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Cinco mil ven La pasión de Cristo en El Treinta

 Entre comerciantes ambulantes, tumultos y rituales católicos de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en el poblado de El Treinta se efectuaron durante el jueves y viernes santos las representaciones de la Pasión de Cristo.

Ante la presencia 5 mil lugareños y visitantes, principalmente de poblados vecinos del municipio de Acapulco, tuvo lugar la representación que desde hace 37 años en Semana Santa, se hace en El Treinta con la participación de unos 25 actores y 35 extras.

Con el sol de la una de la tarde cayendo en pleno en la plaza principal del poblado comenzó la representación el viernes con la escena en la que Jesús es llevado preso ante Poncio Pilatos.

El viernes santo, la gente comenzó a juntarse alrededor de la iglesia a las 10:30 horas, cuando comenzó la procesión católica de la imagen del Cristo de la Pasión y la Virgen de los Dolores, que es llevada de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe hasta el ruedo del pueblo, a un kilómetro y medio de distancia.

Las imágenes regresaron a su lugar original media hora después del mediodía y unos minutos más tarde comenzó la representación teatral.

Los papeles de Poncio Pilatos, su esposa Claudia, los sacerdotes, el mismo Jesús de Nazareth, Herodes, Saraí y Salomé, son interpretados por personas del pueblo que son integrantes del Comité de Organización del Vía Crucis de El Treinta, que aunque son actores ocasionales, ponen énfasis en decir sus líneas a tiempo y con buena dicción y volumen, aunque utilizan micrófono para hacer audibles sus argumentos sobre la multitud.

Antes de llegar a la escena donde Jesús es mandado ante Herodes por Pilatos, fue montado el fragmento bíblico en donde Salomé le pide al rey Herodes la cabeza de Juan el Bautista en una charola de plata, escena que no se relaciona directamente con la Pasión de Cristo debido a que tuvo lugar en el momento en que Jesús comenzó su ministerio.

Después de que Herodes interroga al que parecía un acalorado Jesús (Jesús Hernández Rentería), quien vestía una túnica amarilla y una peluca atada con una venda pintada de rojo para simular la sangre, lo manda de nuevo a Poncio Pilatos quien lo sentencia a recibir 39 azotes (que se hacen sin mesura dramática en escena) y después, se lava las manos para que a insistencia de los sacerdotes judíos, Jesús sea crucificado.

El Vía crucis se hizo desde el atrio de la iglesia, hasta el corral de toros, un recorrido de aproximadamente un kilómetro y medio en el que Jesús Hernández, de 20 años de edad, carga una cruz que pesa 80 kilos y debe soportar los latigazos (que no son actuados) de los soldados romanos.

En el trayecto se encuentra con Simón el cirineo que le ayuda a cargar la cruz, también con Verónica quien con un manto le limpia la cara y se refleja en el manto la cara de Jesús.

También se representa el encuentro con las tres mujeres piadosas que lloran por el sufrimiento de Jesús, quien les dice: “No lloren por mí, mujeres de Jerusalén. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos. Porque está por llegar el día en que se dirá: felices las madres sin hijos, las que no dieron a luz ni amamantaron”.

En esta parte del trayecto –alrededor de las 14:30 horas– el actor, como parte del sacrificio ofrecido para representar el papel del Redentor, camina sobre el asfalto de la carretera libre México-Acapulco, mientras soporta también, los azotes y el escarnio de los actores que personifican a sus detractores romanos.

La escena más dramática de la representación tiene lugar en el toril del pueblo, donde se simula la crucifixión de Jesús. Ahí es donde atan al actor a la cruz de tres metros de altura.

Entre una nube de polvo que el gentío levanta con la intención de acercarse lo más posible a los actores, se desarrolla la interpretación de los últimos minutos en la vida de Jesús, cuando su compañero de infortunio, Dimas, le solicita que se acuerde de él al llegar a su reino, mientras Gestas le grita que si es Dios, se baje de su cruz. Después de ser torturado y de ser supuestamente traspasado con una lanza, con la exclamación: “Dios mío porqué me has abandonado”; termina el Via Crucis de El Treinta.

Aunque se había anunciado la presencia del presidente municipal de Acapulco, Alberto López Rosas en la representación, este año no se presentó como lo hizo en abril del 2003.

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