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La titular de Petrobras pone su cargo a disposición de la presidenta Dilma Rousseff

DPA

Río de Janeiro

La presidenta de la petrolera Petrobras, Graça Foster, confirmó ayer que su cargo y los del resto de miembros de la dirección están a disposición de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, tras el escándalo desatado por la revelación sobre una red de corrupción que operó entre 2004 y 2012.
Según la ejecutiva, los actuales dirigentes de la empresa consideran que deben abandonar sus cargos, en caso de que su permanencia sea un obstáculo para la aprobación del balance del tercer trimestre, cuya divulgación debería tener lugar en octubre, pero que ha sido aplazada al menos hasta fines de enero.
El balance aún no fue aprobado por auditora Price Waterhouse, precisamente por las investigaciones del Ministerio Público sobre las sospechas de desviación de 10 mil millones de reales (unos 3 mil 700 millones de dólares) en recursos de la empresa para financiar a aliados del gobierno, entre ellos el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff.
En un desayuno con periodistas realizado ayer en Río, Foster afirmó que las sospechas que pesan sobre Petrobras hacen necesario que los actuales dirigentes también sean investigados.
“Yo debo ser investigada, los directores todos necesitamos ser investigados”, expresó la ejecutiva, quien aseguró que no tiene “recelos a la verdad”.
Según Foster, la investigación es necesaria para que se demuestre “que la dirección está en condiciones, desde el punto de vista de la gobernanza (de Petrobras) de firmar el balance”.
Las presiones por el cese de Foster aumentaron en la semana pasada, después de que el diario Valor Económico revelara que una ex gerente de Petrobras, Venina Fonseca, informó a la ejecutiva sobre las irregularidades que estarían ocurriendo en la empresa.

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