Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Humberto Musacchio

LA REPÚBLICA DE LAS LETRAS

Murió el gran Héctor García

A sus bien vividos 88 años, Héctor García se fue para quedarse en la inmortalidad, territorio que conocía desde hace varias décadas. El chamaco de la Candelaria de los Patos, al llegar a la adolescencia se metió a trabajar de mocito de una revista donde un buen día se reveló como fotógrafo. A partir de ahí fue el reportero gráfico entrón y broncudo que por más de medio siglo documentó los grandes movimientos sociales. Fue retratista de la intelectualidad mexicana, el hombre que con su cámara congeló escenas imborrables de la vida urbana y el gigantón conmovido ante el desamparo de los niños o el señor a quien se le iluminaba la cara con la alegría de los chamacos. Su vida profesional lo llenó de premios y hasta donde recuerdo es el único fotorreportero que ha obtenido el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Sin embargo, sobre todas las cosas, era un periodista de raza y creo que para él no había mayor premio que la foto de primera plana. Tierno, simpático, colmilludo, en el viejo unomásuno fue un problema y un orgullo tenerlo entre los fundadores. Un problema, porque al fundarse aquel diario, en 1977, Héctor ya venía de regreso y solía hacer lo que le venía en gana; un orgullo, porque para todos los que trabajamos en aquel periódico Héctor era una figura mayor de la fotografía. Duele saber que ya no estará entre nosotros. Queda su obra inmensa para ejemplo y disfrute de la gente de cámara y de todos cuantos amamos la fotografía. Mi abrazo fraterno y emocionado para la queridísima María y para Héctor, digno hijo del artista grandioso que fue su padre.

El CADAC, en peligro

El Centro de Arte Dramático, Asociación Civil, es una organización dedicada a la enseñanza y la difusión del teatro. La fundó Héctor Azar en 1975 y desde entonces ocupa una vieja casona de Coyoacán, propiedad del gobierno federal que la entregó en comodato para la enseñanza y difusión de las artes escénicas, lo que sobradamente ha cumplido la institutción. Sin embargo, el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (Indaabin), dependencia de la Secretaría de la Función Pública, pretende ahora despojar al CADAC del inmueble pretextando que opera con fines de lucro, pues cobra por los servicios que presta. La falacia es obvia: el Centro imparte cursos y talleres y realiza diversas actividades en beneficio del arte teatral. Para hacerlo tiene que pagar a los profesores y otros especialistas lo mismo que al personal administrativo, de limpieza y mantenimiento, por lo cual cobra cuotas que son apenas de recuperación y se destinan cabalmente al funcionamiento del propio Centro. El Indaabin arguye que todos los servicios deben ser gratuitos, lo que obligaría a los trabajadores –manuales, administrativos y docentes– lo mismo que a los directivos de la escuela a trabajar sin pago, lo que resulta del todo improcedente por absurdo.

El Indaabin, cueva de Alí Babá

El asunto del CADAC no pasaría de ser una de tantas muestras de estulticia o prepotencia de una burocracia que considera la cultura como fuente de inmoralidad y peligroso caldo de cultivo de mentalidades rebeldes. Pero el asunto huele peor que eso. El Indaabin, antes bajo otro nombre, es el órgano federal que se encargó de organizar y ejecutar el gran fraude del Fobaproa, mediante el cual se adquirió la deuda que tenían los bancos para que la pagáramos los contribuyentes, lo que hemos venido haciendo contra nuestra voluntad y seguiremos pagando lo mismo que nuestros hijos y nietos. A la inadmisible inmoralidad de pagar las deudas de los banqueros con dinero de la sociedad, se sumó todo aquello que los ricos entre los ricos metieran como pérdida, bienes que malbarataron, regalaron, robaron o simplemente dejaron en el olvido, como fue el caso de bienes muebles e inmuebles que se deterioraron hasta la pérdida total ante la indiferencia de sus “dueños” y de los interventores nombrados por el nefasto régimen de Ernesto Zedillo. Por eso resulta extraña la petición del Indaabin al CADAC, que mediante su funcionamiento eficiente devuelve a la sociedad algo de lo mucho que le fue robado. Si el Indaabin despoja al CADAC de la casona, cualquier día podrá venderla como acostumbra –a precios de regalo—a algún amigo o simpatizante del gobierno panista. ¿Apostamos?

Marcha 34 del Orgullo Gay

Como cada año, desde hace más de tres décadas, se realizó la Marcha del Orgullo Gay con abundantes banderas del arco iris, campañas contra el sida, gritos, disfraces, música, pancartas e ingenio. El tono jocoso de la manifestación anual celebra los bien ganados derechos de una comunidad que reivindica el derecho a la diferencia en una metrópoli que, en buena hora, ha ido superando prejuicios y reconociendo como iguales a quienes son distintos. Por desgracia, la marcha también sirvió para recordar la discriminación real y legal que se ejerce contra la comunidad lésbico-gay, la que es objeto de exclusión social, burlas y agresiones físicas que frecuentemente llegan al asesinato. Urge que, además del Distrito Federal y de Coahuila, otros estados reconozcan la igualdad de derechos del conglomerado que se autodefine como “lésbico, gay, bisexual, travesti, transgénero, transexual e intersexual” (LGBTTTI).

Carlos Reygadas, un triunfador

Después de que su película Post Tenebras Lux fue objeto de abucheos durante su proyección a los periodistas y críticos, el realizador Carlos Reygadas se levantó finalmente como triunfador, pues recibió el premio a la mejor dirección del Festival de Cannes. Reygadas es director bien conocido en este balneario francés porque ya antes había recibido una mención por su filme Japón y apenas en 2009 resultó merecedor de la Palma de Oro por la cinta El listón blanco. El nuevo reconocimiento al cineasta mexicano de 41 años se entregó por una decisión dividida del jurado a la que antecedió una discusión con momentos muy ríspidos que hicieron imposible la unanimidad. Como puede advertirse, la obra de Reygadas es controvertida y eso le otorga un mayor interés, pues de ninguna manera pudo ni podrá pasar en medio de la indiferencia. Bien por nuestro exitoso paisano que ha sabido hacer buen cine con presupuestos paupérrimos, como ocurrió con Japón. ¡Felicidades!

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