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La Torre Caleta, una construcción fantasma que vive sus últimos días

Durante más de medio siglo formó parte del paisaje de esa tradicional zona turística

Caleta y Caletilla van a ser durante la Semana Santa una cortina de polvo y escombros. La ruina de la Torre Caleta y los nuevos locales de los restaurantes en construcción recibirán a los turistas en éste, el sitio turístico más tradicional del puerto.

Por más de 50 años el edificio abandonado de la Torre Caleta fue parte de los paisajes y las postales de las vacaciones en Acapulco. Hoy, cual edificio bombardeado en alguna guerra lejana, es un adefesio a punto del colapso, pero aún ocasión para la foto.

Por encima de algunos bañistas, vendedores ambulantes, guías de turistas, lancheros y meseros, los brazos de la grúa instalada en lo que queda el edificio mueven poleas, cuerdas y pedazos de metal y concreto que bajan de la parte más alta –o lo que queda de ella– del edificio. El vértigo de las altura no les preocupa. Que se sepa, no ha habido ningún descalabrado desde el 27 noviembre del año pasado, cuando con sendos mazazos el gobernador René Juárez y el alcalde Alberto López Rosas inauguraron no la primera piedra, sino los primeros gramos de polvo con lo que comenzaría la demolición del edificio.

Preocupan asuntos del suelo:

–Andan de civil los hijos de la chingada –dice una vendedora de quesadillas a propósito de los inspectores de Vía Pública, mirando con sospecha, desde el puente que lleva a las lanchas que van a La Roqueta, hacia playa Caletilla.

–Ya se fueron –le contesta la que vende destapadores de madera con forma de pescado. Descansan a la sombra de unos raquíticos arbolillos. Arriba, se escucha el golpeteo de los picos contra el cemento, de trabajadores que se desplazan sin arnés por sobre pisos ya sin paredes: Mexican curious para algún turista estadunidense o europeo que quiere mirar cómo se trabaja en el tercer mundo.

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La Torre Caleta fue uno de los primeros grandes edificios de Acapulco, contemporáneo del actual hotel Continental Emporio, antes Acapulco Hilton y propiedad original del ex presidente Miguel Alemán. Siempre fue un cascarón vació. Se dice, que ni fue hotel ni edificio de oficinas por la inquina del presidente Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), quien nunca dejó a los dueños echar a andar. Se dijo entonces, que porque como hotel no cumplía con la normatividad de tener los 25 metros de distancia del rompimiento de olas a la playa. Pero el caso es que casi ninguno de los hoteles de la Costera cumple con la disposición.

Hasta este 15 de marzo, la demolición de la Torre Caleta llevaba un 60 por ciento de avance, según informó por medio de un comunicado de prensa el subsecretario de Obras Públicas del gobierno del estado, Mario Hernández Villegas.

La demolición de la torre tendrá un costo (“una inversión”, dice el boletín), de 8.5 millones de pesos y forma parte del programa de rescate de la zona tradicional de Acapulco. Se agrega que de acuerdo a un estudio realizado por Protección Civil, la Torre Caleta tenía sus estructuras muy afectadas –llevaba más de 50 años abandonada– al presentar un desplazamiento vertical de 40 centímetros, y que de acuerdo al tipo de suelo podría colapsarse en cualquier momento. La torre está en un área aproximada de construcción de 10 mil 720 metros cuadrados, y consta de 16 niveles, planta baja, y sótano, y fue diseñada para resistir un efecto sísmico menor a lo que marca la norma de diseño actual.

La expropiación del inútil edificio no estuvo exento de problemas. Hasta El Barzón metió las manos por éste. Uno de los   representantes legales de la constructora DEM propietaria del inmueble, Nicolás Obispo Zaida, acusó en noviembre que “mañosamente” el gobierno del estado les expropió el edificio, pues dijo que nunca fueron notificados y tampoco salieron edictos en los periódicos para informar de la expropiación del mismo. Acusó al gobierno estatal de expropiarlo para hacer negocios.

Obispo Zaida contó que el edificio pertenece a la empresa desde 1991, cuando lo adquirió, y manifestó que no estaban de acuerdo con la expropiación, pero si el gobierno estatal lo quiere demoler, primero que paguen lo justo y no que les dieran migajas.

La zona del edificio será ahora un parque. El edificio que siempre fue una zona fantasma lo seguirá siendo, aunque ahora en ausencia.

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