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Cisma en el Ayuntamiento

 

 La renuncia de la secretaria general del Ayuntamiento de Acapulco, y las razones esgrimidas por María de la Luz Núñez Ramos pueden estar anunciando una crisis mayor que, por cierto, no es ajena a la que vive el Partido de la Revolución Democrática, la formación política gobernante en el municipio.

Un motivo poderoso para su alejamiento, dice la funcionaria dimitente, se encuentra en el propósito del alcalde Alberto López Rosas de “influir en el proceso preelectoral con la meta de construir la candidatura de uno de los aspirantes” a la gubernatura por el PRD, pues esa es “una de las causas principales del debilitamiento de la institucionalidad, de fracturas, de choques internos desgastadores y sobre todo de un creciente descrédito ante la sociedad. Quienes no comparten esta obsesión son vistos como enemigos, rivales o contendientes”.

Es una referencia directa al activismo político del presidente municipal en favor del senador Armando Chavarría, mismo que éste no oculta y que siempre matiza con la afirmación de que ningún recurso público se utiliza en esa promoción.

Ciertamente, nadie ha señalado lo contrario pero en la dimisión de su secretaria general el alcalde tiene ya una demostración contundente de que debió actuar de un modo prudente en el proceso de selección del candidato a gobernador de su partido.

No le falta razón a Núñez Ramos cuando dice que esta actitud proselitista del alcalde está siendo cuestionada por diversos sectores de la sociedad acapulqueña. Muchos porteños se preguntan porqué un político que ganó la alcaldía gracias en parte a la buena percepción que dejó en los electores su antecesor, cuando éste aspira a ser el gobernador se encuentra con que su sucesor apoya al adversario. Y hasta ahora, López Rosas no ha explicado con suficiencia a sus electores el motivo de su animadversión hacia Zeferino Torreblanca.

Quién y cómo comenzó este desencuentro entre los lopezrosistas y los zeferinistas es ahora intrascendente. Si López Rosas se comporta como si los 120 mil votos que obtuvo son solamente suyos; si el equipo de Torreblanca no deja trabajar al alcalde; si el alcalde está con Chavarría porque los zeferinistas lo boicotean. Lo que debe preocupar a los perredistas y a sus aliados es que esa disputa parece encaminarse a un choque de trenes del que saldrá perdiendo el partido que a los jefes de ambos les ha prestado las siglas.

Muchos ubican el origen de los conflictos que dividen al PRD nacional, en el desconocimiento de Andrés Manuel López Obrador de la gestión de sus antecesores Rosario Robles y Cuauhtémoc Cárdenas. De este desencuentro vino la cadena de enfrentamientos que desembocó en la crisis más grave en los 15 años de vida de ese partido.

Se suponía que esa era una práctica sólo del PRI. El presidente o gobernador que llegaba quería desahacer la obra del que se iba. Sólo hay dos diferencias. Que López Rosas tiene compromisos frente a los electores –y no frente al dedo presidencial–; y que mientras los priístas saldan las cuentas pendientes dejadas por la selección de su candidato, parece que los perredistas se aprestan a despedazarse en pos de la candidatura a gobernador.

La renuncia de Núñez Ramos es un recurso extremo. Ojalá sirva para que los actores se serenen y reflexionen sobre lo que está en juego.

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