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Arte, luz, música y protesta en el Zócalo de Tixtla con Una luz en la oscuridad por Ayotzinapa

Rosendo Betancourt Radilla

Tixtla

Una excelente calidad musical, luces, teatro, protesta social y solidaridad con los padres de los 42 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, presentaron el domingo en Tixtla artistas de diferentes partes del país que organizaron un intenso baile de “digna rabia”.
Rap, reggae, rock, ska, cumbia, son veracruzano y corridos, pusieron a bailar y a sudar a los asistentes que desbordaron el Zócalo de la ciudad, frente a la mirada vigilante de la estatua de Ignacio Manuel Altamirano.
La mayoría acudió con ropa para el frío, chamarras, sweters, bufandas y los brazos de la pareja, que servían para abrigarse, pero después, niños, mujeres, adultos mayores, jóvenes, todos brincaban al unísono con los ritmos de la banda Panteón Rococó y se deshacían de las prendas más pesadas.
Alrededor del lugar, la Policía Comunitaria rondaba, vigilante. Un joven con un toque de mariguana fue sorprendido fumando por los comunitarios, quienes lo sacaron del lugar, le platicaron del movimiento de seguridad y justicia comunitaria y lo dejaron ir. El aroma a perfumes, arena mojada por la tenue lluvia, tabaco y cannabis rondaban la plaza, que se convirtió en una pista de baile.
Los discursos de empoderamiento del pueblo sobre las instituciones corrompidas y la clase política vinculada al narcotráfico convivieron con las palabras de amor y solidaridad para las organizaciones sociales que buscan un país equitativo y justo.
La acidez del corridista Andrés Contreras, los alegrísimos sones de Los Cojolites, la indignación en las rimas de Batallones Femeninos que luchan por las víctimas de feminicidio en Ciudad Juárez, la humildad de Lengualerta, la energía de Panteón Rococó, la potencia de todos deleitó a los padres de los desaparecidos, que observaban frente al escenario, serios casi todo el tiempo.
El festival en solidaridad con Ayotzinapa Una luz en la oscuridad se realizó en Tixtla luego de que la represión de la Policía Federal a estudiantes y maestros en Chilpancingo, donde se tenía planeado que se hiciera, obligaron a cambiar el lugar del encuentro.
Al respecto, el padre de uno de los 42 jóvenes desaparecidos dijo en el escenario, “lo que sucedió en la madrugada es muestra de que el gobierno federal quiere callar las voces de los ciudadanos que están protestando y exigiendo justicia, envían a la Policía Federal a reprimirnos, pero no hay apoyo para la búsqueda de los 42 estudiantes, hoy fueron lesionados varios estudiantes, pero vamos a seguir luchando, seguiremos adelante”.
El público, a todo pulmón respondió “no están solos, no están solos, no están solos” y coreó, “por qué, por qué, por qué los asesinan, si son la esperanza de América latina”.
La exigencia de justicia para los asesinados, la presentación de los desaparecidos y la dimisión de Enrique Peña Nieto se pidieron entre cada canción, cada ritmo, “Fuera Peña” se pudo llamar el festival, porque fue la consigna más repetida. A las 8 de la noche, un monigote del presidente priista fue quemado en la explanada, ardió, ante la mirada complacida de todos.
El Colectivo Magori dio un posicionamiento en el escenario, sus integrantes propusieron crear un concejo popular ciudadano, para “mandar obedeciendo” en los 81 municipios del estado.
Desde Ciudad Juárez, Chihuahua, las integrantes del grupo de rap Batallones Femeninos lanzaron “proponemos el canto y la música, pero los del gobierno son los agresivos”.
Gritaron “Ayotzi vive, la lucha sigue” y los cientos de espectadores repitieron al unísono. Después denunciaron que en su tierra, “nos faltan muchas mujeres, vivas se las llevaron y vivas las queremos”. “Estamos encabronadas, pero también nos gusta bailar la digna rabia”.
Héctor Guerra, acompañado de la banda Pachamama Familia entonó una canción en la que mencionaba a los poderes públicos, a los políticos y al gobierno estadunidense, títulos seguidos por el grito de “que se vayan al carajo”.
Denunció que el gobierno de Estados Unidos tiene mucho que ver con la violencia en México, con los conflictos sociales, porque es vendedor de armamento y financia la guerra contra el narcotráfico.
A las 10:50 de la noche, en el centro de la plaza, una bandera de México con el escudo salpicado con pintura roja ondea. La maestra de ceremonias pide a los jóvenes que dejen de fumar mariguana o serán detenidos, y unos 50 jóvenes le contestan en coro “legalización, legalización”.
Jóvenes encapuchados suben al escenario, se hace el silencio que segundos después rompe con fuerza el grito de uno de ellos, “nos atacan por defender la educación, no nos vamos a rendir ni a parar hasta que aparezcan nuestros compañeros, que son nuestros hermanos”.
Se identifican como alumnos de Ayotzinapa, y uno dice que es vergonzoso que tengan que cubrirse el rostro para hablar de libertad, pero si no lo hacen son detenidos y sus familias intimidadas para que dejen de exigir la presentación con vida de los estudiantes desaparecidos.
“Hoy le dieron otro golpe a la Normal, pero cada golpe que nos dan nos vuelve más fuertes”, dijo en referencia al desalojo en Chilpancingo, y recuerda que el artículo 39 constitucional dice que el pueblo tiene el derecho de cambiar su gobierno por el que más le convenga, y que se tiene que ejercer ese derecho.
Después, la banda más esperada, Panteón Rococó hizo que más gente se acercara a la plaza cívica, la plancha fue desbordada por los asistentes, la mayoría jóvenes de 16 a 30 años.
“Vivos los queremos, y si no es así que comiencen las hostilidades”, soltó el vocalista Dr. Shenka, y las guitarras, trompetas y bongos reventaron en sonidos.
La plaza hirvió, la gente brincaba, daba de vueltas, bailaba mientras se escuchaba “Esta tierra está que arde nos vamos a desangrar / y es que a punta de balazos nos quieren enseñar / Que no puedes cuestionar, que no tienes que pensar… Este globo se desinfla, el sistema se cayó / Una falsa esperanza, un destello de ilusión / Una falsa democracia, una falsa elección / Un sistema de la mierda que no tiene compasión”, la letra de su canción Hostilidades.
La música siguió hasta las 4 de la madrugada, los sones de Los Cojolites se escucharon con menos gente y Los Aguas Aguas cerraron con un toque suave de Reggae.

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