Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Héctor Manuel Popoca Boone

¿Sólo la partidocracia puede gobernar?

 

El que algunas personas convoquen a reflexionar sobre la idoneidad de postular candidaturas ciudadanas para la gubernatura estatal u otros cargos de representación popular pone incómodo a más de un político profesional que ven peligrar sus privilegios dentro de la partidocracia que tiene el cuasi monopolio de registrar a los candidatos para participar en las campañas electorales.
El pueblo repudia a la partidocracia imperante porque ha demostrado ser excluyente e insensible. No nada más con los ciudadanos, sino también con sus propios militantes. Los políticos y sus familias se rotan y heredan las candidaturas. Los mandones en forma patrimonial acaparan las plurinominales donde, según la posición de registro, casi no hay pierde para obtener una curul.
De tal manera que si un militante no está adscrito a un grupo cuasi-mafioso al interior de su partido, simplemente no existe; no se diga de los ciudadanos externos. La ciudadanía únicamente cuenta dentro de las campañas electorales hasta el día de la votación. Antes y después ni se acuerdan de ella.
No en balde la legislación local de Guerrero exige más requisitos en el registro de candidatos ciudadanos que el código federal. La democracia institucional es coto cerrado de la partidocracia donde sólo ella puede hacer y disponer. Por su mala actuación a lo largo del tiempo, los políticos se han echado a cuestas la avalancha de la irritación social acumulada.
El actual malestar ciudadano gira en torno a la exigencia al Estado mexicano de una solución completa e integral de la masacre de Iguala; esto es, la presentación con vida de los desaparecidos forzadamente, una explicación exhaustiva y verosímil de los criminales acontecimientos, la identificación de todos los responsables directos e indirectos, del nivel y del ámbito que sean, así como la aplicación rigurosa de la ley y el castigo a todos los culpables, sin omitir las reparaciones correspondientes a las víctimas o familiares.
Ante eso, la partidocracia guardó mutis al principio emitiendo tibias declaraciones después. Le han dado la vuelta al asunto: Los del PRD con las conductas de sus narcos ex presidente municipal y policías de Iguala. Los del PRI con las fuerzas policiacas de Cocula. De la forma de su desempeño público y de cómo han gobernado al estado los políticos nos sabemos culpables de la incubación de la hidra de múltiples cabezas delincuenciales que actualmente padecemos todos los mexicanos. Debemos pedir mucho perdón al pueblo.
¿Acaso el desapego de la partidocracia a las genuinas causas populares no proviene de considerarse una casta privilegiada en la que algunos salvaguardan su comportamiento ilícito al ostentar fuero legal, sin soslayar el amedrentamiento y uso de la violencia institucionalizada que también detentan? ¿Acaso la impunidad que la cubre no vulnera seriamente el Estado de derecho? ¿Acaso no paran unos políticos de dar rienda suelta a sus desmedidas ambiciones de poder y de riquezas materiales? ¿No son responsables diversos partidos de alcance nacional y sus políticos de la errónea manera de gobernar que ha provocado una brutal desigualdad social y una no menos grave inequitativa distribución de la riqueza nacional arrojando a más de la mitad de la población a las garras de la pobreza?
¿Eso es saber gobernar? Pues no. No lo es. Eso es sencillamente desgobernar, empobrecer y desestabilizar a un pueblo. Eso es, a final de cuentas, gobernar para pocos en detrimento de millones. De no aceptar la partidocracia un sistema más democrático e inclusivo, en el que haya una mayor y activa participación ciudadana, más temprano que tarde desembocaremos en un Estado autoritario, déspota y represivo.
PD. Bien por la doctora Rocío Estrada Ortega, que preservó inalterable su dignidad profesional al no permitir ser utilizada en el juego de intereses personales y políticos que se están dando en el Congreso local en torno al proceso de designación del Fiscal General del Estado.

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