Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Federico Vite

Apuntes sobre la Ciudad Eterna

(Segunda de dos partes)

Los romanos, igual que nosotros, buscan la renovación de sus temas literarios abrevando de la realidad. Se resguardan en el realismo, esa veta que diera fama a escritores como Niccolò Ammaniti, Massimiliano Governi y Valerio Magrelli. Indagan, con sarcasmo, las rutas del presente. Navegan quejumbrosos, burlones y hasta siniestros en los melodramas cotidianos. Para fortuna de algunos lectores, la editorial Salamandra publicó este año tres de las novelas que han cautivado a los lectores italianos en 2014. La primera de ellas es Nadie sabe de nosotros, libro en el que Simona Sparaco, extrovertida ciudadana del mundo, pero nativa de Roma, ofrece un punto de vista profundamente liberal acerca del aborto. La novela, narrada en primera persona, cuenta la vida de Luce, una columnista que aborda temas del corazón en diversas revistas y quien, después de varios intentos, logra embarazarse. Luce y Pietro, su pareja, viven con pasión el embarazo. Conoce el sexo del hijo y escogen el nombre del bebé: Lorenzo. Preparan la cuna y la habitación del hijo, pero tras la realización de una ecografía rutinaria en el séptimo mes, el médico les informa de un problema. Luce y Pietro deben tomar decisiones poco tratadas en la narrativa italiana. Lejos de explotar el melodrama, Sparaco se encarga de diseccionar con gran acierto los anhelos frustrados de la maternidad.
Otro de los libros que Salamandra se encargó de editar este año es Tierra de nadie, de Antonio Pennacchi, novela que cautivó a los italianos: vendió más de medio millón de ejemplares. En este libro se narra uno de los tantos sueños de Mussolini, quien planeó en 1930 transformar parte de un cenagal de Agro Pontino, al sur de Roma, en una extensa y fértil llanura.
Penacchi toma una veta de la historia del extravagante siglo XX italiano para mostrarnos la grandeza de la familia Peruzzi. Del norte de Italia, por mandato de Mussolini, se mudan 30 mil personas al sur de Roma para darle forma al sueño de acabar con la pobreza, el hambre y la marginalidad en la capital italiana. Los Peruzzi comienzan una vida nueva. El responsable del clan es el tío Pericles, respetado por su entrega en la Primera Guerra Mundial, quien lidia con la promesa que nunca se consuma. La familia se adentra terroríficamente en la periferia de la capital, cae en ella, germina en ella. De la promesa de crecimiento sólo presenciamos, al leer esta novela, el gran derrumbe de un sueño.
Otra de las propuestas editoriales es La acabadora, novela también publicada por Salamandra, en la que Michela Murgia narra una historia que bien podría haber sido escrita por un costeño mexicano. La acabadora da cuenta de una tradición antiquísima de los habitantes de la isla de Cerdeña, quienes aún adoptan almas. Una anciana y una niña se unen en ese ritual. Bonaria Urrai, modista de la isla, mujer de antigua belleza y eterna soledad, ha adoptado a María, cuarta hija de una familia humilde que no quiere a esa chica. La vida de la niña, “hija de alma” de la tía Bonaria, se transforma por completo. María crece amada por Bonaria, quien en realidad ignora una verdad que todos conocen, el verdadero oficio de la tía Bonaria, quien además de zurcir vestidos, esa madre de alma es la encargada de reconfortar a quienes se acercan a la muerte.
El libro aborda la muerte de manera sui generis. Quienes van a morir se acercan a los integrantes de una comunidad que desde tiempos ancestrales ha sabido enfrentar ese último paso sin pudor alguno. La novela, resguardaba en la estética costumbrista, ofrece un amplio panorama sobre el peldaño final de un humano; lejos de caer en el realismo mágico, al que estamos acostumbrados en América Latina, Murgia nos pasea por las veredas el alma.
El realismo es la ubre de estos tres novelistas que han ganado en conjunto más de un millón de lectores. Y sin duda alguna, estos libros muestran un panorama concreto de los autores con mayor presencia en Roma, libros que afortunadamente pueden conseguirse en diversas librerías del país. Pero la intención de presentar estas propuestas del realismo no sólo es la afición por la lectura, sino el anhelo de preguntar, ¿los narradores en México abusan del realismo y de la propuesta folclorista que se ha ganado este país en el extranjero? Si no fuera así, ¿por qué siguen considerando en Europa a Carlos Fuentes, Octavio Paz, Ángeles Mastretta, José Emilio Pacheco y Jorge Ibargüengoitia como la vanguardia mexicana en el siglo XXI? Que tengan buen martes y un coquetón 2015.

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