Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

De Coatepec Costales a Teotihuacan

 Rubén Cabrera, el arqueólogo guerrerense que es autoridad en el estudio de esa ciudad prehispánica

 Ese viernes por la noche, el arqueólogo Rubén Cabrera, apenas termina la conferencia La Cultura Mezcala y el Tempo Mayor, en el Fuerte de San Diego, de la que fue moderador, sale en busca de unos tacos o algo de comida rápida. Le acompaña su esposa. “¿Habrá algo cerca?”, pregunta ella. De gorra de maestro de obras, botas mineras y pantalón de mezclilla café, chaparrón, dista mucho del prototipo del arqueólogo de pipa y sombrero a la Indiana Jones, que mira como una nube de obreros se desloma moviendo piedras mientras él hace apuntes, incólume, en una libreta pulcrísima.

Rubén Cabrera Castro nació en Coatepec Costales, Guerrero, en 1934. A los dos años fue huérfano de padre y a los diez de su madre. A los once salió de comunidad, para estudiar la secundaria, y trabajar, en Cuernavaca, Morelos. Luego ingresaría a la Escuela Nacional Preparatoria, y después estudiaría un primer año Arquitectura en la UNAM. Cambiaría de profesión para estudiar arqueología en la Escuela Nacional de Antropología: “Fue algo que me llamó la atención, y también a la vez me permitió combinar mi trabajo con mis estudios”.

Desde hace veinte años es director de la Zona Arqueológica de Teotihuacan, una de los monumentos históricos principales del país, aunque ese no era su objetivo al comenzar su carrera. “Mi proyecto era el Occidente. Mesoamérica es un mosaico grande, pero cuando yo llego a México (después de un trabajo de campo) me dicen, usted se va a ir a Teotihuacan. Le digo, yo vengo de Guerrero y traigo mi material, que es lo que me interesa. Me dicen, sí, pero al Instituto le interesa que usted vaya a Teotihuacan, por dos años o por un año y medio, porque el señor que estaba ahí está un poco enfermo. Y ese señor murió y yo quedé al frente del proyecto, un proyecto muy grande, con mucha responsabilidad y fui adquiriendo compromisos y compromisos, y ahorita para zafarme, puedo, pero mi conciencia me dice ‘usted no se va porque no va a terminar”.

Su trabajo en Guerrero

La entrevista es de pie, parados. Carga una mochila tipo escolar que nunca deja en el suelo, dejando ver que está acostumbrado a las caminatas y a las marchas. No hay sillas en derredor. Durante la plática, a la entrada del Fuerte se coloca el buffet: carnitas a la barbecue; chalupas, frijoles, etc, etc y vino blanco y cervezas, convite del patronato –que preside la filántropa Lupita Molina– para la elite cultural de siempre. Al final de la plática le entramos al buffet, como dando por sentada la máxima de los investigadores de campo: cuando hay, hay, y cuando no, no.

“Yo en Guerrero hice trabajos arqueológicos en la desembocadura del Balsas, cuando se construyó la presa de La Villita, y mi tesis fue de ahí, La arqueología del Bajo Balsas. De mi pueblo salí a los 11 años. He regresado frecuentemente, tengo ahí familiares, pero regreso cada año una temporada muy corta, llego a visitarlos. El santo del pueblo es el Padre Jesús, el quinto viernes se celebra la fiesta del pueblo, el quinto viernes de Cuaresma y ahora está celebrándose un festival religioso.

Mis maestros en la escuela fueron Jaime Litvak, mi director de tesis, precisamente trabajé con él en la desembocadura de El Balsas. He trabajado con antropólogos, con mexicanos, como el doctor Ramón Piña Chán. Con él colaboré en Michoacán, en la décima temporada de exploración del sitio más importante de Michoacán que ex Tzin Tzun Tzan, dos años consecutivos.

La llegada a Teotihuacan, obra de la casualidad

De atractivo la arqueología tiene la satisfacción de buscar datos de los pueblos antiguos. La antropología se encarga no sólo del descubrimiento de los monumentos y de los hallazgos sensacionales, sino que fundamentalmente hace la reconstrucción de la historia de los pueblos antiguos por medio de los datos que encuentra en sus excavaciones. A mí me llamó mucho la atención el interés por ver cómo fueron surgiendo los pueblos, cómo se fueron desarrollando, desde los primeros asentamientos de grupos humanos en cuevas, y luego en pequeñas aldeas y así, y llegué por casualidad a la zona arqueológica de Teotihuacan, no era mucho mi interés. Mi interés era conocer los asentamientos periféricos y no el gran centro religioso, capital del estado teotihuacano, pero estoy ahí, ahora me ha llamado mucho la atención, he estado participando y he estado coordinando proyectos de mucho interés. Ahora estamos coordinando el gran proyecto Pirámide de la Luna, donde hemos encontrando proyectos sumamente importantes, que relacionan la interacción que había entre gobernantes teotihuacanos con gobernantes mayas, la manera en cómo eran sus relaciones políticas y diplomáticas a nivel de estado, y también la forma en cómo fueron sepultados algunos de estos personajes.

 Guerrero es un espacio importante en la referencia a la arqueología en México, solo que hay muy pocas publicaciones, es decir, hay menor interés por parte de las autoridades locales y entonces no se impulsa como debe como en otros lugares. Como en Veracruz tienen muchas posibilidades económicas, hay disposiciones financieras. Guerrero tiene una riqueza enorme, enormes vestigios de pueblos antiguos que se diseminan por todos los valles, en los campos, en los ríos, en las costas. Está plagado, lo que pasa es que son también diferentes. Hay áreas geográficas donde permite un tipo de desarrollo humano, y hay áreas son otras características, los grupos que se van adaptando según al medio geográfico donde se encuentran. Por ejemplo, en lugares desérticos su desarrollo no es tan próspero como los lugares fértiles, porque en estos existen el agua, el cultivo, no hay problemas de subsistencia. Y en los lugares desérticos hay esa dificultad, pero sí hay muchos grupos que viven ahí o que vivieron, se han adaptado, su alimentación es diferente, por ejemplo, la caza, la recolección, todavía vemos en los pueblos en Guerrero donde hay muchos alimentos que se disecan para irlos consumiendo en épocas de carestía. En Veracruz no tienen necesidad, hay el agua y todo eso. Pero Guerrero es muy rico en su arqueología.

–¿Ha faltado una política institucional, del gobierno?

–Por un lado, se combinan, por un lado el menor interés que tienen los gobiernos estatales en comparación con otros. Por otro lado, las condiciones fisiográficas, la limitación misma. Uno viene, por ejemplo, planta un proyecto para Guerrero, los arqueólogos siempre se enfrentan a problemas que van surgiendo. En otros lugares no hay más facilidad. Si yo planteara mi proyecto para Acapulco estaría muy bien, porque estaría trabajando las culturas de por acá pero además está el mar, muy llamativo y han venido arqueólogos a trabajar en la costa. Pero si uno se va a la sierra, las condiciones son muy diferentes. Muchas veces aunque haya los medios, aunque uno tenga los centavos, no consigue uno alimentación, porque las personas ahí tienen una gallinita no la quieren vender, porque esa es la que me da los huevitos para ir consumiendo.

Guerrero, clave para entender el origen de la población en México

–¿Si lo invitaran a Guerrero por dónde empezaría a trabajar?

–Es que tengo el problema fundamental es que estando en Teotihuacan por veinte años he adquirido muchísimos compromisos de investigación, o sea, tengo muchos trabajos no concluidos. En Guerrero, si yo tuviera los medios, primero haría un mapa para ver dónde ya hay trabajos, ya hay información y las grandes lagunas donde no existen. Eso me permitiría conocer el panorama general del problema de Guerrero. Ahorita existen mapas, pero de sitios, hay ubicaciones, pero un mapa cultural para ver qué tipo de gentes, qué tipo de producción, todo esto. Este tal vez yo tendría la visión para decir esta parte me interesa, por ejemplo, la Costa Chica. De antemano yo sé que en la Costa Chica hay muy poca investigación. La Costa Chica se conoce muy poco desde el punto de vista de la arqueología y de la antropología, entonces ahí entrarían antropólogos diferentes, según sus intereses, pero en lo arqueológico yo agarraría la Costa Chica.

Emprender proyectos arqueológicos en el estado de Guerrero implica adentrarse a resolver el problema de la población en México, en general, porque aquí en Guerrero está la clave para entender muchas cosas. Unos dicen, la población del altiplano central llegó por Guerrero, otros dicen, llegó por el Balsas, otros dicen llegó por el Golfo. Entonces trabajando aquí se pueden aclarar muchas cosas. Y esto es ir avanzando en el conocimiento de los antiguos pueblos de México. Esto es mucho muy interesante desde el punto de vista de la investigación. Lo que pasa es eso, cuánta gente tiene su mirada a trabajar en Guerrero, pero luego se enfrentan a situaciones es muy difícil, la población, los caminos.

Vamos a suponer que hay grupos europeos que interesan financiar un proyecto. ¿Plantear un proyecto aquí? No se arriesgan, es más peligroso. Aunque hay investigadores locales. Hay gente dedicada de tiempo completo en la Costa Grande, Rubén Manzanilla, por ejemplo. Otros están trabajando el valle de Ciudad Altamirano. Otros extranjeros están tratando de buscar el origen de los yacimientos de cobre, la producción y su comercio, su relación con sudamérica, con Ecuador, con Perú, porque se habla de una ruta comercial o una ruta humana que había a lo largo de la costa. Otros están trabajando sitios con arquitectura y otros sitios sin arquitectura, pero no se compara con la cantidad de gente que está trabajando en otros estados.

Mi proyecto de trabajo era el occidente. Mesoamérica. Dentro de Mesoamérica están las culturas del occidente. Las culturas del occidente van desde Nayarit hasta Guerrero. A mi siempre me llamó mucho la atención las culturas del occidente, porque son culturas sumamente interesantes y no tienen grandes monumentos, como Teotihuacan. Ahí yo he trabajado Michoacán, los purépechas, he trabajado en Guerrero. Llevé mi material de lo que obtuve en el valle de Cocula, detectamos como 93 sitios simplemente en ese valle, de muchas categorías. Poblaciones con arquitectura semimonumental y asentamientos. En el museo de Chilpancingo hay algunos materiales que nosotros encontramos en la desembocadura del Balsas.

 Eulalia Guzmán y los restos de Cuauhtémoc

En 1949 la arqueóloga zacatecana Eulalia Guzmán descubrió, bajo una iglesia del siglo 16 en Ixcateopan, en Guerrero, los supuestos restos del emperador Cuauhtémoc, investigación que fue después desestimada por antropólogos. Por ser arqueólogo, guerrerense y vecino de esa comunidad, para Rubén Cabrera el caso le incumbe especialmente. “Yo estoy muy involucrado en este hecho porque Ixcateopan está muy cerca de mi pueblo. De hecho el señorío de Ixcateopan y el señorío de Coatepec estaban estrechamente relacionados políticamente. Entonces a mí me llena de orgullo porque dicen que un príncipe de Ixcateopan se casó con una princesa de Coatepec, pero son leyendas. Desde el punto de vista de la ciencia, porque la arqueología es una ciencia, uno no puede mentir. No hay las pruebas, hay solamente el mito, hay solamente la tradición. Eulalia Guzmán se basó solamente en fuentes históricas, pero también encontró bajo el altar mayor de la iglesia de Ixtaceopan los restos.

Pero cuando vienen antropólogos físicos –ella era arqueóloga, como yo– pero si yo encuentro un entierro, pues yo digo, esos huesos son de ese personaje. Los antropólogos físicos dicen, pues este era de sexo femenino, sexo masculino, tenía tal estatura, etcétera, o sea conocedores en ese campo, entonces ellos encuentran esqueletos de cuatro personas, porque es muy fácil determinar. Eulalia Guzmán, con la sensación, con el gran descubrimiento, con la emoción dijo: estos son los restos de Cuauhtémoc. Incluso había ahí una leyenda en la caja en donde se encontraban decían ‘Señor Cuauhtémoc’, pero los antropólogos físicos encuentran cuatro restos y de ahí viene la polémica. Lo que pasa, es que vamos a suponer que, ese es mi punto de vista, seguramente que los enterraron ahí, pero no existía la iglesia, pero poco a poco fue desarrollándose la población. Construyen la iglesia, toman los restos y los meten a otra caja, pero posteriormente otras gentes van venerando esos huesos pero los van revolviendo, van metiendo otros huesos ahí y se falseaban, y está la política, también cuenta (pues el caso fue desestimado por los políticos).

Pero fueron los especialistas los que determinaron que no era un individuo. De los huesos, de lo que te digo, ya no son los originales.

–¿Pero serán parte de los restos?

–Podrían ser.

–¿Y del hecho a convertir el caso de Eulalia en uno de los yerros de la arqueología?

–No, Eulalia Guzmán es muy respetada, tiene el nombre de una calle en la ciudad de México, ha sido maestra de otras generaciones, pero también hay los grupos contrarios. Yo la conocí, todavía no era estudiante, pero ella tuvo toda la intención de sacar adelante todo eso pero no se asesoró con un antropólogo físico, es posible que estuvieran los restos, era el de una mujer y otros, pero ni modo, pero no importa sean o no sean, mucha gente tiene la creencia ahí es el santuario donde deberían estar los restos. Guerrero es un espacio importante en la referencia a la arqueología en México, solo que hay muy pocas publicaciones, es decir, hay menor interés por parte de las autoridades locales y entonces no se impulsa como debe como en otros lugares. Como en Veracruz tienen muchas posibilidades económicas, hay disposiciones financieras. Guerrero tiene una riqueza enorme, enormes vestigios de pueblos antiguos que se diseminan por todos los valles, en los campos, en los ríos, en las costas. Está plagado, lo que pasa es que son también diferentes. Hay áreas geográficas donde permite un tipo de desarrollo humano, y hay áreas son otras características, los grupos que se van adaptando según al medio geográfico donde se encuentran. Por ejemplo, en lugares desérticos su desarrollo no es tan próspero como los lugares fértiles, porque en estos existen el agua, el cultivo, no hay problemas de subsistencia. Y en los lugares desérticos hay esa dificultad, pero sí hay muchos grupos que viven ahí o que vivieron, se han adaptado, su alimentación es diferente, por ejemplo, la caza, la recolección, todavía vemos en los pueblos en Guerrero donde hay muchos alimentos que se disecan para irlos consumiendo en épocas de carestía. En Veracruz no tienen necesidad, hay el agua y todo eso. Pero Guerrero es muy rico en su arqueología.

–¿Ha faltado una política institucional, del gobierno?

–Por un lado, se combinan, por un lado el menor interés que tienen los gobiernos estatales en comparación con otros. Por otro lado, las condiciones fisiográficas, la limitación misma. Uno viene, por ejemplo, planta un proyecto para Guerrero, los arqueólogos siempre se enfrentan a problemas que van surgiendo. En otros lugares no hay más facilidad. Si yo planteara mi proyecto para Acapulco estaría muy bien, porque estaría trabajando las culturas de por acá pero además está el mar, muy llamativo y han venido arqueólogos a trabajar en la costa. Pero si uno se va a la sierra, las condiciones son muy diferentes. Muchas veces aunque haya los medios, aunque uno tenga los centavos, no consigue uno alimentación, porque las personas ahí tienen una gallinita no la quieren vender, porque esa es la que me da los huevitos para ir consumiendo.

–¿Si lo invitaran a Guerrero por dónde empezaría a trabajar?

–Es que tengo el problema fundamental es que estando en Teotihuacan por veinte años he adquirido muchísimos compromisos de investigación, o sea, tengo muchos trabajos no concluidos. En Guerrero, si yo tuviera los medios, primero haría un mapa para ver dónde ya hay trabajos, ya hay información y las grandes lagunas donde no existen. Eso me permitiría conocer el panorama general del problema de Guerrero. Ahorita existen mapas, pero de sitios, hay ubicaciones, pero un mapa cultural para ver qué tipo de gentes, qué tipo de producción, todo esto. Este tal vez yo tendría la visión para decir esta parte me interesa, por ejemplo, la Costa Chica. De antemano yo sé que en la Costa Chica hay muy poca investigación. La Costa Chica se conoce muy poco desde el punto de vista de la arqueología y de la antropología, entonces ahí entrarían antropólogos diferentes, según sus intereses, pero en lo arqueológico yo agarraría la Costa Chica.

Emprender proyectos arqueológicos en el estado de Guerrero implica adentrarse a resolver el problema de la población en México, en general, porque aquí en Guerrero está la clave para entender muchas cosas. Unos dicen, la población del altiplano central llegó por Guerrero, otros dicen, llegó por el Balsas, otros dicen llegó por el Golfo. Entonces trabajando aquí se pueden aclarar muchas cosas. Y esto es ir avanzando en el conocimiento de los antiguos pueblos de México. Esto es mucho muy interesante desde el punto de vista de la investigación. Lo que pasa es eso, cuánta gente tiene su mirada a trabajar en Guerrero, pero luego se enfrentan a situaciones es muy difícil, la población, los caminos.

Vamos a suponer que hay grupos europeos que interesan financiar un proyecto. ¿Plantear un proyecto aquí? No se arriesgan, es más peligroso. Aunque hay investigadores locales. Hay gente dedicada de tiempo completo en la Costa Grande, Rubén Manzanilla, por ejemplo. Otros están trabajando el valle de Ciudad Altamirano. Otros extranjeros están tratando de buscar el origen de los yacimientos de cobre, la producción y su comercio, su relación con sudamérica, con Ecuador, con Perú, porque se habla de una ruta comercial o una ruta humana que había a lo largo de la costa. Otros están trabajando sitios con arquitectura y otros sitios sin arquitectura, pero no se compara con la cantidad de gente que está trabajando en otros estados.

Mi proyecto de trabajo era el occidente. Mesoamérica. Dentro de Mesoamérica están las culturas del occidente. Las culturas del occidente van desde Nayarit hasta Guerrero. A mi siempre me llamó mucho la atención las culturas del occidente, porque son culturas sumamente interesantes y no tienen grandes monumentos, como Teotihuacan. Ahí yo he trabajado Michoacán, los purépechas, he trabajado en Guerrero. Llevé mi material de lo que obtuve en el valle de Cocula, detectamos como 93 sitios simplemente en ese valle, de muchas categorías. Poblaciones con arquitectura semimonumental y asentamientos. En el museo de Chilpancingo hay algunos materiales que nosotros encontramos en la desembocadura del Balsas.

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