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Federico Vite

Salinger a la italiana

Elena Ferrante es un caso peculiar en el marketing italiano. En 2002, esta narradora napolitana publicó en la editorial Edizione e/o la novela Los días del abandono. Ferrante se ha mantenido alejada del ruido mediático. Su nombre, a los pocos meses de la publicación de I giorni dell’ abbandono (titulo original), cobró gran relevancia en el medio literario, pero ella se difuminó desde el principio. Pidió que sus libros no incluyeran fotos suyas, se negó a dar entrevistas y, en especial, solicitó que la editorial no brindara información sobre su paradero. Curiosamente eso generó que se hablara más de ella e incluso se aventuró la hipótesis de que Elena Ferrante sólo era un pseudónimo; se rumora que tras ese nombre hay una serie innumerable de autores que trabajan a marchas forzados una serie de libros que en poco tiempo se harán públicos.
Pero volviendo a Los días del abandono, ese libro recibió muy buenos comentarios, tanto de los académicos como de los reseñistas literarios. El volumen se pasó prácticamente de mano en mano a los lectores de varios países europeos. La novela cruzó las fronteras de Italia. En 2006, gracias al trabajo de Ann Goldstein, se consumó la traducción al inglés en el prestigioso sello Europa editions. Ya en dos idiomas, la fama, por antisocial, se hizo más fuerte y comenzaron las preguntas que se han mantenido como la sazón del chisme. En Google, la imagen que respalda el nombre de Elena Ferrante es de una mujer que rebasa los 60 años. Hay quienes sospechan que Elena podría ser Domenico Starnone o Goffredo Fofi, dos autores de gran impacto mediático en Italia. También hay personas que afirman tajantemente que Ferrante no nació en Nápoles, que se ha mudado a Grecia y otras tantas voces aventuran que ella vive en la cosmopolita Turín. En una entrevista vía correo electrónico que la escritoria brindó al periodista Paolo Di Stefano, Ferrante declaró: “No me arrepiento de mi anonimato. Descubrir la personalidad de quien escribe a través de las historias que propone, de sus personajes, de los objetos y paisajes que describe, del tono de su escritura, no es ni más ni menos que un buen modo de leer”.
En español, puede conseguirse la edición de Los días del abandono en la editorial Salamandra, quizá sea el texto más interesante de ella, el que le dio prestigio internacional, el que condensa los temas que la autora trabaja: abandono y relaciones matrimoniales.
La pregunta es, ¿por qué llama la atención un libro acerca de una separación marital? Bueno, la novela está perfectamente trazada desde el primer párrafo. “Un mediodía de abril, justo después del almuerzo, mi esposo anunció que quería dejarme. Mientras limpiábamos la mesa, los niños estaban peleando en su habitación, como lo hacían usualmente. El perro duermiendo atrás del radiador, gruñía. Él me dijo que estaba confundido, que tenía terribles momentos de debilidad, de insatisfacción, quizá de cobardía. Habló por mucho tiempo sobre los 15 años del matrimonio, sobre los hijos; admitió que no podía reprocharme nada”. Transcribo, de la versión en italiano, el inicio de este libro. Y veo que la magia de este documento está en la intimidad que busca la autora. Cuenta en primera persona del singular una ruptura amorosa. Habla de una noción de dolor físico y espiritual, de un cansancio devastador que deriva del miedo. Inesperadamente, esa mujer se da cuenta que debe replantear su vida. Así, de golpe.
El tono de confesión que hay en este libro se mantiene durante 186 páginas. La prosa, de aparente sencillez, no sólo nos habla de un pensamiento claro de la escritora, sino del trabajo arduo de pulir cada párrafo hasta dejarlo limpio, claro, sin nada que estorbe la idea principal de la novela. Ferrante logra crear el artificio de una charla entre amigos. Es una novela que describe el desgaste sicológico de Olga, una mujer de 38 años, casada, con dos hijos pequeños, quien ha renunciado a su vida para dedicarse a la familia. Su vocación de escritora queda diluida en las obligaciones diarias, en los rituales domésticos que cumple presuntamente con felicidad. Durante la introspección de Olga, la protagonista descubre que a veces el dolor sólo sirve para llenar una página tras otra y eso ayuda a clarificar el duelo. Finalmente, nos habla de una revelación de la existencia. Que tengan buen martes.

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