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Pobreza e ignorancia en Apalani y El Campanario; faltan servicios básicos

* Llega Oportunidades, pero no es suficiente

* Los maestros tienen que ir a dar clases en compañía de policías, pues son frecuentes los asaltos

  Karina Contreras * Ubicadas en el área rural de Acapulco, las comunidades de Apalani y El Campanario, como otros muchos pueblos, carecen de servicios básicos como agua y drenaje. Y aunque cuentan con un centro de salud, éste es insuficiente para atender a cientos de familias de ambos lugares.

A dos horas del puerto y por un camino de terracería se llega a El Campanario y Apalani, un lugar donde se huele y se siente la pobreza de sus habitantes. Las casas son bajareques construidas con lodo, lámina de cartón, teja y palos, y esparcidas en cerros rocosos y áridos con apenas unos cuantos árboles y caminos polvorientos que son recorridos por pies    agrietados.

Su economía se basa en la explotación del carbón y en la siembra de jamaica, para consumo de la familia siembran maíz, calabazas y sandía. En esos pueblos comer carne es un lujo que no se pueden dar.

Los niños van a la escuela con uniforme que ya pasaron sus mejores días y muchos de ellos descalzos, otros llevan huaraches remendados. Aunque son beneficiados con el programa Oportunidades cada dos meses, simplemente, 125 pesos no alcanzan para cubrir las necesidades de un niño que, según las autoridades “son el futuro de México”.

En esos pueblos reina la delincuencia en constantes asaltos, que hacen que los maestros rurales tengan miedo de subir, para hacerlo la policía tiene que ir por ellos al San Juan el Chico, si no, ese día no hay clases.

Mónica Ramírez Villancio es profesora desde hace dos años en la escuela Emiliano Zapata de la comunidad de Apalani y da el tercer grado. Reconoció que los maestros suben en grupo a los pueblos y resguardados por policías debido a los asaltos.

Sobre los pequeños de esa comunidad dijo que hay momentos en que se siente frustrada como profesora, ya que debido a la alimentación y lo alejado de las comunidades los niños no aprenden rápidamente, y a veces siente que no aplica el programa correcto con ellos.

Señaló que es muy difícil para el maestro rural estas circunstancias, pero confesó estar mejor que otros profesores de comunidades marginadas.

Otros problemas de estas dos comunidades son el centro de salud que se encuentra en El Campanario, el cual cuenta con una sola doctora y enfermera para atender a más de 500 familias de ambos pueblos. Ahí los habitantes se quejaron de que la doctora se va desde el miércoles y regresa hasta el lunes; lo cual fue negado por la encargada del centro de salud, Rita Mazón Rodríguez quien dijo que nada más se va los viernes, pues tiene que entregar un reporte semanal.

Mazón Rodríguez comentó que ella atiende entre 20 y 40 consultas diarias y las principales enfermedades que se registran son las respiratorias y diarreicas. Un gran logro es que el 95 por ciento de la mujeres se ha realizado el papanicolao y nada más una resultó con problemas.

En El Campanario todavía se conserva la tradición de castigar a la persona con el cebo –que consiste en dos pesados maderas donde se traba el pie– cuando se portan mal, y ahí, bajo el rayo del sol o el frío puede permanecer más de dos horas.

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