Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Se cumplió la meta de la caravana al sur; miles pidieron la presentación de los 43 normalistas

Al ver el respaldo en movilizaciones masivas en Chiapas, Oaxaca, Morelos Tlaxcala y el DF los padres de los desaparecidos de Ayotzinapa comentaron que van a cambiar al país

Jacob Morales Antonio

Chilpancingo

Entre el llanto porque no saben nada de sus hijos, padres de familia de los 43 estudiantes detenidos y desparecidos por policías de Iguala se encontraron con el respaldo de miles de mujeres y hombres en estados del sur del país que se sumaron a la exigencia de la presentación con vida de los normalistas.
Los padres salieron de Ayotzinapa el jueves 13 de noviembre en dos caravanas, una hacia el norte del país, que llegó hasta Chihuahua y regresó por Zacatecas, Jalisco y Michoacán, que llevó el nombre de uno de los tres estudiantes asesinados el 26 y 27 de septiembre en Iguala, Julio César Ramírez,   y la caravana del sur, que fue a Chiapas, Oaxaca, Morelos y Tlaxcala, con el nombre de otro de los normalistas asesinados, Daniel Solís Gallardo.
La meta se cumplió para los familiares y los estudiantes que recorrieron los cuatro estados del sur, en varias ocasiones se oyó: “vamos a cambiar el país, esperemos que lo que les pasó a nuestros hijos no sea en vano”.
En las marchas, mítines y reuniones con integrantes de organizaciones sociales y estudiantiles, los familiares compartieron el dolor de no saber dónde están sus hijos, que tienen la ilusión de sn Tlaxcala, fueron parte del sueño del que los familiares y compañeros de los 43 estudiantes desaparecidos quisieran despertar. Ahí durmieron, se alimentaron y en momentos regalaron sonrisas a quienes los recibían.
Mientras los gobiernos de todos los colores partidistas de los estados visitados coincidieron, no para pedir justicia por los normalistas sino para seguir criminalizando a los estudiantes, pidieron a los comerciantes y empresarios tener cuidado porque llegarían ero a saquear y destruir negocios por la presentación de los 43.
Los argumentos de los gobernadores y presidentes municipales que trataron de influir y meter miedo entre la población para que no saliera a las calles a dar su apoyo a los visitantes se desvanecieron porque los actos fueron pacíficos, todos, sin excepción.
La expresión que acompañó en cada uno de los estados a las familias y los estudiantes que miles culpan de ser el responsable de la desaparición forzada de los estudiantes de Ayotzinapa.
Dentro del autobús donde iban los familiares y padres, minutos antes de salir a las marchas todos tomaban los rostros de sus hijos dibujados en lonas para que la gente los viera y conociera el amargo sabor de la represión que se los llevó.
En las cinco marchas que se realizaron en las ciudades del sur y una visita a la comunidad zapatista de Oventik en Chiapas, los familiaresse quejaron de caminar y de exclamar consignas para que sus hijos aparezcan.
Omar García, el dirigente estudiantil que acompañó a los padres en la Caravana Sur Daniel Solís Gallardo, se comportó callado, pero siempre analizando detalladamente lo que diría en público en cada uno de los encuentros.
También fue responsable de la caravana y en conjunto con los padres tomaba las decisiones. Una de las más complejas fue la seguridad del convoy de cuatro autobuses y de sus integrantes.
Uno de los momentos más complicados quizás fue tras la marcha en Tuxtla. Era tal la aglomeración de la gente en los autobuses para abrazar a los padres y dar consuelo que fue difícil bajar y comparar de comer. Esa tarde los casi 150 integrantes entre estudiantes, familiares y medios que iban en la caravana comieron a las 8 de la noche.
Al ver el respaldo a su movimiento en movilizaciones masivas en Chiapas, Oaxaca, Morelos Tlaxcala y la Ciudad de México los padres de los desaparecidos de Ayotzinapa comentaron que van a cambiar al país.
En la comunidad de San Pedro Tepanatepec, Oaxaca, se rememoró la noche trágica de Iguala. Sujetos a bordo de una camioneta negra tipo Jeep preguntaron a un estudiante quiénes eran, de dónde venían y para dónde se dirigían. Eran sicarios dueños de la plaza.
Pero esa noche luego de tres días en Chiapas no todo fue malo, un grupo de soldados del Ejército revisó los autobuses. El militar que subió al autobús donde viajaban los familiares dejó a todos sorprendidos.
Él sabía que eran los papás de los normalistas desaparecidos en Iguala, y al subir de inmediato dijo: “Señores esto es una revisión de rutina que tenemos que hacer, les pido una disculpa. Nosotros estamos con ustedes de manera moral. Por nuestro uniforme no podemos estar en las marchas apoyándolos, pero moralmente estamos con ustedes”.
Los familiares y algunos estudiantes que iban en ese autobús quedaron sorprendidos por las palabras de aliento del militar, porque los del 27 Batallón ubicado en Iguala la noche del 26 a pesar de los balazos permanecieron encuartelados, y cuando se les pidió apoyo lo que hicieron fue sacar a los normalistas que se refugiaban en una hospital privado.
En Oaxaca y Morelos la gente se desbordó en apoyo. Pero en Tlaxcala don Mario papá de César Manuel González uno de los jóvenes desaparecidos, temía que la gente no saliera a las calles, por la apatía y la venda que la televisión impuso sobre los normalistas que los ligó a grupos de delincuenciales.
Pero el temor poco a poco se diluyó. Más de 2 mil personas ese día salieron a las calles a pesar del rumor que las autoridades esparcieron entre la población de que los normalistas iban a causar destrozos a la ciudad.
Ese día el gobierno mandó a esperar con granaderos del estado y federales a la caravana. Fueron escondidos en los edificios públicos, pero no fue necesario que salieran.
En todas las plazas las lágrimas de aquellas madres que sienten dolor de perder a un hijo salieron, abrazaron a padres, madres y estudiantes por igual. Frases como “no los vamos a dejar solos” y “sigan adelante no nos defrauden” se escucharon.
Para el último día, el 20 de noviembre, la caravana llegó al punto de encuentro en la Ciudad de México. Miles salieron a recibir a las tres caravanas que recorrieron el norte, sur y el estado de Guerrero para articular una sola lucha en contra de las injusticias que el estado ha sido incapaz de atender.
De regreso en el autobús de la Caravana Sur había rostros de alegría y un tanto agobiados por el recibimiento del gobierno federal que arremetió con granaderos contra los manifestantes una vez que el mitin culminó en el Zócalo de la capital.
Sin embargo las palabras entre los padres eran de alegría. Sorprendidos por la respuesta de la población reiteraron dentro del autobús que seguirán en la lucha hasta lograr que sus hijos aparezcan con vida, “porque no están muertos y el gobierno lo sabe, pero se hace pendejo”, dijo doña Carmelita Cruz Mendoza mamá de Jorge Aníbal Cruz.

468 ad