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Jaime Castrejón Diez

 Lo incomodo en política  

Con el uso de la idea de incómodo se ha venido a crear un vocablo que es parte ya del folklore político mexicano. En la Enciclopedia del Idioma, Martín Alonso dice que comodidad es “conveniencia, las cosas necesarias para vivir a gusto y con descanso”. En el mismo tratado habla del incomodador “molesto o enfadoso”. Si tomamos estos puntos de partida para poder definir lo que políticamente es incómodo en nuestro país, tendríamos que agregar que lo incómodo es embarazoso, penoso y ante todo es un lastre en el ejercicio de la política. Es en realidad causa de pena ajena para el gobernante y hasta para el conjunto social.

El término se acuñó en primer lugar para hablar del hermano incómodo cuando estalló el escándalo de Raúl Salinas de Gortari y naturalmente se refería a la incomodidad que este personaje producía en su hermano el ex presidente. Pero las incomodidades han seguido muy cercanas a quienes detentan el poder, por ejemplo el amigo incómodo que obviamente es Lino Korrodi, que condujo el programa de Amigos de Fox, pero también con su actitud lo convirtió en algo que al Presidente Fox le ha costado prestigio y presencia. Tenemos también la esposa incómoda que también afecta al Presidente Fox por sus actitudes y por su insistencia en el continuismo político que su esposa manifiesta constantemente aunque en ocasiones se retracta, en ocasiones el Presidente da por concluido ese capítulo y ella lo vuelve a abrir.

Pero también alrededor del poder ha habido y hay elementos incómodos, por ejemplo el general incómodo considero que es el Secretario de la Defensa Clemente Vega, que en sus discursos habla de reconciliación lo que delata que dentro del gobierno hay una división, una confrontación de actitudes, posiciones y voluntades que no reflejan la unidad de un equipo de gobierno. En años pasados el banquero incómodo fue Cabal Peniche que vino a destapar las cloacas de la corrupción, del amiguismo y del uso de los recursos nacionales para beneficio propio. En el mismo sentido tenemos al novio incómodo que le está costando a Rosario Robles no sólo su prestigio sino una caída rápida de su presencia en la política, su relación con Carlos Ahumada ha sido factor para su descomposición política.

También en el ejercicio de las funciones gubernamentales ha habido quienes causan incomodidades, por ejemplo el embajador incómodo fue Adolfo Aguilar Zinser, que expresaba ideas nacionalistas cuando el Presidente Fox y su equipo cercano trataban de acercarse a Estados Unidos y a la posición que pedía el Presidente Bush. Esto reflejaba que no había una idea clara sobre política exterior; cada quien jalaba por su lado. El senador incómodo no cabe duda que es Diego Fernández de Cevallos que, como en muchas otras legislaturas, ha caído en el tráfico de influencias y el uso de su investidura para solucionar problemas. Esto no es privativo del presente también lo hubo en el pasado, hay que recordar los conflictos de intereses que representaba el senador Salvador Rocha del PRI en el sexenio anterior. El tesorero incómodo, que ha sido el detonante de esta etapa de cuestionamiento a la honestidad del gobierno del Distrito Federal es el ex secretario de Finanzas Gustavo Ponce Meléndez quien fue filmado dilapidando en un casino de Las Vegas los recursos de la ciudad. También están los delegados incómodos, aquí hay varios Carlos Imaz y Octavio Flores que son los primeros que han sido indiciados y que vienen a mostrar que la estructura administrativa del gobierno de la ciudad no es precisamente un modelo ni de rectitud ni de eficiencia.

Pero más adelante tendríamos que ver otras incomodidades en concepto, por ejemplo la teoría incómoda, sería la autocrítica que se ha negado a aplicar el jefe de Gobierno Andrés Manuel López Obrador, pues le incomoda tener que hacer la autopsia de su propia actividad gubernamental. Hay también lo que podríamos llamar la verdad incómoda que se ve comparando la economía de 1969 con la actual, cuando entonces un peso era el equivalente de 0.08 dólares contra un comparativo de los mismos pesos de aquellos que ahora solo valen 0.0001 de dólar. El futuro incómodo son naturalmente las elecciones de 2006 que será realmente donde se vea la realidad de lo que ha pasado con todos estos escándalos y cómo reaccionarán los ciudadanos en ese momento, al mismo tiempo que será un juicio sobre el gobierno actual. Y tal vez una de las ideas muy incómodas es que hubiera una ley de partidos políticos. Pero la más incómoda de todas las ideas es que se aplicara la Constitución General de la República en toda su extensión.

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