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Más de mil personas piden justicia al recibir al sacerdote asesinado en Altamirano

Israel Flores

Ciudad Altamirano

Este viernes cerca de las 5 de la tarde más de mil personas recibieron el cadáver del sacerdote Gregorio López Gorostieta en esta ciudad, para darle el último adiós en medio de gritos de protesta y exigencias de justicia por su asesinato.
El obispo Maximino Martínez Miranda, en un mensaje muy concreto a los medios, dijo que le deja a Dios el resultado del caso y espera que las autoridades gubernamentales hagan lo que les corresponde, y señaló que la Iglesia católica no debería de pasar por estos casos, dado que sus ministros están solamente para predicar el evangelio.
Desde muy temprano estuvieron esperando el cuerpo, pero la Fiscalía General del Estado tardó el trámite, según explicó el obispo Martínez Miranda, de tal forma que pasaron cerca de 24 horas para que lo entregaran en el Servicio Médico Forense en Iguala.
Se anunció que el fiscal del estado estuvo en Iguala entregando el cuerpo y dialogando con familiares y sacerdotes acerca de lo acontecido.
Cerca de las 5 de la tarde arribó el cadáver a esta ciudad, en donde ya lo esperaban seis ambulancias, que en medio de sirenas acompañaron el cuerpo desde el aeropuerto de Santa Bárbara hasta la entrada de la población.
En la Glorieta de los Héroes cerca de mil personas estaban esperando el féretro. En medio de llanto y gritos pidiendo justicia, acompañaron el ataúd con el sacerdote hasta la catedral donde se ofició una misa de cuerpo presente y luego lo llevaron al seminario de donde era maestro para despedirlo  y finalmente lo trasladaron a su lugar de origen, el pueblo de Nanchichitla, en el estado de México.
La catedral estuvo llena de sacerdotes de toda la diócesis de Ciudad Altamirano. Letreros pidiendo justicia y reclamos al gobierno por la inseguridad, fueron parte del todo el recorrido.
El sacerdote Gregorio López Gorostieta era maestro del seminario. El pasado lunes reportaron que en el interior del mismo se escucharon gritos y disparos y desde ese momento desapareció con todo y su camioneta.
El martes encontraron el vehículo abandonado en el centro de la ciudad e intacto, y desde ese momento el obispo Maximino Martínez comenzó con todos los sacerdotes y feligreses a pedir su liberación. Incluso hicieron una marcha el miércoles.
Pero para el jueves se confirmó que lo encontraron asesinado con un impacto de arma de fuego en la cabeza y con huellas de tortura en el municipio de Tlapehuala, cerca de la cabeza de Lázaro Cárdenas.
El gobernador Rogelio Ortega estuvo ayer en Coyuca de Catalán para participar en el arranque de la feria del oro, pero no quiso hablar del tema del sacerdote asesinado, e incluso sus agentes de seguridad evitaron cualquier entrevista.
Rogelio Ortega llegó a las 9 de la mañana y partió casi una hora después; estuvo solamente en la fiesta de la feria y se retiró. No tuvo contacto con ninguno de los sacerdotes de la región que se encontraban de luto.

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