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Ciudad de Dios, las esperanzas latinoamericanas en los Oscar

 

* Cuatro designaciones para el premio de Hollywood

 

 

DPA, Los Angeles * Ha sido una de las grandes sorpresas de la presente edición de los Oscar: Fernando Meirelles y su Ciudad de Dios han colocado bien alto el listón de las producciones latinoamericanas que consiguen llegar a Hollywood con sus cuatro nominaciones a la preciada estatuilla.

Uno de los grandes estudios, Miramax, compró los derechos de distribución y su jefe, Harvey Weinstein, una de las voces más poderosas en la industria del cine, apostó de lleno por este drama brasileño ambientado en las favelas y que ha batido récords de taquilla en Brasil.

El año pasado la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood dejó a más de uno perplejo al ni siquiera colocar Ciudad de Dios entre las cinco candidatas al Oscar a la mejor película extranjera.

Pero este año, tras su estreno en Estados Unidos y el empeño personal de Weinstein, la película opta a cuatro estatuillas en las categorías de mejor guión adpatado (Bráulio Mantovani), mejor montaje (Daniel Rezende), mejor fotografía (César Charlone) y mejor director (Fernando Meirelles).

La cinematografía brasileña no tenía tan buena acogida en Hollywood desde que Central do Brasil, de Walter Salles, aspirase al Oscar al la mejor película extranjera, y su protagonista, la actriz Fernanda Montenegro fuese nominada como mejor intérprete.

Nunca antes de Ciudad de Dios una película brasileña había obtenido tantas opciones de premio. En los años 80 el argentino nacionalizado brasileño Héctor Babenco consiguió seis nominaciones con El beso de la mujer araña e Ironweed, pero las películas eran producciones estadounidenses.

Basada en novela de Paulo Lins, Ciudad de Dios (que Meirelles codirige con Katia Lund) rompe con la cinematografía tradicional y con una estética vanguardista, que delata el paso del director por el mundo de la publicidad. A ello se suma un guión sin altibajos rítmicos, un montaje vibrante y una fotografía impactante que en ningún momento procura hacer más digeribles la devastadora violencia de algunas escenas.

Pese a la crudeza de algunos momentos, el largometraje ha calado en la sociedad estadounidense donde en una encuesta reciente se afirma que dos de cada tres espectadores quiere ver una ejecución en directo en televisión, pero el desnudo de un pecho es capaz de montar un escándalo descomunal.

Huérfanos de una candidatura hispanoamericana en el apartado de mejor película extranjera, donde por primera vez en muchos años no figura un largometraje latinoamericano ni español, las esperanzas se centran en la película de Meirelles y en el documental español Balseros.

El film de Carles Bosch y José María Doménech, que cuenta con la colaboración en el guión de David Trueba, surgió a partir de un reportaje realizado para la televisión pública catalana en Cuba en 1994. Entonces, unos 50.000 cubanos se estaban yendo del país en balsa en busca de un futuro mejor en Estados Unidos. Bosch y Doménech siguieron siete de esas historias durante diez años.

Otro brasileño, Carlos Saldanha, se paseará por la alfombra roja. Saldanha aspira al galardón del mejor cortometraje animado como director de Gone Nutty, la ardilla prehistórica de La edad de hielo, (película de la que Saldanha fue codirector).

En la misma categoría, figura el cortometraje Destino (de Dominique Monfery y Roy Edward), basado en una idea original del pintor español Salvador Dalí y Walt Disney, con guión del propio pintor.

Además, la alfombra roja del Kodak Theatre de Los Angeles seguramente verá pasar al mexicano Alejandro González Iñárritu, autor de la premiada y aplaudida 21 Gramos, cuyos coprotagonistas Naomi Watts y el puertorriqueño Benicio del Toro aspiran a sendas estatuillas en las categorías de mejor actriz y mejor actor de reparto, respectivamente. Del Toro ya se llevó ese galardón por Traffic.

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