Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Sánchez Barrios, se ve agotado, con ganas de dejar el micrófono y sentarse

 

 –Ta’ cabrón ¿Se le entiende, verdad?

–Más o menos.

En silencio –después de la bulla en su recepción– unos 300 simpatizantes escuchan a Carlos Sánchez Barrios, precandidato desde hace un mes a gobernador del estado. Frente a ellos, Sánchez Barrios, como con más carrera en la administración pública que en política-política, se esfuerza por hacerse entender.

Por el breve mitin se cerró la calle Galeana, en el centro de Acapulco, y parcialmente la 5 de Mayo. El maestro de ceremonias, el ex delegado de la Procuraduría Agraria, Joaquín Andrade, advierte que el de la tarde de ayer no es un mitin de precampaña, que es apenas el acto de apertura de la Casa de Campaña, una pequeña oficina cedida por el abogado Fidel Lagarza. E insiste: Sánchez Barrios será quien ocupe Casa Guerrero.

El diputado local con permiso, quien por un accidente abandonó la Presidencia de la Comisión de Gobierno, y la punta de los precandidatos priístas al gobierno del estado, se esfuerza por regresar. Ahí se ve con él a líderes como Luz María Aguilar, como Margarito Larrumbe y Migdalia Soberanis. Dentro, en las oficinas, reaparecerían desactualizados dirigentes opositores como Guadalupe Fuentes, José Luis Iglesias y Jorge Way.

Hasta hace ocho meses, antes de su accidente, Sánchez Barrios era la carta, el delfín del gobernador René Juárez en la liza priísta por la candidatura. Esto, cuando al cierre de su sexenio el gobernador descubre tener un equipo político minimizado. Con él al final de su mandato sólo llegaban Sánchez Barrios y el secretario de Educación, Daniel Pano. A los lados, en las secretarías, sólo aliados, impredecibles, de los cuales puede esperar lo mismo lealtad que una puñalada.

En el camino se le quedaron el ex titular de Educación, Miguel Mayrén, aún tocado por la derrota en su búsqueda de la candidatura priísta a la alcaldía de Acapulco, y luego también como candidato a diputado local. Otros, como Juan Farill, su secretario de Obras Públicas, decidió quedarse en la comodidad de la empresa pública. Uno más, el ex contralor Juan Manuel Armenta, fue asesinado hace tres años.

Entre los asistentes se ven ganas de creer que tienen un candidato, la carta del gobernador, la cual precisamente esta semana parece haber sacrificado. Una carta sin antecedentes de político-político, que creció a la sombra y tras René Juárez desde que éste comenzó hace 25 años su carrera administrativa en la Secretaría de Planeación del gobierno del estado, subiendo casi todos los escalafones hasta ocupar la titularidad y de ahí pasar en 1989 al ayuntamiento de Acapulco. Y Sánchez Barrios con él.

Después René es diputado federal, presidente del PRI y de nuevo secretario de Planeación, y Carlos con él, aunque por un tiempo fue promovido por René a alcalde de Zumpango del Río.

Por eso el contraste: Sánchez Barrios no fue hombre de mítines ni de discursos; no se adiestró en las asambleas ni en las convenciones priístas. No tiene el fogueo de las campañas. Su trabajo fue otro, dicen, el de los amarres en corto, el puente de Juárez Cisneros con los mismos de su partido. Aún en el Congreso local, al llegar como diputado plurinominal, se le atribuye el “convencimiento” a los diputados del PAN, de Convergencia, el del PT y el del PRS, para que lo votaran como presidente de la Comisión de Gobierno y abandonaran la nueva mayoría opositora, negociación en la que se dice, hubo prebendas para éstos. La negociación también se atribuye a Rene Juárez.

Por eso cuesta trabajo asumirlo ahora como candidato, sobre todo cuando libra una lid interna por su recuperación. Arriba, hablando de su programa de gobierno, de sus proyectos de apoyo a la educación y a la salud, de pronto se detiene, “carbura” las ideas y de pronto como que se le ve agotado, con ganas de dejar el micrófono y sentarse y descansar. Pero tras él los aplausos, las porras de sus impulsores, no cesan.

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