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Exige Saúl Hernández justicia para los 43 normalistas y llama a detener la dictadura

Jorge Santamaría / Agencia Reforma

Ciudad de México

En el corazón de Saúl Hernández viven los 43 rostros de cada uno de los normalistas desaparecidos, y su memoria fue honrada el sábado por la noche en El Plaza Condesa.
Mil 300 personas acompañaron al líder de Caifanes durante un ritual que exigió justicia y la reestructura de sistema que presume los fantasmas de la dictadura, según opinó.
“Empieza la dictadura. El gobierno también se rige por los ojos y la sensibilidad de los seres humanos. El gobierno que no escucha a su pueblo cae en una dictadura. No lo vamos a permitir”, fue un mensaje certero en voz del Caifán.
A las 20:20 horas, un video de la campaña #MeComprometoA mostró la línea social que seguiría el concierto, lleno de paz, alegría y viejas canciones.
Varias personas aparecieron en el clip comprometiéndose a cambiar para hacer de éste un mundo mejor.
Poco después apareció Hernández con un trío de canciones de Jaguares: Dime jaguar, Nunca te doblarás y Entre tus jardines, para abrir la noche.
Muy temprano en su concierto, el cantautor recordó a todos los estudiantes.
“Esta canción es un homenaje a nuestros compañeros estudiantes y 43 héroes. Se los llevaron vivos y vivos los queremos, finalmente”, fueron las palabras del rockero para presentar el tema Fuerte, incluido en su nuevo material.
Durante la interpretación de este himno de resistencia, una pantalla proyectó ilustraciones personalizadas, con nombre y rostro, de cada uno de los desaparecidos.
El emotivo momento en el que Hernández exigió al Estado devolverlos con vida culminó con un retumbante: “Vivos se los llevaron y vivos los queremos”.
El cantautor, quien estuvo acompañado por Marco Rentería (bajo), Gustavo Nandayapa (batería) y Bernardo Ron (guitarra), desempolvó varias canciones del baúl.
Entre ellas Las ratas no tienen alas, en la que proyectó imágenes de políticos, presidentes, ex mandatarios y hasta las fotos de José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, y su esposa.
Antes de retirarse, Hernández complació a su fanaticada, ya mermada por el alcohol consumido, con rolas de Caifanes.
Quisiera ser alcohol, Mátenme porque me muero y La célula que explota, cerró la velada a las 23:30 horas.

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