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Desde que iniciaron las balaceras y enfrentamientos en Chilapa nadie vive en paz, narran los vecinos

*Se queja un joven de que el Ejército y la policía no actúan, dice que aunque esas fuerzas están en la ciudad, vuelve a pasar lo mismo

Que el gobierno brinde seguridad al municipio, piden ciudadanos de Chilapa después de los enfrentamientos entre grupos armados y policías estatales que han tenido lugar en la ciudad.
Un joven de unos 24 años suplicó paz para la ciudad; no olvida el mes de julio, cuando se hilaron tres días de balaceras, y no lo olvida porque su papá murió ahí, “lo confundieron”, aclaró.
Esa noche, su papá salió a guardar el carro, nunca regresó. Ese día, a pesar de que afuera había una balacera salieron a buscarlo, no les importó, su papá corría peligro. Al siguiente día lo encontraron baleado. Estaba muerto.
“Mis abuelos han sufrido mucho, son a los que más les ha afectado, ellos ya son muy mayores. Ya quisiéramos que acabara todo esto”, reclamó.
Su padre era la cabeza de la familia, hoy su madre ha asumido la responsabilidad, venden comida pero “las ventas no han sido buenas”.
Todo lo que han vivido ha marcado a su familia, “ha sido un trauma que se sufre”, dice.
Se quejó de que el Ejército y la policía no actúen, “pues están y vuelve a pasar lo mismo”. Y propone una solución, “la gente se debería de levantar, para resguardarnos a nosotros mismos”.
Una joven estilista, también recordó el mes de julio, cuando se suscitaron los primeros enfrentamientos en la ciudad, de los que resultaron muertos siete presuntos delincuentes y un policía de las Fuerzas Especiales, según informó el entonces Secretario de Seguridad Pública y Protección Civil Leonardo Vázquez Pérez.
Aquella vez, narró la joven, se encontraba en su negocio cuando comenzó un rumor de que habría un enfrentamiento. El miedo la invadió, cerró su local, después de eso su negocio se vino abajo, “ya me habían pagado algunas personas por lo de las clausuras, pero después todos me cancelaron. Tuve que regresar dinero”.
La cantidad de servicios que da, asegura, han bajado más del 50 por ciento, incluso cuando la llegan a contratar en el municipio de Zitlala o en comunidades como Acatlán, opta por mejor no ir, “es por el temor”.
Después todo empeoró. El 26 de noviembre se enfrentaron dos grupos armados, al otro día aparecieran 11 cuerpos decapitados y calcinados, y a los tres días otros cinco cuerpos en las mismas condiciones.
Al respecto, la joven estilista dice que ya no se puede salir. “Te deprimes, te decepcionas de que tu ciudad esté así”. Antes, dijo, podía salir a cenar y llegar a su casa hasta las 11 de la noche, hoy ya no, la situación no lo permite “a las 7 o a las 8 de la noche ya estoy en mi casa, y ya no salgo para nada”.
Ella tampoco va a ir a la feria, dijo, “por el riesgo de otra balacera”.

El miedo por la inseguridad no deja a los chilapenses vivir tranquilos

Aida, junto con sus dos hijos y su esposo, ha enfrentado también esta situación. En los enfrentamientos, narró Aida “afortunadamente he estado en mi casa, pero me pongo muy mal por mis hijos, me da miedo”. Desde que comenzaron las balaceras en la ciudad ella también ha tomado precaución.
También responsabiliza a las autoridades que no están haciendo su trabajo para brindar seguridad, “dónde están los 500 soldados que dijo el presidente, yo he visto muy pocos en la ciudad y creí que sí habría por lo de las fiestas decembrinas”.
“Hoy uno ya no vive tranquilo, escuchas un tronido y no sabes si son los cohetes de las iglesias o si son balazos. Yo digo que se deberían prohibir los cohetes, porque no nada más soy yo la que opina eso, he escuchado a otras personas decirlo. Con cualquier ruido uno está alerta”, explicó.
La preocupación con sus hijos dijo que, aunque sabe que están en la escuela está pensando que haría si llegara a suceder algo, a pesar de que una profesora le comentó que estando en la escuela los niños están seguros, que no se preocupara.
Aida recordó que hace unos ocho años su hermana salía sin preocupación a los antros, y que incluso se regresaba caminando con sus amigos, el único temor era encontrar a algún borracho.
Hoy, ella también trata de estar en casa antes de las 8 de la noche. Contó que ayer esperó a unos amigos que venían de La Montaña, y tenía que ir a recogerlos, eran las 9:30 de la noche, esa situación le provocó tensión “desde las primeras balaceras, yo ya no salía a esa hora de mi casa, afortunadamente nada pasó”, exclamó.
A diferencia del joven, piensa que es imposible que en Chilapa la población se levante para hacer frente a la inseguridad “yo veo que mucha gente tiene miedo”.
“Yo quisiera que mis hijos no tuvieran miedo. Ahora trabajo mucho para inculcarles buenos valores, para que no se vayan por un mal camino, que sepan elegir entre lo bueno y lo malo”. (Redacción / Chilapa).

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