Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Carlos García Jiménez

BAJO EL ALA DEL SOMBRERO*

*De la hambruna global a la soberanía alimentaria local

(Tercera de tres partes)

 

Los revolucionarios que no tienen huerto, que dependen del mismo sistema que atacan, y que producen palabras y balas, y no comida ni abrigo, son inútiles. Bill Molison

El PESA en Guerrero

Aun sin alinearse plenamente a la Cruzada Nacional Contra el Hambre (CNCH) el Proyecto Estratégico para la Seguridad Alimentaria (PESA) es otra acción pública del gobierno federal orientada a enfrentar el hambre en las entidades más pobres del país. A diferencia de otros programas subsidiarios, el PESA está intencionado a atender de manera integral el hambre y la pobreza involucrando a los propios beneficiarios. Aunque en sus componentes de apoyo considera la producción de alimentos, proyectos agropecuarios, promoción del ahorro, comercialización, educación nutricional, cuidado de los recursos naturales y asistencia técnica, sin embargo, este programa aún no atina a lograr su propósito.
Auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y operado por la Sagarpa y los gobiernos de los estados, el PESA nació en el 2002 como un Programa de Apoyo a Productores de Menores Ingresos (PESA-PAPMI).
Inspirado en el Programa Hambre Cero de Brasil, este proyecto empezó de manera piloto en 6 estados, cubriendo 13 municipios. Actualmente el PESA tiene presencia en 24 estados del país. En Guerrero está presente en 70 municipios y  beneficia a unas 60 mil familias. A nivel comunitario y municipal el PESA es operado por 52 equipos técnicos multidisciplinarios denominados Agencias de Desarrollo Rural (ADR) en el que participan alrededor de 400 profesionistas.
Según se trate de proyectos de huertos hortícolas, granjas de ganadería menor, cultivo de maíz o huertos frutícolas, los apoyos que el PESA destina a las familias beneficiarias pueden ser en herramientas, insumos agropecuarios, maquinaria ligera, materiales de construcción y asistencia técnica.
Aunque el PESA apunta hacia la producción de alimentos y a combatir la pobreza, este propósito no se ha cumplido plenamente. El carácter focalizado de los apoyos por unidad de producción familiar, no propicia la organización comunitaria o municipal para generar economías de escala y acceder a los mercados. La asistencia técnica pone más énfasis a la elaboración de informes y al llenado de formatos, y no a la capacitación y organización de los beneficiarios. No existe una colaboración eficiente entre los distintos actores que interactúan en el PESA (Sagarpa, FAO, SDR, ADR). Este proyecto está desarticulado de otros programas similares que pudieran potenciarlo, tales como los comedores comunitarios, incentivos productivos y empleo temporal, entre otros. Aun cuando el PESA se administra a nivel estatal, las acciones microregionales no están unificadas en una estrategia estatal; los gobiernos municipales y las organizaciones sociales y productivas que promueven proyectos parecidos, son ajenas a ese proyecto.
Reconociendo esta realidad, en noviembre pasado las ADR de Guerrero realizaron el Primer taller de intercambio de experiencias y construcción de propuesta, en el que acordaron “unificar acciones a nivel estatal para fortalecer la producción de alimentos y para impulsar la coordinación interinstitucional y la concurrencia de recursos públicos en torno a proyectos productivos integrales a nivel microregional”.
También en ese taller, las ADR acordaron, “Promover el desarrollo de sistemas eficientes de agregación de valor y comercialización para lograr la inserción de las unidades de producción familiares a los mercados locales, regionales y nacionales. Impulsar la organización de las familias beneficiarias a nivel comunitario, micro-regional y sectorial; y en la medida de lo posible evolucionarlas hacia figuras legales como cooperativas, sociedades de producción rural y otras, que permitan economías de escala y proyectos de impacto regional. Asimismo, impulsarán en las comunidades beneficiarias “acciones de carácter social en materia de educación, salud, vivienda y derechos humanos.
Si estos acuerdos se empiezan a materializar, y las instituciones públicas involucradas operan como coadyuvantes, entonces el PESA podría evolucionar hacia una nueva etapa, y convertirse en un programa público de avanzada que combata de raíz el hambre y la pobreza, al menos en Guerrero.

Hacia la soberanía alimentaria

“En el campo, el que no trabaja no come”, era una máxima que regía la vida en el campo en los tiempos de cuando no había crisis alimentaria, ni políticas subsidiarias. Entonces las familias campesinas, al inicio del temporal de lluvias debían sembrar su milpa para cosechar maíz, frijol, calabaza, sandía, jícama y una diversidad de alimentos para el autoconsumo; y además criar animales de traspatio (gallinas, marranos y chivos), unas cuantas vacas y animales de carga (burros o caballos). Bajo este sistema de producción, en el campo no había hambre ni pobreza. Los campesinos iban a las ciudades a vender sus cosechas excedentarias, a comprar herramientas o incluso a pasear. Era un orgullo para las familias campesinas vivir de los frutos de su trabajo.
Hoy, en los tiempos del neoliberalismo y del predominio de las políticas subsidiarias, la mayoría de las familias rurales padecen hambre y cada vez se hacen más pobres. Es paradójico que muchos campesinos ahora, en lugar de bajar a vender sus cosechas bajan a las localidades más grandes o ciudades más cercanas a comprar tortillas, huevos, leche, frijoles y frutas; bajan también a recibir su Procampo, Prospera, agroquímicos, semillas hibridas y, en algunos casos, bajan también a los comedores comunitarios…
¿Qué pasó en el campo en los últimos 50 años? ¿Por qué se perdió la autosuficiencia alimentaria? ¿Por qué el campo ya no da para vivir? ¿Por qué se perdió la capacidad de producción diversificada? ¿Por qué ahora se produce sólo para vender y no para comer? ¿Por qué el gobierno no fomenta la producción local de alimentos, en lugar de regalar subsidios que reproducen la dependencia?
Si estas preguntas se responden reflexivamente, las respuestas podrían llevarnos a propuestas comunes, entre ellas las siguientes:
Reconocimiento de la Agricultura Familiar como una forma de producción de alimentos y generación de ingresos económicos a nivel local, tal como se pretende en el PESA. En este caso se requiere la elaboración y aprobación de una iniciativa de ley para la promoción de la Agricultura Familiar que regule y reoriente la aplicación de los subsidios públicos hacia el fortalecimiento de esta forma de producción campesina.
Rescate y mejoramiento genético de las semillas nativas cultivadas bajo el sistema milpa, maíz, frijol, calabaza, ajonjolí, jamaica, sandía, jícama, chile, jitomate, estropajo, etcétera. Es necesaria la elaboración –desde la cosmovisión campesina– de una iniciativa de ley que proteja y mejore las semillas nativas y la agricultura campesina.
Empoderamiento de los pobladores pobres de los programas públicos dirigidos hacia ellos mediante la constitución de observatorios o contralorías ciudadanas que les permitan conocer los pormenores de los mismos, influir para que su operación sea transparente, justa y eficiente.
Alineación de los programas públicos –tal como se insinúa en la CNCH– hacia la promoción de proyectos comunitarios y microregionales que permitan la integración de redes de valor y economías de escala.
Despersonalizar los subsidios gubernamentales, reorientándolos hacia proyectos grupales o proyectos integrales a fin de optimizar su uso y lograr mejores resultados en el combate del hambre y la pobreza.
Mejorar los servicios de acompañamiento técnico, fomentando la coordinación y el intercambio entre los equipos de profesionistas que operen en el ámbito de los distintos programas públicos: PESA, Programa de Incentivos para Productores de Maíz y frijol (PIMAF), programa de fertilizantes, promotores de la CNCH, etcétera.
Si estas propuestas hacen eco entre los actores que intervienen en el combate del hambre y la pobreza, seguramente empezaremos a dar los primeros pasos hacia la recuperación de la soberanía alimentaria y hacia la dignificación de la vida de los pobladores que actualmente viven en condiciones de extrema pobreza. Enhorabuena si estas propuestas se convierten en propósitos y acciones para el próximo 2015.

* Bajo el ala del sombrero es un espacio de análisis y propuestas para la transformación del campo desde la visión y acción cotidiana de los campesinos

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