Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Cuauhtémoc Sandoval Ramírez

Los gobernadores de Guerrero y Morelos

“No se hagan bolas, el candidato es Astudillo” dijo el gobernador René Juárez Cisneros a la clase política priísta de Guerrero, en la comida de “unidad” en casa de Ángel Aguirre en el DF “en una calca de las palabras pronunciadas por el entonces Presidente, Carlos Salinas de Gortari el 27 de enero de 1994, cuando respaldó a Luis Donaldo Colosio”, escribió la reportera Claudia Guerrero en el periódico Reforma (21 de abril del 2004).

“De la bragueta pa’dentro, nada más a mí me compete”, respondió a los periodistas el gobernador de Morelos Sergio Estrada Cajigal, cuando le preguntaban por la utilización del helicóptero oficial, bautizado del amor, su ruidosa boda en plena crisis del desalojo de la comunidad de Tlanepantla y ahora seguramente lo volverá a reafirmar con la publicidad que han tenido sus amoríos con la hija del narco El Azul.

Al priísta gobernador de Guerrero y al panista de Morelos, hoy los unen varios motivos: la corrupción generalizada (según lo comenta The Washington Post), la ruta del narcotráfico que cruza a ambos estados, los escándalos políticos, su enriquecimiento ilícito y por si fuera poco, los une Agustín Montiel, el ex jefe policiaco en Morelos hoy preso acusado de narcotráfico, quien se inició como represor y torturador en Guerrero, en el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu y con René Juárez entonces presidente municipal de Acapulco.

“Soy negro, pero tengo las manos limpias” respondía el gobernador de Guerrero, todo sudoroso ante las cámaras de televisión en la inauguración del Tianguis Turístico de Acapulco, agobiado por las filtraciones sobre los excesivos pagos de sobresueldo que se autoaplicó a costa de las menguadas finanzas estatales y por su vinculación (negada) con Agustín Montiel. Se hacía eco del chiste racista del ex Presidente Zedillo, quien dijo que al final de su sexenio se enorgullecía de tener dos gobernadores negros: el de Guerrero y el de Quintana Roo.

En Morelos, durante el gobierno de Jorge Carrillo Olea se institucionalizó la industria del secuestro (uno por día) y se instaló una base de operaciones del famoso narcotraficante Amado Carrillo, quien utilizó el aeropuerto de Cuernavaca para el tráfico de toneladas de cocaína, avalado por el administrador de esta dependencia, quien era el suegro del gobernador Estrada. En los chistes morelenses se decía que había un Amado Carrillo y un odiado Carrillo (Olea), quien fue inhabilitado de por vida a ejercer puestos públicos a cambio de exonerarlo de ir a prisión.

Ante la demanda generalizada de cambios en Morelos y aprovechando la ola foxista en el 2000, los morelenses votaron por Sergio Estrada quien había sido presidente municipal de Cuernavaca. La decepción empezó el primer día de su gestión, pues designó como secretario de Gobierno a Eduardo Becerra (quien recientemente renunció), ligado a sus talleres de autos, donde se arreglaban y vendían coches de marcas lujosas robados.

El procurador de Justicia de Morelos, José Luis Urióstegui, con quien conversé recientemente, renunció en un acto de dignidad ante la designación de Agustín Montiel como jefe policiaco, el cual fue premiado como el mejor policía de Morelos en una gira del presidente Fox. Durante su negra gestión Agustín Montiel aplicó la política de combatir delincuentes con delincuentes.

El gobernador de Guerrero también tiene sus vínculos en Morelos. Según denuncias publicadas en la revista Proceso Sur (1 de septiembre 2001), René Juárez tiene una millonaria inversión en el hotel El Madrigal en Cuernavaca, según consta en el expediente MOR/CUE/1835 de abril de 2001. “René Juárez no puede con Guerrero” titulaba en su portada esta revista que reseñaba las encuestas que reflejaban la caída vertiginosa de la imagen y la percepción negativa de amplios sectores de la sociedad guerrerense ante el gobierno de René Juárez cuando apenas cumplía dos años de gobierno. Para evitarse problemas, el gobierno del estado requisó toda la edición que apenas circuló en Guerrero.

Morelos y Guerrero, siempre hemos estado unidos a lo largo de la historia para bien y para mal. Durante las guerras de Independencia, de Reforma y en la de 1910, los insurgentes y revolucionarios de esas épocas siempre unieron sus fuerzas. También sus enemigos se coordinaron.

Emiliano Zapata, el Caudillo del Sur luego de su ruptura en 1911 con Francisco I. Madero por su política antiagrarista enfrentó al entonces general brigadier Victoriano Huerta, comisionado para combatir al zapatismo. Huerta tenía experiencia especial en el sur, pues había ganado sus ascensos al aplastar rebeliones en la década de 1890 en Guerrero.

Según John Womack jr., en su legendario libro Zapata y la Revolución Mexicana, el 9 de agosto de 1911 Zapata recibió dos malas noticias, mientras estaba celebrando sus bodas en Villa de Ayala: más de mil soldados al mando de Huerta habían entrado en Morelos a combatirlo. Ese mismo día “como insulto personal a Zapata, el Presidente nombró a Ambrosio Figueroa gobernador y jefe militar de Morelos” (p. 108). De esta manera, Victoriano Huerta y los Figueroa, caciques de la zona norte de Guerrero, habían quedado hermanados en su odio a Zapata.

René Juárez Cisneros, en su afán de complacer y pactar con Rubén Figueroa Alcocer llevó hace unas semanas a Héctor Astudillo a Huitzuco, para convencer de su destape al genocida de Aguas Blancas y, retorciendo la historia, le rindieron un homenaje por el aporte de los Figueroa en la Revolución Mexicana. Ahí mismo se pactó la designación como “delegado especial” en el PRI de Guerrero al hombre del maletín, Hector Vicario para conducir la campaña del candidato oficialista.

Guerrero y Morelos debemos estar hermanados de distinta manera. Ni René Juárez, ni Sergio Estrada Cajigal nos representan ni corresponden a los lazos históricos de los pueblos del sur. A Sergio Estrada se le acerca su final, es cosa de horas. A René Juárez, si la PGR no actúa, los guerrerenses se la cobraremos el 6 de enero de 2005. Ese es el reto.

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