Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Silvestre Pacheco León

La coyuntura electoral

1. Puestas en entredicho las instituciones del Estado, es de elemental responsabilidad ciudadana aportar ideas y propuestas para acceder a una sociedad más desarrollada y democrática.
Crear los espacios para opinar en libertad es también una tarea conjunta, tanto de autoridades como de los dueños de los medios de comunicación, así como de las organizaciones sociales. Los requisitos son respetar el derecho de cada quien a disentir, y aceptar que nadie es portador de la verdad porque ésta sólo se construye por cada una de las partes, inclusive con quienes piensan diferente.
En todo caso las ventajas del método democrático radican en la posibilidad de crear el espacio más amplio de discusión.
2. Explicar los sucesos ocurridos en Iguala hasta satisfacer la demanda de los padres afectados y el derecho de la sociedad a conocer la verdad sobre el paradero de los jóvenes desaparecidos puede ser el principio que marque la profundidad de los cambios que requiere la sociedad.
Asumir que debe cambiar la situación en la que estudian los jóvenes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, cuyas carencias los obligan a realizar acciones para proveerse de fondos afectando derechos de terceros, es necesario, para hacer justicia a esa escuela encargada de preparar a los futuros ciudadanos que viven en condiciones de extrema pobreza.
3. Las primeras instituciones que deben pasar a examen por parte de la sociedad son aquellas que por comisión, complicidad u omisión están involucradas en la desaparición de los jóvenes estudiantes.
En el debate se debe cuestionar el modelo económico del gobierno por excluyente, que ha generado una de las sociedades más desiguales del mundo, creando el caldo de cultivo para la proliferación del crimen organizado cuyas actividades se han tolerado como muestra de la incapacidad y complicidad del gobierno que sigue confundiendo los efectos de ése nefasto modelo económico con sus causas.
Prueba de lo anterior es el anuncio de que en el 2015 gastará más de 8 mil millones de pesos en las corporaciones policiacas del país, como si la inseguridad fuera provocada por la escasez de policías.
Si los 300 millones de pesos de aquel recurso que corresponden a Guerrero se pudieran destinar a fortalecer el sistema de seguridad desarrollado por los pueblos indígenas en las últimas dos décadas, quizá pudiera hablarse de estar construyendo una alternativa viable para todo el estado, pero si eso no sucede, y esos recursos se siguen aplicando conforme a los cánones tradicionales, me temo que en vez de alegrarnos, el anuncio de esa millonaria inversión en la seguridad pública debería sumarse a nuestras preocupaciones.
4. Los gobiernos municipales ligados al crimen organizado son indicativo de la profundidad a la que ha penetrado la descomposición social que por lo general comienza desde las esferas más altas del poder.
Es decir que si el mal ha llegado a los municipios a través de los ayuntamientos, ningún sector social ni económico está a salvo.
El problema es cómo combatir ésta realidad sin morir en el intento.
5. Por eso resulta relevante ver en el proceso electoral, federal y local del 2015 la coyuntura que se puede aprovechar para que la sociedad pase revista a partidos y candidatos, responsables de los gobiernos que los propios ciudadanos nos hemos dado.
Es en éste punto donde me parece necesario resaltar que los cambios profundos que requiere la sociedad tienen que comenzar en cada uno de nosotros, porque ni los partidos políticos ni los candidatos y sus gobiernos, podrán ser distintos a nosotros que somos quienes les damos el poder con nuestro voto.
6. Si como ciudadanos guerrerenses queremos iniciar los amplios y profundos cambios que requiere el país, comencemos con revisar la fuente originaria de los gobiernos que tenemos.
Si los partidos políticos son las instituciones de interés público creadas por la sociedad para que los ciudadanos accedan al gobierno, comencemos poniendo la lupa sobre ellos para conocer y estar pendientes de su funcionamiento. Eso hará que en ellos haya más vida partidaria, como escuelas de educación cívica donde prevalezcan los ideales de servir a los demás, no de enriquecerse y ejercer el poder defendiendo intereses ilegítimos.
En éste sentido nuestro voto es de un gran valor, pues a menos que de plano ningún partido tenga un candidato que satisfaga nuestras aspiraciones, y aún entonces, tenemos a la mano el recurso de anular nuestro voto o de plano abstenernos de votar. Pero antes de llegar a la anulación del voto los ciudadanos debemos demandar que los partidos políticos establezcan mecanismos de control de sus candidatos, que eviten que se repitan nuevos casos como el de José Luis Abarca de Iguala.
Quizá pocos lo sepan pero para en las elecciones del 2012 en Guerrero ningún partido político publicó siquiera el currículum de sus candidatos.
Ahora la ley les obliga no sólo a registrar y publicitar su plataforma electoral, sino a dar a conocer los mecanismos internos para elegir sus candidatos.
Aunque en primera instancia los ciudadanos tenemos el derecho de castigar con nuestro voto a cada uno de los partidos implicados en los crímenes de Iguala, es nuestro deber exigir a los partidos de que exhiban los antecedentes de cada uno de sus candidatos, la plataforma electoral que sustentan como instituciones de interés público, y las propuestas de gobierno, de manera que durante la campaña electoral los ciudadanos conozcamos los principios que enarbolan, la comprensión de los problemas y sus propuestas de solución.
Si cada uno de nosotros podemos ver por los intereses de los demás, seguramente elegiremos entre los candidatos a los gobernantes más capacitados y comprometidos, teniendo presente que para evitar más casos como el de Iguala, no vale guiarnos como electores bajo el simple y falso argumento de que los empresarios ricos ya no tienen necesidad de robar.
A los ciudadanos ricos, como dice el presidente de Uruguay José Mujica, hay que correrlos de la política, porque le hacen daño en la medida en que nunca dejarán de pensar como empresarios. La política debe estar regida por otros valores, como la honradez, esa que se construye con las relaciones humanas, pues recordemos que la honestidad no es un asunto de fe, sino una relación social que se expresa y refrenda en la conducta de cada día.

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