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En Guerrero y en Acapulco hay un arraigo profundo de la vida cristiana: Aguirre Franco

 

 La iglesia católica celebra la Semana Santa

 La Iglesia Católica de Acapulco celebró la Semana Santa, con sus tradicionales actos litúrgicos, donde los fieles católicos presenciaron el lavatorio de pies, el Vía crucis, y el domingo de resurrección de Jesucristo. El domingo, luego de la misa de resurrección de Jesucristo, el arzobispo afirmó que en Guerrero y en Acapulco hay arraigo profundo de vida cristiana y que al recibir a los visitantes les entrega también un modelo, ejemplo de como participar en las fiestas pascuales del señor.

Dijo que los católicos deben pedir que la resurrección de Cristo “nos de un mensaje muy fuerte, constante de paz a todos los países, personas, edifiquemos la paz. Eso que tanto estamos necesitando, nos alegramos que esta semana haya transcurrido en paz y haya habido una participación plena, tanto en las personas que han estado en el turismo como las que participaron en las acciones tradicionales del Vía crucis”.

Ayer, en la misa Aguirre Franco festejó la Pascua de Cristo: el paso de la muerte a la vida, “como Cristo resucitó, somos los más dichosos de los hombres de la tierra, porque Cristo ha resucitado y está en medio de nosotros vivo y conduce la vida de la Iglesia”.

En su homilía, expresó que con la resurrección “ya podemos cantar a plena voz el aleluya de la vida, porque sabemos que nuestra existencia, tan breve y tan efímera, no desemboca en el vacío”.

Además, en declaraciones a reporteros, el prelado católico informó de la visita de la virgen de Fátima al puerto de Acapulco, a partir de hoy y hasta el domingo 18 de abril, donde estará en diversas parroquias de la periferia de la ciudad como la colonia Emiliano Zapata, Ciudad Renacimiento, los poblados de Tres Palos, El Gallinero y Agua Caliente.

El arzobispo manifestó que ésta es la segunda visita al puerto de la virgen de Fátima “el papa Juan Pablo II la ha bendecido y trae especiales bendiciones con intersección de María y la coronación que ha hecho de esta imagen”.

Viernes Santo

El Viernes Santo, el arzobispo de Acapulco, Felipe Aguirre Franco, presidió el Vía crucis en la Catedral de Nuestra Señora de la Soledad, desde donde llamó a los católicos a dejar la indiferencia, el rechazo, despojarse de actitudes negativas como el egoísmo y el orgullo, pero sobre todo saber perdonar a los demás.

Con la presencia de unos mil asistentes -entre acapulqueños y visitantes- que cantaban y oraban, Aguirre Franco recordó la muerte de Jesucristo.

La celebración del Vía crucis en la Catedral, se efectuó de manera solemne. Se hizo un recorrido por cada una de las 14 estaciones que están representadas con una cruz en el interior de la Iglesia. Aguirre Franco leyó en cada estación partes de la Biblia e hizo una reflexión sobre el Evangelio.

En la sexta estación, cuando la Verónica limpia el rostro de Jesús, Aguirre Franco exhortó a los feligreses a tener valor para enfrentar el mal y “descubrir el rostro de Cristo en los niños prostituídos, niños de la calle, adolescentes que están en el mundo de las drogas, los ancianos”.

En la segunda caída de Jesús, el arzobispo dijo que todos los seres humanos “caemos por debilidad”, pero si alguien ofrece ayuda, las personas se levantan, por eso la necesidad de ser solidarios.

Al llegar a la octava estación, durante el consuelo a las mujeres de Nazaret, el prelado católico advirtió que “de nada sirven los sufrimientos si no se hace algo, hay que asumir el dolor para superar los malos momentos”.

Dos estaciones después, cuando Cristo es despojado de sus vestiduras, Aguirre Franco pidió a los feligreses “despojarse del egoísmo y orgullo para estar en el amor de Dios”.

Luego, la estación de la muerte de Jesús en la Cruz y la colocación del cuerpo en el sepulcro, donde Aguirre Franco dijo que “su dolor (de Cristo) es más humano y la muerte es el principio de todo”.

Antes, el párroco de la Catedral, Pedro Rumbo Alejandri, también efectuó el Vía crucis en el interior de la catedral. Al frente del grupo iba un monaguillo con un crucifijo, otros dos con veladoras rojas y atrás los católicos cantando

Rumbo Alejandri explicó que el Vía crucis es el camino de la cruz, “lo que significa acompañar espiritualmente a Jesús”.

Previamente, el sacerdote Humberto de la Rosa recorrió junto a las personas que representaron a los 12 apóstoles y a Jesucristo, los Barrios Históricos de la ciudad.

De vuelta, al llegar a la Catedral, hicieron la procesión del Encuentro entre Cristo y la Virgen de la Soledad, en el cual el sacerdote Rumbo Alejandri recordó el momento cuando Jesucristo se encuentra con María.

Por la tarde, se llevó a cabo la celebración litúrgica de la pasión y muerte de Jesucristo, la adoración de la Cruz y el rosario del pésame a la virgen María, así como la veneración a Cristo.

Jueves Santo

El jueves Santo, Felipe Aguirre Franco ofició la misa en la Catedral, en la que recordó el momento cuando Jesús lavó los pies a sus doce discípulos, antes de la última cena, lo que representó “el máximo ejemplo de humildad que nos dio” según lo expresó el arzobispo.

La celebración ocurrió a las 17 horas, en presencia de unas 500 personas –que si bien llenaron la iglesia, el lugar no se vio tan aglomerado. La misa duró dos horas y 15 minutos, en la que se vivió un agobiante calor que fue soportado por los fieles de principio a fin.

“Jesucristo dice que para que el amor sea auténtico tiene que ser servicial. Nadie debe estar encima de los demás, sino al servicio de los demás. El servidor debe estar abajo para poder servir. Si está en lo alto no puede ser un buen servidor”.

Aguirre Franco recordó que luego de que Jesús efectuó este acto, dijo: “Yo les doy el ejemplo para que ustedes también sean un ejemplo. Yo que soy el maestro les lavé los pies, ustedes deben de hacerlo. Por eso, el verdadero servidor es el mejor jefe, el mejor líder, presidente, funcionario, gobernante, el mejor sacerdote, obispo, el mejor padre o madre de familia. Es el que sabe servir a sus semejantes”.

En la homilía, Felipe Aguirre leyó el mensaje que Juan Pablo II dirigió en la misma celebración en la Basílica de San Pedro en Roma, en la cual pidió por las vocaciones sacerdotales y por los monaguillos. “El 80 por ciento de los sacerdotes fueron acólitos o monaguillos. Yo fui monaguillo, inspirado por el padre Joaquín”.

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