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Reconocen las instituciones de Salud la importancia de las parteras empíricas

* Atienden a familias pobres, en zonas marginadas carentes de servicos médicos

 Raquel Santiago Maganda * El reconocimiento de las parteras empíricas por parte de instituciones médicas como la Secretaría de Salud (SSA) del estado y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), demuestra que este grupo en sus comunidades representa el acceso a la atención de los partos en familias de escasos recursos.

La responsable del programa federal Arranque parejo en la vida de la Jurisdicción 07 de la SSA, Jazmín Salgado Benítez, y la coordinadora delegacional de enfermería en salud reproductiva del IMSS, Esperanza Sánchez Nava, entrevistadas por separado, coincidieron en que es mejor tener a unas parteras empíricas capacitadas y productivas, enfoque que les da una valor especial a estas mujeres al ser incorporadas a un sistema médico que no acepta de igual manera a hueseros y hierberos.

Chilpancingo es el municipio que tiene el mayor número de parteras, con 628 de éstas. Mientras que en el municipio de Acapulco, la SSA tiene un censo de 100 parteras arraigadas. El 80 por ciento está en la zona rural y el otro 20 por ciento en el área urbana y suburbana, aunque también reconoció que existen más mujeres practicando como parteras, pero que “no reconocen serlo” con el argumento de que ayudan a parir a las mujeres “sólo cuando se presenta la ocasión”.

Sin embargo, en la capacitación de la mayoría de las parteras del municipio uno de los principales obstáculos es la falta de presupuesto.

La doctora encargada de Arranque parejo en la vida, programa federal que aboga por la equidad de las mujeres, informó que después de tres años de haberse suspendido la capacitación a parteras. Recientemente, del 8 al 11 de diciembre de 2003, retomaron el adiestramiento que costó 40 mil pesos.

A la anterior capacitación sólo acudieron 54 mujeres y el resto se ausentó por diversos factores: como la falta de dinero para trasladarse de sus comunidades a la ciudad. A cada una de las asistentes, se les entregó un botiquín con instrumentos útiles para atender y garantizar la sanidad de los partos.

Jazmín Salgado mencionó que la información a las parteras se transmite con un lenguaje sencillo porque el 40 por ciento no sabe leer ni escribir, carencias que no impiden que también se aprenda de ellas, aseguró. Mencionó que la SSA ha trabajado para que las parteras garanticen “un parto limpio”, definido como un nacimiento que cumpla con la sanidad para evitar enfermedades o muertes a la madre y al hijo.

Jazmín Salgado resume el arraigo y presencia de la parteras en sus comunidades por un solo sentido, la comunidad “tienen más confianza en ellas que en los médicos”, por una cuestión de usos y costumbres, que también resulta un servicio más barato. La funcionaria informó que en 2003, se reportaron 33 partos atendidos por las parteras, cuando el censo se reducía a 25 integrantes.

Respecto a la mortalidad materna informó que en 2000, se registraron 12 muertes maternas en su mayoría en hospitales, y que las parteras “son empíricas pero no tontas”, porque saben detectar cuando un parto es complicado y entonces las envían a los hospitales o centros de salud, en donde reciban atención más especializada.

En tanto, en el IMSS existe una organización diferente, en comparación con la SSA. En el instituto, la instrucción de las parteras es constante, pero el número de beneficiarias es reducido.

La coordinadora delegacional de enfermería en salud reproductiva del IMSS, Esperanza Sánchez Nava, informó que el programa realizado desde 1974 sólo se considera a 135 parteras rurales en el estado, de las cuales 35 se localizan en las colonias aledañas de la ciudad y puerto de Acapulco.

Las 135 parteras están canalizadas a ocho centros de adscripción, ubicados en Chilpancingo, Iguala, Taxco, Zihuatanejo, Altamirano, Atoyac, Ometepec y Acapulco. Cada dos meses se reúnen en estos centros para recibir capacitación, la cual se ve limitada porque algunas de ellas no saben leer ni escribir.

Igual que en la SSA, en el IMSS, las parteras también son las promotoras de la planificación familiar, con la diferencia de que en el instituto se entregan a las parteras métodos anticonceptivos para su distribución y se les pagan sus viáticos cuando se requiere de su presencia en los talleres.

En el bimestre enero-febrero, se distribuyeron 83 paquetes de pastillas anticonceptivas, 97 inyecciones y se aplicaron 42 dispositivos intrauterinos. Asimismo, se atendieron 25 partos.

En el IMSS, se capacitó a ocho parteras para colocar los dispositivos intrauterinos, y las 35 mujeres son supervisadas por dos de sus compañeras.

 Parteras: una ocupación mal retribuida, pero necesaria

Raquel Santiago Maganda * Emperatriz Jacinto Carmona tiene 55 años de edad, de los cuales 18 años lleva dedicados a atender los partos en la comunidad de Amatillo. Su ingreso a partear fue cuando por cuestión económica, ayudó a su nuera a parir a su primer nieto Arturo León García, después del éxito en el parto apoyó a sus cuñadas.

Durante sus primeros años de actividad, Emperatriz Jacinto utilizaba unas tijeras ordinarias e hilo de coser para cortar el cordón umbilical, que ya separado era untado con un tizón para ayudar a cicatrizar.

Originaria de la comunidad de Huamuchito de este municipio, aseguró que las mujeres la buscan como partera porque le tienen confianza, y reconoce que su conocimiento lo fue perfeccionando a tal grado que “nadie se me ha muerto”.

Todas las parteras realizan su trabajo en las casas de las mujeres parturientas, cada quien con características propias. En el caso de Emperatriz Jacinto, tras calentar agua da a la madre un té de raíz llamado mala mujer, que es recolectada por ella misma en el campo cercano a la comunidad. El objetivo de la infusión es detener el sangrado del posparto. Pero el elemento clave para los nacimientos es el valor tanto de la madre como de la partera.

Emperatriz Jacinto explicó que, en sus 18 años de ayudar en los nacimientos, sólo ha tenido dos casos difíciles. En ambos, las mujeres expulsaron la placenta y la criatura todavía estaba en el interior, que después salió sin mayores complicaciones. Esto sucedió hace ocho años.

Cuando se le pregunta ¿cuánto cuesta su servicio?, Emperatriz Jacinto hace una expresión de desencanto, y mencionó que su cobro es de 100 a 50 pesos. Y, en ocasiones, nomás le dan para sus refrescos; aunque otras “ni las gracias vienen a dar”.

Doña Emperatriz Jacinto gasta en promedio 60 pesos para viajar a la ciudad de Acapulco, es por eso que en varias ocasiones se abstiene de realizar el viaje para asistir a capacitarse.

Esta partera rural tiene ocho hijos, cuatro de ellos fueron paridos por ella sola, encerrada en su humilde casa porque “me daba pena” (que la vieran), y el resto de los nacimientos fueron atendidos por otras parteras.

Una técnica de las mujeres, que aún se sigue practicando es colgar a la mujer para ayudarla en el parto. La técnica consiste en que la mujer se incline y flexionando las rodillas asuma una posición que le ayude a pujar para que el bebé salga más rápido.

Doña Emperatriz también cura el dolor provocado por el aire, con una mezcla de sol y ajo. Con la ayuda de un rezo que no quiso revelar su contenido, pero que es dado con mucha fe para sacar el mal aire del cuerpo y termina con los dolores, “aunque mucha gente no cree”, pero aseguró que “el mal aire te chinga la mente”.

Otra de las parteras, Evarista Mendoza Hernández, de 50 años, tiene 10 en el oficio, heredado por su madre Natalia Hernández Morales, de quien fue su asistente, pero lamentó que ninguna de sus dos hijas seguirá con la tradición.

Evarista Mendoza se inició cuando sanó un cordón umbilical con hemorragia, esto le valió la confianza de sus vecinos que inmediatamente la obligaron a ser partera.

Por eso, reconoció que al principio no le agradaba la idea de ayudar en los partos. Sin embargo, “la necesidad” la acabó de convencer porque sus vecinos no tenían posibilidad económica de trasladarse al área suburbana para ser atendidos por un médico.

Y aunque el servicio de una partera es, en comparación con los servicios de un hospital o una clínica, más barato. En el caso de Evarista Mendoza, ella cobra 300 pesos por parto, reconoció que algunas de las usuarias consideran caro el servicio y otros “a veces no pagan”, y por eso se ha vuelto más exigente porque no entrega la constancia de nacimiento “si no me pagan completo”.

La partera es madre de cinco niños todos paridos por ella sola, en su casa atrabancada con un pedazo de madera. Su técnica no es tan diferente al resto de sus compañeras, hervir agua, darles un té de epazote “para calentar la barriga. Además de untar copal. El último parto que atendió fue en julio de 2003. (Raquel Santiago Maganda).

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