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Disfrutan los turistas que quedan y residentes el último domingo de vacaciones en las playas

Mariana Labastida

Decenas de familias disfrutaron de las playas de Acapulco en el último domingo del periodo vacacional de diciembre, aunque siguen llegando visitantes que estarán el martes y miércoles.
Las familias Flores y Espinosa, del estado de México, decidieron viajar a Acapulco el pasado 29 de diciembre, así que se organizaron y alquilaron un autobús que los trajo al puerto el pasado sábado. Ellos llegaron directamente a la playa Caleta, la cercana al hotel donde se hospedan, el cual aunque tradicionalmente visitan les pareció que incrementó mucho sus tarifas.
Ayer, en su segundo día de estanciaa, las familias decidieron visitar la playa Papagayo, donde rentaron dos toldos con todo y una hamaca para poder acostar al más pequeño, que ante el bullicio de los adultos y niños mayores no lograba conciliar el sueño y solo veía de un lado a otro donde escuchaba las voces.
Son 30 personas entre las dos familias; “dos semanas no voy a comer carne”, bromeó una de las mujeres refiriéndose a que es la manera en que ahorró dinero para el viaje de última hora.
“Regresando voy a legar a comer puros frijoles”, dijo entre risas otra de las mujeres que acomodaba unas toallas y coordinaba a un grupo de adolescentes que se preparaban para irse al mar poniéndose chelecos salvavidas.
A diferencia de otras excursiones que se vieron en el puerto, los Flores y los Espinosa llegaron sin nada a la playa, ni alimentos ni bebidas. Al mediodía ya habían hecho la primera compra de campechanas a los vendedores informales y estaban por pedir bebidas al mesero que les ofreció el servicio del restaurante más cercano.
“Aquí nos la vamos a pasar comprando, unos en el mar, otros cubriéndonos del sol, luego cambiando de lugar hasta el anochecer”, explicó Raúl Flores.
El grupo se regresa al estado de México mañana martes.
Las vacaciones se acabaron y se nota en las sillas desocupadas en la playa, que apenas un día antes todas estaban rentadas y ayer menos de la mitad estaban vacías.
Lo que no disminuyó fue la cantidad de vendedores que ofrecían agua, donas, quesadilas, collares, salvavidas inflables, playeras, bolsas, entre otras.
Otras familias, como los Hernández, llegaron a la playa con todo, sobre la mesa del toldo que rentaron con sillas hay refrescos, galletas, botana, platos, vasos, tenedores, latas de atún, mayonesa y salsa picante. Prepararon todo para no tener que comprar nada en la playa. “Aquí nosotros preparamos todo, así es más fácil si nos da hambre no tenemos que esperar a que nos traigan”, dijo Araceli, que seguía a sus hijos con la mirada.
Después del mediodía se observó que familias, principalmente de residentes, llegaron para disfrutar del último día de vacaciones y poco a poco fueron llenando más los espacios colocados sin que fueran ocupados en su totalidad, aun así se veía todavía un gran numero de bañistas en el mar.
Los prestadores de servicios consideraron que el trabajo estuvo “más o menos” los últimos días de diciembre y los primeros de enero, aunque no fue lo que esperaban como temporada debido a que muchos no consumieron en la playa ni tampoco rentaron paseos por diversión.

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