que quieren que las autoridades vuelvan sus ojos a las víctimas, se les ponga atención y que cumplan con su responsabilidad tanto en dar justicia como en el conocimiento de la verdad.
Advirtió que es una ruta muy larga que recorrer porque “es evidente que esto no se va frenar con una decisión, sino que tenemos que hacer un camino de reconstruir el país, hay que reconstruir la sociedad misma para que la sociedad tenga condiciones que nos permita, por un lado, hacernos responsables de las víctimas y por otro lado, se disminuya su número”. Dijo que acompañan a las familias de jóvenes normalistas de Ayotzinapa porque ahí hay un “mundo de víctimas”.

Del libro Acompañamiento integral a víctimas de las violencias

Del libro que presentó ayer, Acompañamiento integral a las víctimas de las violencias en la Arquidiócesis de Acapulco, dijo que recoge la experiencia de dos años de tarea pastoral de acompañarlas y que recoge de manera muy fiel lo que han desarrollado con ellas.
Añadió que el clamor de las víctimas es grande y tiene que ser escuchado y atendido por todos, tanto por autoridades como por la sociedad.
Añadió que tienen una “humanidad traumatizada, hay un gran deterioro humano en ese mundo de las víctimas y social que demanda una atención proporcional a la gravedad de su situación, y en este sentido es importante poner atención a esta crisis humanitaria que cada día se amplía más”.
Explicó que el interés de la Iglesia está en la restauración y reconstrucción como personas como seres humanos de las víctimas, pues por ese hecho “quedan condiciones de discapacidades como el miedo, la rabia, las secuelas que estos producen, el enclaustro, las van aislando, tienen muchas necesidades económicas, sociales, emocionales, espirituales que necesitan ser atendidas por los responsables de todas estas áreas”.
El padre Jesús Mendoza dijo que se les tiene que fortalecer como personas y en sus capacidades para transformarse en agentes de cambio social, “restaurar su humanidad para recorrer un camino de humanización que logra la sensibilidad”.
Añadió que es importante acercarse a su dolor pero no para explotarlo o abusar de él, no para mediatizarlo sino para que se sienta acompañado, se le dé consuelo.
Expuso que con el libro se busca que se entienda lo que significan estas necesidades de las personas afectadas por la violencia para recuperarse asimismas y “por lo tanto este libro está pensado en compartir la experiencia y poner en marcha una estrategia en todo el país”.
Que se busca que mirando al futuro las “víctimas se incorporen a todo un camino colectivo para la construcción de la paz”.
Explicó que el acompañamiento tiene la perspectiva de que la víctima se convierta en persona responsable de si misma, de sus emociones, de sus acciones y pueda contribuir con su experiencia a la construcción de la paz. Que pretende contribuir a la paz, la cual pasa por el camino de las víctimas que exigen justicia.
Convocó a superar la insensibilidad social como la incapacidad de las instituciones públicas que tienen que hacer su tarea, que se quiere paz, pero “para que la tengamos, todos tenemos que contribuir”.
El integrante de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social, Jimena Esquivel Leautaud dijo que el tema de las víctimas tiene que estar en la agenda pública, que tiene que darse un trabajo preventivo para que se pueda contribuir a la paz.

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